Félix Ares, director del Museo de la Ciencia
Félix Ares, director del Museo de la Ciencia
¿De dónde le viene la afición por la ciencia?
Siempre lo he tenido. Cuando tenía ocho años tenía una emisora de radio. Yo no era capaz de hacer un traste así, así que mi padre me lo hizo porque era técnico de radio. No sé si le ayudé o no, pero mientras estuvo montando la emisora de radio, me puse alrededor.
Si no me equivoco, a los ocho años, llegaron las señales de Marte, cuando había vida allí. Luego se vio que las señales eran reflejo de la atmósfera, pero recuerdo bien cómo oí la noticia. Estaba sentado en la cocina cuando lo emitieron por la radio: "Se han recibido las señales de Marte". Me pareció algo muy interesante.
También me ha venido a la memoria otra anécdota de muchachos, de 15 a 16 años. El fregadero de la casa estaba a media sombra, pero en verano, cuando el sol era muy alto, los rayos de luz tocaban a chorro de agua, pero yo me di cuenta de que la luz estaba en el fregadero, donde se terminaba el chorro, porque el agua conducía los fotones. Empecé a hacer sesiones, abrir más grifos y tirar agua a mayor velocidad, más lento, etc. Luego empecé a buscar las causas, hasta que me diera cuenta de que ya había gente que había oído hablar de ello, John Tyndall más concretamente. Es el principio de las fibras ópticas, el mismo que utilizaban los cristaleros de Murano para realizar su trabajo. Los motores Vespa también contaban kilómetros con una pequeña luz, fibra óptica. Con 16 años escribí mi primer artículo.
¿Lo publicó?
Sí, en la revista Algo, la única revista de divulgación científica que ha estado en España durante muchos años. También cambió de nombre, le llamaron Algo 2000 y desapareció con ese nombre. La verdad es que con la aparición de Muy Interesante y similares murieron las pequeñas revistas, pero en el caso de Algo la editorial tampoco mostró interés por "El hogar y la moda". Hoy en día es muy difícil competir. Muchas revistas se están cerrando y el ejemplo más claro es la edición en castellano de la revista Science et vie. A los 20 años me suscribí a esta revista. Y es que a la mayoría de mis mayores el francés nos abrió las puertas del mundo, no el inglés.
Ha trabajado en medios de comunicación. En este sentido, ¿qué características son necesarias para ser un buen divulgador científico?
Te responderé con una anécdota. Una vez conocí de frente a un genio, me dio clases. Era un genio absoluto, pero nadie entendía sus explicaciones. Salía a la pizarra y decía: "No sé de quién es la demostración. Esta es la fórmula. Esta es la primera hipótesis. Esta es la segunda hipótesis. Y esta es la conclusión". Para él era normal llegar a la conclusión con estas dos hipótesis, el resto teníamos que leer un montón de páginas para entenderlo y, sin embargo, nos costaba entenderlo.
Por tanto, para ser un buen divulgador científico, el genio puede ser malo. Hay que ser una persona normal, que aprende las cosas con esfuerzo, porque esas dificultades de aprendizaje se pueden transmitir también a los demás.
También es importante ponerse en el lugar de los lectores, de los oyentes o de los espectadores: hay que utilizar un lenguaje acorde con el cliente y conocer su nivel de conocimiento para dar conceptos en función de ello. Además, hay que ser humilde. Cuando responden “No he entendido”, hay que pensar que has hecho algo mal. Hay que cambiar el mensaje o la forma de emitirlo, contarlo de otra manera. Cuando esto ocurre 100 veces, en el periodo 101 se hace mejor. También es bueno tener la condición de intérprete, porque hay que crear reacciones, despertar la curiosidad, tener algo del actor teatral.
Las fuentes de información también tendrán relevancia.
Sí, pero hoy en día por internet, eso no tiene ninguna dificultad. Hay demasiados turrones, pero yo sólo los utilizo unos pocos.
¿Cuáles son?
Uno, porque me gusta cómo lo hacen, la cadena americana ABC. Aporta una noticia interesante, de forma amena y si desea profundizar, también enlaza con otras direcciones. También utilizo mucho la información de Cordiss, la base de datos de Investigación Europea. En ella se puede ver qué, cuánto y cómo se está investigando y contactar con las llamadas telefónicas.
¿Estas buenas relaciones son imprescindibles para la labor de divulgación?
Por supuesto. Yo llevo 33 años y casi sin querer tengo una gran red de relaciones. Conozco a mucha gente, directores de museos de ciencia, miembros de asociaciones de periodistas, todos ellos, además, tienen muy buena disposición a colaborar. Sin embargo, los científicos en general tienen dificultades para explicar las cosas porque están muy involucrados en su trabajo. Muchas veces piensan que la gente puede comprender cualquier cosa y no es así. Llevo mucho tiempo diciéndome a los investigadores que tienen que explicar a la gente lo que están haciendo, y que hay que decirle bien, porque depende de si tienen presupuestos para poder hacer su trabajo. Hasta ahora han vivido en la jaula de cristal, cada uno con su presupuesto, pero ahora tienen que repartir el presupuesto con otros. A la vista de ello, se han dado cuenta de que no tienen más remedio que divulgar mucho y han empezado, aunque la motivación -dinero– no sea muy altruista.
¿La sociedad necesita información sobre ciencia?
Yo creo que lo tiene, pero no lo sabe. Por ejemplo, ¿alimentos transgénicos, sí o no? No podemos fiarnos de los productores ni de los ecologistas. Y cómo podemos tener algún criterio. Bueno, pues para que no o para que sí, tendremos que saber qué es el alimento transgénico. Otro tanto se puede decir de las centrales nucleares, para algunas son buenas y para otras no. Pero si la sociedad escucha a la empresa Westinghouse, que fabrica centrales nucleares, y escucha a Greenpeace, difícilmente puede hacerse cargo del problema real. Riesgos, beneficios, cada uno debe ser consciente de ello. Sin embargo, cualquier avance supone un riesgo. ¿Clonación de células humanas, sí o no? La gente tiene que tener criterios muy claros para responder.
La sociedad necesita ciencia, pero todavía no la tiene. Desde que nos levantamos hasta acostarnos tenemos una relación muy estrecha con la tecnología, porque tenemos un montón de cosas que nuestros antepasados no tenían, electricidad, agua del grifo.
Por otra parte, los recursos no son abundantes, ya que cada vez hay más investigadores para comer en el mismo pastel, y nosotros tenemos que decidir a quién se va a dar la parte del pastel y para decidir eso tenemos que saber.
¿Y a la gente no se le hace duro recibir ciencia?
Desde mi experiencia personal te diré que cuando la ciencia se cuenta bien es muy divertida.
¿Estamos haciendo bien esta tarea?
Cada vez mejor y más. En algunas revistas y en algunos periódicos ya se han eliminado páginas dedicadas específicamente a la ciencia, y eso es bueno, las noticias científicas reciben el mismo tratamiento que el resto de noticias. Antes estaban en el ghetto y ahora están con los demás, es muy importante, fuera de las ciencias adicionales también se acaba.
Lleva 30 años mirando a la ciencia, a una velocidad vertiginosa. Desde la perspectiva de la persona que ha estado mirando, ¿a dónde nos lleva la ciencia?
¿A dónde nos lleva? Potencialmente al paraíso o al infierno. ¿A dónde nos tiene que llevar? El paraíso está claro. ¿Quién debe conducir la ciencia? Científicos, políticos, por supuesto, no; los peatones tenemos que conducir, pero para eso tenemos que saber conducir. Yo creo que XX. el siglo XX ha sido terrible desde el punto de vista de los logros científicos, yo lo resumiría en una sola frase: En 1900, la esperanza de vida de las mujeres alemanas era de media 37 años, superando en la actualidad los 80. Eso XX. Es consecuencia de la ciencia del siglo XX.
Sí, pero los aborígenes australianos mueren a los 40 años.
Porque no tienen recursos creados por la ciencia. ¿Es desequilibrado? Sí, la ciencia ha creado cosas malas, como la bomba atómica. Se puede utilizar para bien o para mal. La sociedad debe saber que cualquier progreso puede suponer un riesgo y que el lema de la ciencia debe ser tomado por los ciudadanos.
¿De dónde surge la idea de hacer un Museo de la Ciencia?
A principios de la década de 1990 un grupo de amigos, formados mayoritariamente por profesores universitarios, comenzó a trabajar en el impulso del museo de la ciencia. Este grupo elaboró un anteproyecto, propuso al Ayuntamiento, a la Diputación, pertenecían al grupo Zientzia XXI. Kutxa, por su parte, decidió en 1996 que era el momento de realizar una nueva obra social. Durante el análisis de las diferentes alternativas se conoció el anteproyecto del grupo Zientzia XXI. Tras hablar con ellos, Kutxa decidió crear un Museo de la Ciencia basado en el anteproyecto de Zientzia XXI.
¿Y cómo le llegó la dirección del Museo de la Ciencia?
Hace dos años y medio me ofrecieron y les dije que sí. Junto a mi trabajo he realizado programas de radio en forma de hobby: 180 Durante 8-9 años en la radio SER, durante 4 años hice sesiones divulgativas en Onda Cero a nivel nacional, actualmente estoy en Radio Popular, Radio Vitoria. Además de los programas de radio, he publicado artículos de todo tipo en todo tipo de publicaciones. Soy miembro de la Asociación Española de Periodistas Científicos, he participado en numerosos seminarios, no sé, los conté una vez y yo creo que ya tendré publicados unos 500 artículos. En cuanto a la responsabilidad con el Museo de la Ciencia, es un gran reto para mí, porque lo que hice como hobby ahora se ha convertido en un trabajo cotidiano, para mí es ideal, terrible. Tengo que hacer lo que me gusta y me pagan.
¿Por qué se ha retrasado mucho la construcción?
El retraso ha sido superior a un año, sí, sobre todo con problemas de construcción, ya que el resto está listo. Hemos tenido falta de personal, porque en la construcción ha habido un boom enorme.
¿Qué aporta el museo al País Vasco, Gipuzkoa, Donostia?
Bueno, como no hay más, le da al País Vasco la oportunidad de ser un museo de ciencia, de una manera informal y lúdica, de educar en ciencia. Y a Gipuzkoa, que vamos a tener cosas concretas de aquí, le va a permitir dar a conocer mejor la realidad de aquí. Tenemos que intentar que las cosas de las empresas de Gipuzkoa y del País Vasco estén aquí para ver qué están haciendo las empresas y las universidades, y sobre todo las de Gipuzkoa. Para San Sebastián, por último, puede ser una oportunidad para fortalecer el turismo. San Sebastián, con San Telmo, el Aquarium, el Kursaal y el Museo de la Ciencia, puede ofrecer una atractiva oferta turística que complemente al Museo Guggenheim Bilbao.
¿Aportará algo a la ciencia?
La divulgación científica afecta sobre todo a la ciencia desde el punto de vista exclusivamente educativo. No queremos ser un museo pasivo, queremos poner lo que la gente quiere saber, recoger la opinión de la gente, para ello tenemos un acuerdo con la UPV/EHU, con el Departamento de Didáctica, para encontrar lagunas, recoger la opinión de la gente y cómo hacer que lo que se hace sea más atractivo. Desde este punto de vista vamos a realizar una investigación pedagógica junto con la divulgación.
Continuáis con el lema "Prohibido no tocar".
Sí, sabemos que es copia, pero es bonito. Lo sacó el Exploratorium de San Francisco y el resto de museos del mundo lo hemos copiado de alguna manera, lógicamente adaptado.
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