Robot cirujano Da Vinci
2009/02/01 Etxebeste Aduriz, Egoitz - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria
No respira ni respira. No hay ningún problema con el mal pulso de los cirujanos. Da Vinci no tiene ni malos ni buenos pulsos, ni por lo tanto los más pequeños temblores. Es capaz de realizar cortes limpios y muy precisos, lo ve en tres dimensiones y puede llegar a lugares donde las manos de los cirujanos de carne y hueso no pueden llegar.
En Euskal Herria ya tenemos dos Da Vinci. El primero llegó a la Clínica Virgen Blanca de Bilbao a finales de 2006, y desde el pasado mes de noviembre se ha incorporado a Policlínica Gipuzkoa de San Sebastián. Se trata de un robot pensado para la cirugía de pequeña herida que está dando excelentes resultados en todo el mundo.
Da Vinci no dejará sin trabajo a los cirujanos de Bilbao y San Sebastián. Los verdaderos cirujanos siguen siendo imprescindibles. El robot Da Vinci no tiene corazón, pero ni cerebro, al menos autónomo, y no puede hacer nada solo: alguien tiene que darle órdenes. Por eso, si Da Vinci va a hacer un buen trabajo, es necesario que esté en manos de un buen cirujano.
El cirujano que trabaja con Da Vinci no trabaja sobre el paciente como en las operaciones habituales. Por el contrario, se sienta en la cónsola situada a unos metros de la mesa de operación, desde donde controla los cuatro brazos del robot que entran en el cuerpo del enfermo. El trabajo que realiza el robot es similar a una laparoscopia, pero tiene muchas más ventajas.
Cirugía de pequeña herida
La laparoscopia fue un gran avance en su día. Las operaciones consisten en sustituir la apertura del cuerpo por pequeñas incisiones que introducen una cámara, luz y herramientas. Esto reduce el tiempo postoperatorio y los riesgos de infección y malestar. De hecho, se evitan las grandes cicatrices, el dolor porcentual y la hemorragia continua.
Y Da Vinci va un paso más allá. Tiene las mismas ventajas que la laparoscopia, pero también más.
Una de las ventajas de Da Vinci respecto a la laparoscopia es su capacidad de ver en tres dimensiones. En uno de los brazos hay dos cámaras y la cónsola tiene un visor para cada ojo. Gracias a ello se consigue verla en tres dimensiones. Además, permite ampliar la imagen hasta 12 veces. De este modo, el cirujano consigue una sensación que realmente se encuentra dentro del cuerpo del enfermo.
Por otro lado, los cirujanos que han utilizado el robot destacan su enorme capacidad de maniobra. De hecho, al final de cada brazo, Da Vinci tiene un mecanismo llamado endowristán (muñeca interior). Imita el movimiento de la muñeca humana, pero tiene un ángulo de movimiento mucho mayor, lo que le permite realizar operaciones que no se pueden realizar con las manos humanas. En cada muñeca del robot se puede colocar cualquier herramienta: para agarrar, cortar, coser, coagular, autenticar, etc.
Otra ventaja que mencionan los cirujanos es que el robot permite eliminar completamente el temblor de los cirujanos, tanto por cansancio en operaciones prolongadas como por pulso fisiológico. Da Vinci maneja a un cirujano que trabaja muy cómodamente sentado y con la cabeza metida en la cónsola sin ver nada más. Esto mejora notablemente los problemas de fatiga y concentración.
Además, el dominio de la técnica es mucho más sencillo que en el caso de la laparoscopia. Aunque varía en función del tipo de intervención, una laparoscopia se realiza 50 o 100 veces para aprender a hacerlo bien, mientras que con Da Vinci se puede conseguir una gran habilidad en 10 o 25 sesiones.
Especialista en Urología
Da Vinci es aplicable en especialidades como cirugía general, ginecología, cirugía cardiaca o pediatría. Pero su mayor experiencia es en urología. En concreto, trabaja en el Servicio de Urología, tanto en Bilbao como en Donostia. Más concretamente, se utiliza para el tratamiento quirúrgico del cáncer de próstata en la Virgen Blanca y Policlínica Gipuzkoa.
El cáncer de próstata se trata mediante prostatectomía radical (extirpación completa de la próstata). Esta operación puede tener efectos secundarios importantes como la imposibilidad de mantener la orina o la impotencia sexual. Y con Da Vinci se reducen considerablemente estos efectos secundarios.
Tienen más experiencia que aquí en EEUU. Llevan allí cerca de ocho años trabajando con Da Vinci y muchas prostatectomías radicales se realizan con el robot. El trabajo realizado a lo largo de estos años ha demostrado que el 98% de los pacientes tratados con el robot logra mantener completamente la orina, mientras que el 60% mantiene la potencia sexual. Por otro lado, la media del tumor residual restante (9%) es mucho menor que en el caso de la laparoscopia (20%), quedando el 94% de los pacientes completamente 'limpios'.
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