¿Agua embotellada o de grifo?
2001/11/11 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
Se recomienda beber 1,5 litros de agua al día. El agua, entre otras cosas, optimiza los intercambios intercelulares, ayuda a regular la temperatura corporal y ayuda a controlar la cantidad de ácido úrico para eliminar toxinas. Pero, como suele decirse, ¿es realmente más beneficioso el agua embotellada que el agua del grifo? ¿Qué diferencia hay, además del precio, entre estas dos aguas? Haciendo una clasificación y sumándonos en los números de la industria del agua, hemos encontrado respuesta a estas preguntas.
Agua de grifo barata y de calidad
La industria del agua embotellada ha experimentado un gran desarrollo en las últimas décadas y su influencia es clara. Se estima que son más saludables que el agua del grifo, cada vez se consume más botellas. Entre las aguas de la botella y la del grifo hay dos grandes diferencias, la primera es la composición química y la segunda el precio. El agua embotellada puede ser 400 veces más cara que el agua del grifo y aunque en la sociedad de consumo se cree que el precio caro es garantía de buena calidad, antes de apostar por las aguas de la botella conviene tener las cosas claras.
Sin hacer caso a la publicidad, hay algunos puntos que hay que mencionar a favor del agua del grifo. El agua del grifo, al igual que el agua de la botella, debe cumplir una serie de requisitos para ser potable. En Europa, cada país tiene leyes para garantizar que el agua del grifo sea potable y antes de llegar a las fuentes de los hogares, esta agua pasa por varios controles. Por lo tanto, si no se produce un accidente puntual, el grifo es agua potable sin miedo.
Sin embargo, a diferencia de la mayoría de las aguas de la botella, el agua del grifo, para cumplir estas condiciones, generalmente pasa por varios tratamientos. Primero se filtra para eliminar las impurezas más importantes. Después, si el agua tiene un exceso de amoniaco, hierro o manganeso, se consigue precipitar o bajar a un nivel adecuado gracias a unos aditivos.
Por último, para evitar la presencia de bacterias, virus y gérmenes es obligatorio desinfectar el agua. Para ello se utilizan ozono, rayos ultravioleta o cloro tan identificable para el consumidor. Los dos primeros métodos no son muy utilizados porque, además de ser más costosos, no tienen efectos de larga duración. El cloro afecta al agua hasta llegar al grifo. Es cierto que el agua de algunos pueblos puede tener un olor y sabor excesivamente cloro, pero es un producto que hay que añadir obligatoriamente.
El resultado es destinar agua potable a las viviendas. Pero si eres de los que prefieren beber agua embotellada por el mal sabor o por otro motivo, tienes que saber qué diferencia hay entre las botellas.
Introducción al agua embotellada
La idea de poner el agua en las botellas proviene de quienes acudían a los balnearios. Estas personas también quisieron disfrutar en su casa de los beneficios del agua y comenzaron a transportarlos en botellas. Con el tiempo, y sobre todo en los últimos 50 años, esta actividad se ha convertido en una industria. En Francia, por ejemplo, de 1947 a 1998, la producción de aguas minerales se ha multiplicado por 20 y ha pasado de 270 a 5,5 millones de litros. En la actualidad, Europa produce 30 millones de litros de agua al año y sus principales productores son Alemania, Italia y Francia. En este último país, la industria del agua mueve anualmente 13 millones de libras (325.000 millones de pesetas).
Dado el desarrollo de esta industria, no es de extrañar que vayamos a la tienda y nos encontremos con una decena de marcas de agua. De diferentes precios, de diseño bonito, de aguas minerales y de manantiales, es una gran variedad y hay que saber clasificar las aguas para no perderse en este mundo.
En general, entre las aguas de la botella se distinguen dos tipos principales de agua. Por un lado, las aguas del manantial y por otro, las aguas minerales. Unos y otros no tienen ningún microorganismo. De acuerdo con la legislación, la fuente de agua estará protegida contra la contaminación, evitando así la presencia de nitratos, pesticidas y metales pesados. Además, antes de entrar en las botellas, según la normativa europea, no se puede añadir ningún aditivo al agua. Los únicos tratamientos que puede recibir el agua son los mecánicos, es decir, la filtración, decantación y ventilación.
La diferencia entre ambos tipos de agua radica en su composición química. Las primeras no presentan peculiaridades y las aguas minerales contienen minerales que les confieren propiedades terapéuticas. Entre las aguas minerales también se distinguen las bastante pobres y las muy ricas. El agua se enriquece en minerales en función de las capas geológicas que atraviesa hacia el acuífero.
Sin embargo, se sabe que el precio no tiene nada que ver con la calidad del agua. El precio se incrementa en función de los gastos de extracción, embotellado y transporte del agua.
Consejos para casos especiales
Los minerales son necesarios y al ser eliminados diariamente por el cuerpo, deben renovarse diariamente gracias a una alimentación adecuada. Los minerales más conocidos son el calcio, el fósforo, el sodio, el magnesio, el hierro... Como ya se ha comentado, la alimentación equilibrada es suficiente para evitar la escasez de minerales, pero en algunos casos, como en el caso de las mujeres embarazadas, la aportación puede complementarse con la ingesta de agua mineral.
Por otra parte, algunos expertos recomiendan el uso de mineral de agua para la preparación del biberón infantil debido a la mayor garantía de ausencia de bacterias y gérmenes y a la mayor seguridad que aporta a pesar de la buena conservación de la dosis de cloro.
Por último, conviene mencionar el caso particular del sodio. Y es que, a pesar de que el sodio es el elemento más importante de los líquidos del cuerpo humano, el exceso provoca un aumento de la presión arterial. En consecuencia, se recomienda beber agua sin sodio para personas con problemas cardíacos.
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