Medicinas, enfermando el medio ambiente

2025/06/01 Etxebeste Aduriz, Egoitz - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Nadie se acuerda muy poco de los medicamentos, una vez que los ha accionado en nuestro cuerpo. Pero la vida de los fármacos no acaba ahí. Los eliminamos y llegan al medio ambiente. Pueden permanecer en nuestro cuerpo un par de horas, décadas en el medio ambiente. Y allí también afectan a otros seres vivos. A este problema están muy atentos la farmacéutica Saioa Domingo Echaburu y el químico ambiental Nestor Etxebarria Loizate.

Ed. PhotoChur/Shutterstock.com

“Se han encontrado fármacos en todo el mundo, en todos los países y en todas las matrices ambientales, sobre todo en el agua, pero también en el suelo, en el aire, en los animales y en el resto de los seres vivos”, explica la farmacéutica Saioa Domingo Echaburu. “Ahí tenemos un problema y un problema bastante grande”.

Domingo, farmacéutico de la OSI Alto Deba y miembro del grupo Basque Sustainable Pharmacy, es especialista en farmacovigilancia. Aunque para él es diario, se da cuenta de que el tema es bastante desconocido: “Si le pides a la gente que designe los contaminantes, mencionará los microplásticos, dioxinas, PCBs, etc.; pero no los fármacos, ni los profesionales de la salud”.

Programa Domingo Echaburu. Farmacéutico de la OSI Alto Deba y miembro del grupo Basque Sustainable Pharmacy.

Nestor Etxebarria es Catedrático de Química Analítica Loizate y tiene una amplia experiencia en la investigación de la contaminación química ambiental, en la facultad de química de la UPV y en la Estación Marina de Plentzia. “Hay que tener en cuenta que estamos derramando continuamente y cada vez más; es una contaminación crónica, y las contaminaciones crónicas pueden influir mucho a largo plazo”, ha explicado Etxebarria. “Y los fármacos no favorecen el medio ambiente, son capaces de producir de todo, incluso en concentraciones muy bajas”.

Esta es una de las características intrínsecas de los fármacos, especialmente perjudiciales para el medio ambiente: se diseñan para actuar en bajas concentraciones. También para ser estables, hasta llegar a la cabra, por lo que a veces pueden durar mucho tiempo. “La situación es muy variable según el fármaco, algunos se degradan rápidamente, pero, por ejemplo, en algunos lagos de Suecia se ha visto que las benzodiacepinas pueden durar 30 años”, explica Domingo.

Así, es muy habitual encontrar concentraciones suficientes para causar daño al medio ambiente. En un estudio toxicológico publicado en 2022, se han muestreado 1.052 puntos en 104 países, y se comprobó que el 43,5% tenían concentraciones de fármacos preocupantes.

Además, al igual que ocurre con otros contaminantes, algunos fármacos se van acumulando en los seres vivos y, en ocasiones, estos seres vivos tienen concentraciones superiores a las que tienen en el medio. En un estudio realizado en los ríos de Europa central, los peces encontraron más de 90 fármacos y en algunos lugares se comprobó que la concentración en la sangre de los peces era mayor que en la sangre de las personas que los administraban. En otro estudio, se analizaron los fármacos que se acumulan en los insectos de los ríos de Australia. Y calcularon que los ornitorrincos que se alimentan de estos insectos, como los antidepresivos, reciben más de la mitad de la dosis que reciben los seres humanos.

Ujus comunes

No sabemos qué les pasa a los ornitorrincos con antidepresivos, pero “muchos de los fármacos farmacoterapéuticos están muy conservados filogenéticamente”, ha advertido Domingo. “Eso significa que estos espíritus no están solo en los seres humanos, pueden estar también en muchos otros animales”.

Un claro ejemplo de ello son las estatinas. En los países ricos se prescriben mucho para reducir el colesterol. “Se encontraron en los mohos —explica Domingo—, los utilizan para la guerra química entre ellos. De hecho son antimicrobianos, pero nosotros los utilizamos contra el colesterol, porque inhiben una enzima clave en la síntesis del colesterol”. Y esa enzima, o muy similar, está en todos los animales. Así, las estatinas pueden tener un efecto antimicrobiano sobre el medio ambiente e inhibir la síntesis del colesterol en todos los animales. Por ejemplo, se ha observado que pueden inhibir la muda del exoesqueleto de diferentes crustáceos en las concentraciones que se pueden encontrar en el medio ambiente.

Nestor Etxebarria Loizate. Catedrático de Química Analítica y Subdirector de la Estación Marina de Plentzia (UPV/EHU).

“Los fármacos o metabolitos que emitimos pueden seguir siendo activos y afectan al medio ambiente, ya que son sustancias muy especiales”, explica Domingo. “Por eso, entre los contaminantes emergentes, los fármacos son los que más preocupan”.

Sin embargo, todavía se conocen pocos ejemplos de esta influencia. “Conocemos muy poco el efecto ecotoxicológico de los medicamentos”, dice Etxebarria. En un estudio de 2019 se estimó que no se conoce el impacto ecotoxicológico del 88% de los fármacos que se utilizan. “Algunos son neurotóxicos, otros citotóxicos, o disruptores endocrinos, algunos pueden causar problemas de fertilidad, otros afectan al crecimiento. Mucha gente investiga ahora en los laboratorios. Por otra parte, cuando se excretan, muchas veces no son fármacos originales, sino derivados metabólicos, y no sabemos mucho sobre el efecto que pueden tener. Eso es otra cosa. La verdad es que hay casi todo por saber”.

Hacia una farmacia sostenible

La iniciativa Basque Sustainable Pharmacy nació con el objetivo de hacer frente a la farmacocontaminación y hacer un camino hacia una farmacia sostenible. “La base de esta iniciativa es la formación, la investigación, la divulgación y la innovación orientada a las soluciones”, explica Domingo.

En la formación se fortalecen porque consideran imprescindible la formación de los profesionales sanitarios en esta materia. Así, se extrajo un postgrado sobre farmacocontaminación y farmacia sostenible. La de este año es la tercera edición del Festival de Cine de San Sebastián.

En cuanto a la investigación, se llevan a cabo de muy diversas formas. Por un lado, se analiza cómo ven el tema y los conocimientos que tienen los profesionales de la salud. “Muchas veces parece que los temas medioambientales son responsabilidad de otros profesionales: químicos, biólogos, etc., pero nosotros utilizamos los medicamentos en nuestro día a día y tenemos esa responsabilidad”, ha reconocido Domingo.

También participan en proyectos de medición de impacto ambiental. Por ejemplo, en colaboración con la asociación AMBAR y la Estación Marítima de Plentzia, se analizaron los delfines desembarcados y se localizaron varios fármacos, entre ellos tres fármacos de uso muy poco habitual en el País Vasco. “Fue la primera vez que se midieron los fármacos en los pliegues y llamaron la atención”, explica Domingo. “Surgieron preguntas como por ejemplo cómo estos fármacos han llegado a los delfines”.

El efecto ecotoxicológico de la mayoría de los fármacos que utilizamos no se conoce. Ed. i viewfinder/Shutterstock.com.

En la Estación Marítima de Plentzia también se investiga el impacto de la farmacocontaminación. Por ejemplo, se está estudiando cómo afecta a la resistencia a los antibióticos. De hecho, “hemos detectado que algunos contaminantes que se liberan de las depuradoras aumentan las resistencias a los antibióticos”, ha explicado Etxebarria. Entre estos contaminantes se encuentran los antibióticos, pero también otros medicamentos y compuestos. “Algunos compuestos de los detergentes que utilizamos en casa también aumentan la resistencia a los antibióticos”, ha aclarado.

“En los experimentos que hemos realizado hemos observado que las bacterias que contienen genes resistentes aumentan la transmisión de estos genes cuando están expuestas a estos contaminantes”, aclara Etxebarria. “Y esa transmisión puede ser entre especies, no solo dentro de la especie. Los poseedores de estos genes resistentes a los antibióticos los liberan al medio y los adquieren otros. Así, las especies que antes no tenían resistencia a antibióticos también desarrollan esta resistencia”.

Domingo también ha subrayado la gravedad del problema y ha reivindicado la perspectiva de la Salud Única: “La incidencia sobre el medio ambiente puede afectar a nuestra salud. El de los antibióticos es muy limpio, pero no solo eso, también se vio con el diclofen. Los buitres desaparecieron y quizá podamos pensar que la desaparición de una especie no es tan importante, pero la desaparición de los buitres tuvo consecuencias para la salud humana. A veces el medio ambiente es considerado como un ser diferente, pero nosotros somos el medio ambiente. Todo está relacionado; ésa es la filosofía de la Salud Única. Y si te da igual la biodiversidad, etc., piense al menos en tu salud, porque al final vendrá”.

Etxebarria también ha reivindicado la misma perspectiva. “El uso de los fármacos ha sido muy antropocéntrico, solo para nuestro bien. Y no hemos tenido en cuenta lo que ocurre cuando son eliminados. Pero la salud es compartida, de todos los seres vivos. Tenemos que cambiar el punto de vista para que no sea tan antropocéntrico, y quizá podamos cuidar mejor el uso de los fármacos”.

Soluciones variadas

En cuanto a las soluciones, ambos expertos coinciden en afirmar que deben ser variadas y que las medidas deben tomarse en todos los puntos de la cadena. Por un lado, hay que mejorar la limpieza de las aguas. “El problema es que los sistemas que se utilizan actualmente en las depuradoras no están diseñados para eliminar los fármacos y otros contaminantes emergentes”, explica Domingo.

Ambos han señalado que la nueva Directiva de Aguas Residuales Urbanas, aprobada el año pasado en Europa, supone un paso más en la introducción de límites más estrechos para más fármacos. “Habrá que actualizar los medios tecnológicos de las depuradoras para cumplir esos límites, pero eso será dentro de 10-15 años”, ha aclarado Etxebarria. “Ahí hay un gran trabajo de ingeniería y gestión. Es complicado, tenemos grandes depuradoras. Otra solución podría ser que los hospitales, por ejemplo, tuvieran sus propias depuradoras. Esto reduciría algo la contaminación”.

Los sistemas utilizados actualmente en las depuradoras no están diseñados para la eliminación de fármacos. Ed. Bilanol/Shutterstock.com

“Y la otra vía es ir al origen del problema —añade Etxebarria—, lo que significa que debemos hacer un mejor uso de los fármacos”. Domingo está de acuerdo, y en ese sentido ha señalado que se pueden tomar muchas medidas. Entre ellas, considera que el uso de menos fármacos sería básico: “Si la sociedad está más sana, necesitaremos menos fármacos. Por lo tanto, hay que empezar por la prevención”.

“No estamos en contra de los medicamentos, en absoluto —matiza—, son muy necesarios, pero también es muy necesario hacerlo con sentido común. Por ejemplo, conocemos la influencia de la polimedicación. Muchas veces se utilizan demasiados medicamentos, lo que perjudica a los pacientes y aumenta la mortalidad. Por lo tanto, si los utilizamos menos, será mejor para los pacientes y el medio ambiente”.

Por otro lado, también se debería hacer un esfuerzo en la generación de medicamentos para que sean más biodegradables. “No es fácil, pero en Europa hay varias iniciativas para impulsar el diseño verde”, dice Domingo.

“La prescripción verde” ha señalado el siguiente. “Para ello, primero habría que conocer el impacto de los medicamentos para poder elegir los más verdes”. Y en segundo lugar, es imprescindible la concienciación y formación de los profesionales de la salud. En Suecia y Escocia, por ejemplo, se han dado algunos pasos en este sentido. “Los médicos de atención primaria tienen una lista para conocer las mejores opciones para el medio ambiente”.

Domingo también ha puesto en valor otro ejemplo de Escocia: la prohibición del gas anestésico desflurano debido a su capacidad de calentamiento atmosférico (2.500 veces más que el CO2). “Es un hito, ya que es la primera vez que un medicamento de uso humano ha sido prohibido por su impacto ambiental”.

“En España, por ejemplo, no está prohibido, pero se ha creado un grupo, ‘Anestesia Verde’, para buscar mejores alternativas”. Algo parecido ocurre con algunos inhaladores para tratar el asma; los gases que utilizan los presurizados como propulsores son muy contaminantes. Y hay alternativas menos contaminantes, como las de polvo seco. “No es la mejor opción para todos los pacientes y siempre hay que adaptarla a las necesidades del paciente, pero en lo posible se trata de elegir la opción más verde”, explica Domingo. “Yo creo que a partir de ahora habrá más ejemplos de este tipo”.

De cara al futuro, los expertos ven muchos y grandes retos, pero Etxebarria ha destacado dos. “Por un lado, tener un enfoque totalmente científico. Queremos saber cómo son estos procesos, qué riesgos puede tener en la naturaleza al liberar fármacos o cualquier otro contaminante, no solo para nosotros, sino para todos los seres vivos”.

El segundo de los retos a los que se ha referido Etxebarria es el de la sociedad. “Nosotros podemos aportar recursos a la Administración para que no empeore el problema y ponga soluciones. Pero la sociedad también tiene que entender que ahí hay un riesgo y que necesitamos la aportación de todos para cambiar las cosas”.

“Yo creo que a medida que logremos un mayor nivel de concienciación, se va a poner más fuerza para afrontar el problema; la formación es clave, el primer paso para afrontar el problema”, dice Domingo. “Y, al final, cambiará nuestra farmacoterapia diaria. Evidentemente hay que tener muy en cuenta la eficacia, la seguridad, el precio, etc. de los medicamentos, pero también el impacto ambiental. Es difícil, pero yo creo que vamos por el buen camino”.

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