Reliquias de las huertas
2008/10/01 Etxebeste Aduriz, Egoitz - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria
No todas las zanahorias son naranjas. Es más, las zanahorias iniciales no eran naranjas. Se cree que los egipcios tenían zanahorias moradas. En el siglo X, los romanos tenían morados y blancos. Y lo dicen los historiadores. los del siglo eran blancos, amarillos, verdosos, rojos, morados y negros. Pero nunca naranjas.
XVI. Hasta el siglo XX no existía ninguna zanahoria naranja. El mérito es de Holanda. Esta zanahoria partió de una luz y, por hibridación, formaron zanahorias naranjas. Era la época de Gilen de Orange y pronto se convirtió en producto nacional. Los holandeses se convirtieron en los principales productores de zanahoria del mundo. Pero no sólo eso; las zanahorias holandesas, además de ser naranjas, eran más dulces y poco a poco sustituyeron a las zanahorias de otros colores. Hoy en día, para la mayoría de la gente no existe otra.
Historias similares han ocurrido con muchas otras hortalizas: pocas variedades han descartado otros miles. Sin embargo, en muchos lugares del mundo, los agricultores que año tras año han conservado sus semillas han conservado algunas de estas variedades antiguas. En inglés se les denomina heirloom. Son reliquias de las huertas. Y entre algunos pequeños productores, en los últimos años la tendencia a volver a estas hortalizas que producían los antepasados está creciendo.
Por la fertilidad
Las zanahorias naranjas creadas por los holandeses pueden tener mejor sabor que las variedades anteriores más amargas. Pero en la mayoría de los casos no ha sido esa la razón de que unas pocas variedades hayan prevalecido sobre otras. Por el contrario, han sido otras razones comerciales las que han motivado este hecho. Los grandes productores buscan ciertas características en las hortalizas, sobre todo fertilidad y uniformidad, además de ser aptos para la recogida, transporte y conservación con maquinaria, etc.
Así, son pocas las variedades seleccionadas por grandes productores. Estas variedades adquieren tanta importancia en el mercado que el resto quedan muy marginados. Y al final, para los pequeños productores, las semillas o plantas disponibles son de esas variedades.
Sin embargo, muchas veces las variedades aptas para grandes productores no son la mejor opción para quien quiera hacer una huerta en casa. Por un lado, porque las condiciones de cultivo industrial no son las mismas. Por ejemplo, los tomates que producen en Almería no son los más adecuados para crecer en el norte de Euskal Herria. Y por otro lado, el pequeño productor puede dar más importancia a otras características como el sabor, la diversidad, etc. que a la fertilidad y la uniformidad.
Fuera del mercado
Así, muchas variedades que no han tenido éxito comercialmente pueden ser muy interesantes para la agricultura de otro nivel. Por ello, el interés por el heirloom es cada vez mayor, sobre todo entre quienes hacen huerta para casa o para mercadillos.
Para dar la categoría heirloom a una variedad de hortalizas es necesario, por un lado, que no sea un "híbrido" (híbrido F1, véase cuadro) y, por el contrario, que la genética esté suficientemente estabilizada para garantizar que de generación en generación se obtenga la misma variedad. De esta manera será posible seguir conservando cada año semillas. Esto no ocurre con muchas variedades comerciales. Y el horticultor está obligado a comprar cada año nuevas semillas o plantas.
Por otro lado, una variedad debe tener una antigüedad o una historia para tener reliquia. Muchas reliquias vegetales tienen entre 100 y 150 años. Pero también hay tesoros de siglos.
Algunas no son tan fértiles como las variedades comerciales, pero quizá son mucho más sabrosas, o están mejor adaptadas a las condiciones de un determinado lugar. Por otro lado, muchos horticultores se han dado cuenta de que sus tomates de huerta no tienen por qué ser rojos y redondos, sino que pueden ser de muchas formas, colores, tamaños y sabores. O simplemente quieren seguir produciendo las verduras que producían sus abuelos.
Así, cada vez más asociaciones e instituciones han empezado a recuperar, mantener e intercambiar variedades que han quedado marginadas. Crean bancos de semillas para almacenar las semillas del mayor número de variedades de forma segura. Pero muchas semillas congeladas no se mantienen bien durante mucho tiempo. Los guisantes, por ejemplo, no pueden mantenerse durante más de 30 años. Por ello, también es importante distribuir las semillas a los agricultores para que las sembren y produzcan nuevas semillas.
Por la biodiversidad
La conservación de semillas y la producción de este tipo de variedades de hortalizas favorecen la biodiversidad agrícola. De hecho, el predominio de las variedades comerciales está provocando una importante pérdida de diversidad. Según la FAO, en Europa, XX. A principios del siglo XX ya se ha perdido el 70% de las variedades de hortalizas y frutos que se producían, mientras que en Asia ha desaparecido el 90% de las variedades de arroz.
Y no sólo las variedades, sino que el ser humano ha utilizado más de 10.000 especies para alimentarse, y hoy en día sólo utilizamos 150. Además, 12 de ellas constituyen el 80% de nuestros alimentos, mientras que sólo cuatro están compuestas por arroz, trigo, maíz y patatas.
El movimiento internacional Slow food también ha destacado el peligro de extinción de ciertos alimentos en esta lista de 750 productos de todo el mundo. Entre ellos se encuentra el tomate 'Aritxabaltako moskorra'. En pocos caseríos de Gipuzkoa es el tomate producido y mantenido año tras año, jugoso y sabroso, de pocas semillas y rojo oscuro casi granate.
¿Alguna vez has probado 'Aritxabaltako moskorrik'? ¿Y antes de que llegara Colón producían purpurines de tomate? ¿O una zanahoria blanca, amarillo, roja o morada? Si no conocías eso, ahora sabes que están ahí, ¡hay que buscarlos!
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