Aizpea Zubia: "Imitamos moléculas de la naturaleza, pero con las más pequeñas"

De hecho, estudiaba química de polímeros en la carrera. En mi proyecto de quinto curso estábamos sintetizando polímeros con propiedades especiales. Las propiedades especiales de los polímeros se obtenían mediante la síntesis orgánica de monómeros especiales y la polimerización de los mismos. Ahí me gustó la química orgánica. Por eso, contacté con el equipo de Fernando Cossio para realizar la tesis doctoral.
Yo creo que da mucho juego, aunque por definición es algo muy sencillo (químico de estructuras que contienen carbono, hidrógeno, etc.). Por ejemplo, hay que tener en cuenta la quiralidad, la asimetría de los enlaces interatómicos. Estas características aparecen también en otros tipos de química, pero son menos comunes.
Pues un poco como cocinar: mezclar los productos, calentarlos, dejarlos durante un tiempo, ver si avanza la reacción...
Sí. Bueno, entrar en el campo de la farmacología fue una casualidad. Un equipo médico nos pidió una colaboración. Ahí empezamos a diseñar y sintetizar las cosas que ellos necesitaban. Vimos que nos llevábamos bastante bien y que era un tema interesante y lo hemos mantenido.

Por un lado, porque tiene mucho que ver con la base de la vida, muy importante en todos los sistemas biológicos. Y por otro lado, porque da mucho juego también desde la ciencia básica. Precisamente, nuestra investigación se ha centrado en cómo controlar o cómo inducir la quiralidad de un lado a otro. Es, en definitiva, un reto.
Sí, quizás indirectamente. La verdad es que ahora veo la necesidad de leer más sobre biología molecular. Y no sólo por el trabajo, sino porque hacemos inhibidores, sino también para satisfacer mi curiosidad. Mi conocimiento es limitado en este ámbito.
En los últimos años se hace un esfuerzo enorme en este sentido, pero creo que todavía hay que mejorarlo. Quizá en la sociedad, la gente tiene muchos temas científicos alrededor y no se da cuenta de ello. No se da cuenta de que debería saber más o tener más información.
Un poco sí. Y esto puede estar relacionado con el modo en que se enseña Química en secundaria. Comienza directamente por la nomenclatura. Es como poner delante un diccionario para que aprenda de memoria. Además, en otros lugares será diferente, pero aquí, en el País Vasco, las industrias como la máquina herramienta han sido mucho más fuertes. No había muchas industrias químicas, y por eso la gente tiene poca tendencia a estudiar Química. Sin embargo, esto está cambiando mucho.
Como empresa no trabajamos mucho la investigación básica. Realizamos investigación aplicada. Se trata de una investigación orientada a desarrollos industriales, siempre en el campo de la química orgánica, con moléculas susceptibles de ser fármacos.

Estando trabajando en el equipo universitario, nos surgió la oportunidad de trabajar con varias empresas biotecnológicas. Una de sus principales necesidades era la formación de nuevas moléculas. Normalmente formaba parte de los programas de búsqueda de nuevos fármacos. Nos dimos cuenta de que ahí teníamos un hueco, pero desde el punto de vista académico no tenía tanto interés. Era un planteamiento diferente. Entonces pensamos, por qué no, que podíamos crear una empresa para trabajar en este campo.
Tratamos de imitar las moléculas de la naturaleza, pero con las moléculas más pequeñas posibles para su posterior utilización como fármacos. La estructura tridimensional en la que hemos asentado unas posiciones en proteínas naturales nos permite obtener una geometría que se adapte a esta posición mediante moléculas cíclicas. La forma de ciclo determina mucho la geometría de la molécula. De ahí el interés general de las moléculas cíclicas.
Sí, no sé si es por las leyes del mercado o por qué, pero la visión ha cambiado un poco. Las grandes multinacionales se han dado cuenta de que les sale más rentable, en lugar de hacer todo el proceso desde el principio, comprar moléculas o patentes a quienes ya han hecho la mitad de su trabajo y ver qué hacen tanto los grupos universitarios como las pequeñas empresas. Y empresas como Ikerchem tienen aquí un txoko.
Sí y no. Que yo sepa, en nuestra Comunidad Autónoma la única basada en la química orgánica es la nuestra. Otros trabajan en el campo de los fármacos, pero desde el punto de vista proteómico u otros. A nivel estatal hay más empresas similares pero con sus particularidades. La empresa Enantia, por ejemplo, trabaja mucho con moléculas quirales.
Nuestra peculiaridad es que combinamos química computacional y sintética. Y ha sucedido… bueno, nosotros todavía acabamos de empezar, pero sabemos que en otros casos se han reunido dos o tres pequeñas empresas para colaborar. Por lo tanto, a veces lo que puede ser competencia se convierte en cooperación.

Sí, sin duda; y siendo una empresa pequeña más. Una aproximación de las multinacionales consiste en tomar colecciones de compuestos y realizar ensayos masivos hasta encontrar cuatro o cinco moléculas que funcionan. Nosotros no tenemos capacidad para hacerlo. Por ello, nuestra aproximación es analizar el sistema biológico a través del ordenador y realizar una búsqueda más dirigida.
A veces parece que ya todo está investigado y otras veces lo contrario. Ahora nos hemos dado cuenta de que el uso de microondas ha recuperado muchas reacciones que estaban a medio punto. Algunos no salían bien y otros no se hacían en condiciones adecuadas. Pero las reacciones funcionan mediante microondas.
Es el mismo principio que utiliza el microondas doméstico para calentar la leche. Del mismo modo, se puede conseguir la reacción de varias moléculas. Existen aparatos industriales para aplicar la radiación de microondas a la ciencia. La reacción, en lugar de calentarse, se pone en marcha mediante microondas. Mucho XIX. Son reacciones anunciadas en el siglo XIX, que funcionaban en papel pero que en el laboratorio no conseguían realizar. Ahora lo han conseguido utilizando microondas. Es una nueva perspectiva.
Me cuesta un poco, pero hago muchas otras cosas que no tienen nada que ver con la química, tengo muchas aficiones. En esta profesión hay gente que tiene veinticuatro horas pensando en el trabajo, no es mi caso. Pero, por ejemplo, cuando estoy haciendo zapping en la tele, si encuentro cosas de ciencia, o de tecnología, las veo a gusto.
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