Patrimonio radiactivo a 300 años

Nos esperan el director de El Cabril, Carlos Pérez Estévez, y la responsable de comunicación, Marta Arroyo Abad. Nos han recibido con amabilidad y nos han llevado a una sala para ver un vídeo de presentación. A continuación nos dan algunas explicaciones. Nos cuentan que las instalaciones comenzaron a construirse en 1990 y que desde 1992 recoge los residuos radiactivos.
En concreto, en El Cabril se almacenan residuos de medio y bajo nivel de radiactividad procedentes de 800 instalaciones radiactivas (hospitales, industrias, centros de investigación) repartidas por España y de ocho centrales nucleares españolas. El combustible utilizado en las centrales, por su parte, tiene un alto nivel de radiactividad y, por el momento, se almacena en el estanque de inactivación de cada central nuclear.
Por tanto, desde las centrales nucleares sólo se envía el material utilizado en las operaciones, como guantes, trapos, filtros, resinas, lodos, etc. Todos los residuos radiactivos generados en hospitales y centros de investigación son de radiactividad media-baja: batas, guantes, jeringas... Por último, los residuos generados en las industrias también se encuentran dentro de este nivel de radiactividad.
Riesgos controlados

Estos residuos llegan a El Cabril en camiones. El número de camiones que llegan al año es de unos 300, y muchos de ellos están preocupados por los accidentes que se pueden producir durante el transporte. Al preguntarle al Director Pérez nos responde: "Durante todos estos años que llevamos trabajando no ha habido ningún accidente".
No ha habido terremotos, pero también preocupa a algunos de los habitantes de los pueblos vecinos y a los grupos ecologistas. De hecho, los residuos radiactivos se recogen en las instalaciones existentes en la actualidad en superficie, quedando posteriormente enterrados. Para que los materiales dejen de ser radiactivos serán necesarios trescientos años. ¿Qué pasaría con un terremoto? El director también responde plenamente con certeza: "Las instalaciones están preparadas para soportar un terremoto de magnitud 8 en la escala Ritcher". Además, todos los residuos se almacenan solidificados, por lo que no se pueden producir fugas de gases o líquidos.
Para conocer de primera mano dónde y cómo se almacenan y qué medidas de seguridad adoptan, Arroyo nos invita a visitar sus instalaciones. De esta manera, hemos ido con él a la sala de control. La sala está llena de ordenadores desde los que se dirigen todas las operaciones de acondicionamiento y almacenamiento de residuos. Todas las operaciones están totalmente automatizadas, es decir, en la instalación de acondicionamiento y en el almacén no hay personal, todo se hace desde la sala de control. Esto permite que el personal no tenga contacto con el residuo radiactivo.
Acondicionamiento y almacenamiento

Otros materiales, como piezas de centrales nucleares, filtros, etc. ya llegan adaptados, es decir, preparados con mortero. Estos envases los depositan directamente en los contenedores y los compactados en los mismos contenedores.
Los contenedores son cubos de 2 m de lado que producen en el propio Cabril con hormigón de mayor calidad. En cada uno de ellos entran 18 recipientes y una vez llenos inyectan mortero para inmovilizar el contenido. Arroyo nos ha explicado que disponen de contenedores en el lugar durante 20 horas para que "se endurezca bien el hormigón" y después los almacenan.
El Cabril dispone de 28 estructuras de hormigón de almacenamiento sobre dos plataformas de hormigón. La plataforma norte consta de 16 estructuras completas. Por lo tanto, actualmente se están guardando los contenedores en la plataforma sur. Para llevar los contenedores desde las instalaciones de acondicionamiento hasta la estructura se utiliza una gran grúa que se dirige desde la sala de control.

Las estructuras se encuentran en fase de llenado con una cubierta móvil que impide la entrada de agua de lluvia. A medida que van llenando las estructuras, llevan la cubierta móvil a la siguiente estructura, cerrando la estructura rellena con una losa de hormigón de medio metro de espesor. Finalmente, la estructura cerrada es impermeabilizada con una cubierta sintética.
Una vez finalizado el periodo de explotación de El Cabril, se procederá a su cubrición total alternando materiales drenantes e impermeables. A continuación se procederá a la explanación con tierra y mediante la plantación de plantas autóctonas quedará en armonía con el entorno. A partir de ese momento y durante 300 años se pondrá en marcha un programa de control y vigilancia.
300 años, 3 siglos
El material radiactivo almacenado en El Cabril estará enterrado en el interior de las barreras de hormigón. La primera barrera es el recipiente, la siguiente el contenedor, la estructura de almacenamiento y finalmente las capas y el suelo que lo cubrirán todo. En total hay un hormigón de 10 metros de espesor y una cubierta impermeable de varios metros entre el residuo radiactivo y el medio natural. Objetivo: evitar el contacto del agua con residuos radiactivos.

Cada estructura tiene un hueco de caño por el que se obtendría si se filtrara el agua. Por lo tanto, sabrían fácilmente en qué estructura se encuentra el problema. Entonces, deberían quitar la tapa y reparar las grietas. Una vez preguntado qué harían con el agua filtrada, Arroyo nos ha respondido que comprobarían si tiene radiactividad y si fuera así lo tratarían. La utilizarían para hacer hormigón y la guardarían como otros materiales. De esta forma, quedaría garantizada una de las principales condiciones de la instalación: ausencia de vertidos radiactivos.
No nos ha contestado, sin embargo, cómo van a garantizar que alguien se encargue de controlarlo durante unos 300 años. Es el tiempo que tardan en estabilizarse los residuos radiactivos. De hecho, el periodo de semidesintegración de los isótopos de los residuos con un grado de radiación medio y bajo es de 30 años como máximo, lo que significa que a los 30 años su nivel de radiación ha disminuido a la mitad. Tras diez períodos de este tipo, es decir, pasados 300 años, el grado de radiación de los residuos será similar al del entorno.
Residuos con muy bajo nivel de radiación

Pero antes, los almacenes de El Cabril deben quedar llenos. De continuar con la tecnología actual, se prevé que sea de unos 30 años. Mientras tanto, también se está preparando un almacén para residuos con muy baja radiación.
En 1998 y 2001 dos acerías andaluzas, y en 2003 otras dos de Sestao y Gijón, se generaron accidentalmente un montón de residuos con muy baja radiación. Los llevaron a El Cabril y allí los tienen en su superficie, recubiertos de un toldo impermeable. Para su correcta conservación, se ha construido ya una estructura de 30.000 m 3 de capacidad y se han previsto tres nuevas.

Ambos aspectos son objeto de un exhaustivo seguimiento en El Cabril. Al estar todo automatizado, el personal no tiene contacto con los residuos. Sin embargo, realizan las mediciones habituales, por ejemplo, cuando nosotros hemos salido de la visita a la instalación de acondicionamiento, hemos pasado por un aparato que mide la radiactividad. Se colocan las manos y, junto a un pitido, aparece en la pantalla: Garbi. Es decir, limpio.
El control ambiental se realiza mediante la toma de muestras intermedias de aire, agua y ecosistema (vegetación, alimentos, peces, etc.). Según Arroyo, nunca se han detectado efectos derivados de la actividad de las instalaciones. Así lo requiere.


Buletina
Bidali zure helbide elektronikoa eta jaso asteroko buletina zure sarrera-ontzian







