Jaizkibel, caprichos de la piedra arenisca


En la costa entre Hondarribia y Orio, a lo largo de 40 kilómetros, hay grandes tesoros, geológicos y biológicos, conservados por los estratos areniscos de la formación Jaizkibel. Carlos Galán y otros compañeros del Departamento de Espeleología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi llevan 14 años investigando estos estratos de arenisca y hasta la fecha han encontrado más de 220 cavidades y puntos de interés geológico.

La formación Jaizkibel, que reúne a Igeldo, Ulia y el propio Jaizkibel, es un flysch creado hace unos 54-45 millones de años (en el Eoceno). La peculiaridad de este flysch es que se acumularon grandes cantidades de arena. Esta arena fue sedimentada en fondos abisales y se transformó en arenisca. Después, desde su salida a la superficie, se han producido procesos de karstificación en los estratos gruesos de arenisca, lo que ha dado lugar, según ha explicado Galán, a "un karst o pseudokarst especial, lleno de cavidades y geoformas. Muchos son nuevos para la ciencia y los únicos que se conocen en el mundo".

"La formación de cuevas en la arenisca es muy rara, ya que normalmente la erosión superficial convierte la roca en arena", dice Galán. Pero en Jaizkibel, el agua se infiltra en la roca, se genera un acuífero subterráneo en el que se forman cavidades debido a la disolución del cemento de la piedra arenisca y parte de los granos de cuarzo. "Aunque las más frecuentes son pequeñas cuevas, también existen grandes cavidades, tanto secas como hidrológicamente activas. Hoy en día conocemos simas de 70 metros de desnivel, cuevas de 250 metros de longitud y cavidades de hasta 40 metros de diámetro y 8 metros de altura".

En la arenisca de Jaizkibel los procesos de disolución y precipitación son más complejos que en los karst clásicos (caliza). Se generan soluciones de gran reactividad, a la que en ocasiones se suma el efecto de los ácidos orgánicos producidos por los microorganismos. Así, en el acuífero subterráneo se producen procesos de difusión, convección y ondas de actividad química. Todo ello da lugar a estructuras de banda rítmicas, bercementación y precipitaciones en forma de hexágono o poligono, o diseños fractales... "Son procesos de autoorganización en el entorno inorgánico, en el ámbito de los sistemas complejos no lineales", dice Galán.

Entre las geoformas singulares de Jaizkibel, además de las distintas formas alveolares y las celdas abejeras, destacan los boxwork gigantes, las formas coralinas, los nódulos y las destrezas de distinto tipo, las formas cordadas, las bandas de Moebius, los anillos y bandas de Liesegang, y las estructuras troqueladas que parecen jeroglíficas.

El espeleotema (estalactita, estalagmita...) son también muy especiales, compuestos de minerales insólitos: opalo-A, magnetita, hematita, goethita, silicatos de aluminio amorfo, alófano, yeso, calcita, calcedonia, anatasa...

Por otra parte, también se han localizado ecosistemas con más de 50 especies de estas cuevas. Entre estas especies se encuentran las terrestres, las de agua dulce y las marinas, y algunas son los "fósiles vivos" del Terciario.

Galán y sus compañeros han publicado más de 40 artículos de gran difusión internacional. Pero, "a pesar del gran interés científico, las investigaciones del karst de la piedra arenisca de Jaizkibel se han llevado a cabo sin ningún apoyo oficial y con muy pocos recursos --denuncia Galán- y han sido silenciadas por la administración, sobre todo por ser un obstáculo para el desarrollo del superpuerto de Pasaia. Ahora, cuando este problema parece que ya no existe, conviene precisar que lo que conocemos sobre el karst de la piedra arenisca no es más que la punta del iceberg, y que existe una gran posibilidad de realizar más prospecciones, investigaciones y descubrimientos en el futuro".

Galán subraya la importancia de conservar este patrimonio geológico y biológico, "pero para conservarlo hay que conocerlo y valorarlo antes, y para ello es necesario impulsar y financiar más investigaciones, y eso todavía falta". Finalmente, Galán ha dejado claro que "muchas cavidades y geoformas se encuentran en áreas de escarpes verticales, acantilados y difícil acceso, y en muchos casos son extremadamente frágiles, por lo que no pueden soportar turismos y, por lo tanto, no deberían fomentarse, sino conservación, protección e investigación".

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