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Radiografías con celo

2008/11/30 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia

Un equipo de investigadores de la Universidad de California ha descubierto la forma más económica (o más barata) de emitir rayos X: tomar un trozo de celo de un celo de un celo. Además, se ha dicho que cualquier celo vale, se probó con celos de distintas marcas y vieron que todos emiten rayos X. Pero que nadie se preocupe: es imprescindible que esa acción se realice a cero.
Los celadores pueden ser la forma más económica de emitir rayos X.

Este fenómeno se conoce como triboluminiscencia, es decir, a la emisión de rayos al presionar, frotar o frotar unos sólidos contra otro. Sin embargo, no siempre se generan rayos X. Sabemos, por ejemplo, que al morder un azucarillo se produce luz. Eso sí, es una luz muy baja y para su detección hay que mirar a oscuras.

Tras una vieja sospecha

Más de uno de los que se conocería que el propio celo también emite luz. Al igual que en el caso del azúcar, hay que salir a oscuras del envoltorio para ver la luz, ya que es muy modesta. No es tan conocido que emite rayos X, pero no es la primera vez que algunos científicos lo dicen. En la década de 1950, un grupo de investigadores rusos sugirió que al deshacerse del celo se emitían rayos X.

De ahí partió el equipo de California. No era posible que el papel celoso normal, ni tampoco que la fuerza necesaria para sacar el celo de un celo fuera suficiente para emitir rayos X.

Para que el potencial de generación de rayos X sea relativamente grande, es necesario diferenciar muy bien las superficies (Foto: J. Escobar).

Por lo tanto, para aclarar si lo dicho por los rusos tenía algún fundamento, se procedió a repetir el experimento. En una cámara de vacío, es decir, en un recipiente que se le quitó el aire interior, se colocó un celo y se amarró el extremo a otro. Uno de ellos se colocó girando y en uno se fue pegando el despegado en el otro.

Antes de su puesta en vacío, un aparato de medida de radiación demostró que el celo no emitía rayos X. Después se colocó una tapa de plástico y se sacó el aire interior, y entonces sí se vio que emitía rayos X.

Además, pudieron demostrar que la cantidad de rayos emitidos era suficiente para realizar la radiografía de un dedo de uno de los científicos. El científico colocó el dedo sobre el punto en el que el celo estaba despegando. Con las placas que utilizan los dentistas para realizar radiografías se obtiene una radiografía del dedo del científico. No fue una radiografía de gran precisión, pero se detectaba el hueso.

Imprescindible vacío

Al principio, los propios científicos se asustaron un poco, porque el celo se usa en todas partes y para todos, y que la exposición a rayos X puede ser peligrosa.

La cantidad de rayos emitida fue suficiente para realizar la radiografía de un dedo.
J. Escobar, C. Camara y S. Putterman

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que es imprescindible despegar el celo al vacío para conseguir la emisión de rayos X. Los propios científicos explicaron la razón. Los rayos X emitidos se producen de forma parecida a los rayos: una de las dos superficies que se separan al despegar el celo se carga y la otra al revés. Algo parecido ocurre con las nubes antes de que se produzca un rayo; la parte superior e inferior de las nubes reciben una carga opuesta. En un momento dado, cuando el potencial entre dos cargas es suficientemente alto, se produce una descarga de electricidad y es entonces cuando vemos la luz del rayo.

Pues bien, para que el potencial de generación de rayos X llegue a ser relativamente alto, es necesario diferenciar mucho las superficies. Si no se separan en vacío, las partículas del aire se interaccionan con las superficies que se están separando y se descargan. Por lo tanto, si no es en vacío, no se pueden generar rayos X y, por tanto, no hay peligro.

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