¿Por qué somos buenos?
2016/05/11 Artaetxebarria Artieda, Xabier - Telekomunikazio-ingeniaria Iturria: Elhuyar aldizkaria
Cuando hablamos de la ley de la selva, nos viene a la mente la crueldad de la naturaleza, que es que el fuerte aplasta sin piedad. Sin embargo, estudios realizados en las últimas décadas han puesto de manifiesto que los comportamientos altruistas están más extendidos en la naturaleza de lo que antes se pensaba, tanto entre individuos de la misma especie como entre especies diferentes. ¿Pero eso no va en contra de la selección natural? Si a lo largo de la evolución se han seleccionado los genes más adecuados para sobrevivir y reproducirse, ¿cómo han llegado hasta el momento los genes que empujan a un ser a ayudar a otros? Los investigadores han propuesto varias explicaciones sobre el origen del altruismo y han sido duros debates. Estas divergencias llegaron además a los periódicos, como The Guardian, donde Edward Wilson, de Harvard, hizo uno de los mayores desprecios que se pueden hacer entre los científicos, Richard Dawkins, de Cambridge, en llamar periodista. Veamos en qué consiste esta polémica y, sobre todo, intentemos responder a la pregunta del título.
¿Es raro el altruismo en la naturaleza?
Cuando una marmota ve un halcón en el cielo, lo mejor para salvar su vida es ocultarlo lo más rápido y silencioso posible. En su lugar, comenzará a gritar para advertir al grupo de especies presentes en la zona. Los murciélagos de la familia Desmonditinae se alimentan de la sangre de otros animales y si permanecen dos días sin comer, corren el riesgo de morir. Dentro de estos vampiros murciélagos, es habitual que un individuo que no ha obtenido suficiente sangre en alguna noche, sea alimentado, resurgido, por otro del grupo. Y para elegir uno de los muchos ejemplos de insectos: en algunas especies de hormigas, las hormigas soldadas de una colonia darán vida por defender el nido. La lista de este tipo de comportamientos altruistas es muy larga y cada año se encuentran nuevos casos.
No es inmediato que estos comportamientos se expliquen en base a la teoría de la evolución de Darwin, aunque está asumido que nada tiene sentido en la biología si no es a la luz de la teoría de la evolución, como dijo el investigador Dobzhansky. Y es que, en definitiva, esta teoría nos dice que la selección natural influye sobre las mutaciones que se producen en los organismos, seleccionando aquellas que son aptas para sobrevivir y reproducirse y descartando aquellas que son inadecuadas. Así pues, parece que los comportamientos de las marmota, murciélagos o hormigas que hemos mencionado deberían desaparecer, ya que la marmota que se oculta en silencio tiene más posibilidades de supervivencia, el murciélago que se reserva todo el alimento obtenido o la hormiga que abandona ante un ataque.
¿Egoísmo escondido?
XX. A finales del siglo XX tuvo gran influencia el libro The Selfish Gene de Richard Dawkins (Gen egoísta, 1976). Decía que los organismos son como robots programados por los genes y que el objeto de la selección natural es el gen, no el organismo. Al describir el gen como egoísta, Dawkins quiere decir que entre los diferentes genes existe una cierta lucha para no desaparecer de una generación a otra. En general, los genes que favorecen la supervivencia y la proliferación del organismo que gobierna serán los que presentan mayores probabilidades de no desaparecer. Para explicar el altruismo que se observa en la naturaleza a partir de esta forma de entender la evolución, se puede utilizar la teoría de la selección de parientes de Hamilton o el ajuste inclusivo. Siguiendo con el ejemplo de la marmota, es cierto que un individuo pone en peligro su supervivencia cuando grita al ver a un depredador, pero a la vez ayuda a los miembros que le rodean. Estos miembros, probablemente familiares, van a tener muchos genes en el baño, y es una cierta probabilidad de compartir el gen que provoca un comportamiento altruista: 50% para padres y hermanos, 25% para primos, etc. De esta forma, el gen egoísta que provoca el grito de alarma de la marmota está garantizando la supervivencia de las copias del mismo gen que formarán parte de los familiares de este tipo de mareas. El biólogo británico Haldane lo explicó perfectamente cuando le preguntaron si llevaría una vida por un hermano que estaba a punto de ahogarse: “No, pero salvaría a dos hermanos u ocho primos” Por lo tanto, los comportamientos altruistas serían consecuencia de un cierto egoísmo de los genes y se han mantenido porque han garantizado la supervivencia de algunos genes.
Se han presentado numerosas pruebas de ajuste inclusivo. Por ejemplo, el caso de las ardillas que producen gritos similares a las marmota antes mencionadas: Paul Sherman, tras tres años de estudio de un grupo, llegó a la conclusión de que los supervivientes de más parientes ponían más a menudo su vida en peligro para advertir a los demás.
Te ayudaré porque tú también me ayudas
El ajuste inclusivo puede ser apropiado para explicar el altruismo entre familiares o, al menos, organismos con los mismos genes. Pero en la naturaleza, el altruismo también se da fuera de las relaciones de parentesco. Por ejemplo, en el caso de los vampiros murciélagos no está claro que se ayude más a los familiares que al resto del grupo. Se necesita, por tanto, una explicación adicional del origen del altruismo, que podría ser el llamado altruismo mutuo (propuesto en 1971 por Robert Trrivers de la Universidad de Harvard). Según este modelo, la selección natural puede adoptar ciertos comportamientos altruistas, que a corto plazo parecen perjudiciales para el organismo altruista pero que pueden beneficiarse a largo plazo. En el caso de los murciélagos, el grano que se ha saturado en un día puede sufrir un pequeño daño, entregando parte de lo ingerido a un compañero de hambre. Por el contrario, si algún otro día no consigue alimento, puede ser de vital importancia donar un poco de sangre al grano que ayudó ese día. Este tipo de altruismo también puede darse entre individuos de diferentes especies. Por ejemplo, las aves de la especie africana Indicator indicator indican a los seres humanos dónde se encuentran las colmenas, y aprovechan para comer larvas y ceras que tras haber recibido la miel la colmena queda abierta.
Fuerza del equipo
El propio Darwin en su libro The Descent of Man (El origen del hombre, 1871) mencionó que si los miembros de una tribu tuvieran altos niveles de patriotismo, lealtad, obediencia, coraje y simpatía, tendría una ventaja competitiva frente a otras tribus y, por tanto, el número de buenos seres humanos aumentaría de generación en generación. Es decir, propuso que la selección natural también podía trabajar a nivel colectivo. Sin embargo, este enfoque perdió fuerza en el siglo XX. En la segunda mitad del siglo XX se veía que las explicaciones relacionadas con el gen egoísta eran suficientes. Con el cambio de siglo, sin embargo, ha vuelto con fuerza como componente de la selección multinivel. Esta teoría sostiene que la selección natural puede producirse en diferentes niveles organizativos: genes, células, organismos, grupos o especies.
Edward O de la Universidad de Harvard es uno de los defensores más conocidos de esta visión. Biólogo Wilson. En su libro The Social Conquest of Earth (La conquista social de la Tierra, 2012), explica que las especies que más éxito han tenido en la tierra han sido los insectos sociales y el hombre, que han alcanzado el nivel más elevado de organización de la sociedad. En el caso de las especies de insectos, han llegado a esta situación mediante la selección de reinas. En el caso de los seres humanos, la principal fuerza evolutiva sería la selección multinivel. Según Wilson, a nivel individual los comportamientos egoístas tienen la ventaja de que quien guarda la comida tiene más posibilidades de supervivencia que quien lo comparte todo. A nivel grupal, por el contrario, el altruismo es más beneficioso, ya que un grupo de individuos altruistas es más potente que el de los egoístas. Y el hecho de que estas dos fuerzas contrarias guíen conjuntamente la evolución humana explicaría la característica de ser altruistas y a la vez egoístas. Este libro, junto con un artículo publicado anteriormente con la misma tesis en la revista Nature, suscitaron un debate en el que las personas que a lo largo de los años han trabajado en torno a la selección de parientes y el altruismo mutuo manifestaron que su trabajo se despreciaba de alguna manera. El crítico más exigente fue el ya mencionado Richard Dawkins, que llegó a decir sobre el libro de Wilson: “este libro no es excluyente sin más. Después, cuando le preguntaron a Wilson sobre este tema, dijo que él sólo discutía con los científicos, y no con Dawkins, porque en su opinión Dawkins era periodista y los periodistas sólo cuentan lo que los científicos habían encontrado. Eso significaba que Dawkins hace tiempo que no había publicado una investigación original y escribía artículos y libros para el público en general.
Más allá de esta polémica personal, no existe consenso entre los científicos para decidir cuál es el proceso evolutivo más importante que influye en el origen del altruismo. Los defensores de la elección multinivel no niegan que pueda producirse un ajuste inclusivo y un altruismo mutuo, pero dicen que no se corresponden con muchas observaciones y que hay pocas pruebas favorables. Y por el contrario, los partidarios de estos dos procesos afirman que las condiciones para que se produzca la selección en grupo son muy pocas.
El tiempo dirá cuál es la mejor explicación del origen del altruismo. Los investigadores continuarán realizando observaciones en la naturaleza, aplicando modelos matemáticos para explicar lo visto y transmitiendo conclusiones. Si las teorías hasta ahora no dan buenos resultados, surgirán nuevas y, en el camino, no dejaremos de aprender. Mientras tanto, sigamos siendo buenos.
Bibliografía
DAWKINS, R. (1976): The Selfish Gene.
ELOSEGI, A. (1995): Sexo en el juego evolutivo Estrategias Motor de la Evolución - Ugal.
PEREZ, J.I. (2015): "La unidad de seleccion en la evolucion y el origen del altruismo", Cuaderno de Cultura Científica (culturacientifica.com).
WILSON, S.L. (2012): The Social Conquest of Earth.
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