Sin tocar, al fondo de las obras
Sin tocar, al fondo de las obras

Jugando con la luz
En el campo de la luz visible, la fotografía puede ser una de las técnicas más comunes para el estudio científico de las obras de arte y es muy útil. En general, las técnicas de fotografía utilizadas son las fotografías en blanco y negro y en color realizadas a través de la luz incidente y las fotografías tomadas a través de la luz rasante y la luz emitida.
El uso de luz rasante es la disposición del foco de luz en el mismo plano del objeto. Así, la luz ilumina todos los elementos situados fuera del plano y proporciona un cierto mapa de información de todas las capas que componen la obra.

"En el caso de la luz emitida, los focos de luz se colocan en la parte posterior de la obra y nosotros recogemos la imagen que nos informa de las pinturas superficiales", afirma Ruiz-Ozaita. Esto aporta mucha información. De hecho, esta luz también puede atravesar en gran medida objetos translúcidos, grietas, abrasiones, partes perdidas o objetos opacos con partes transparentes. Informa sobre posibles craquelados y/o alzados en diferentes zonas, así como sobre posibles tensiones e interacciones entre diferentes materiales. De esta forma se puede analizar, entre otras cosas, cómo ha realizado la obra.
Además, para conocer los detalles de la obra se utiliza la macrofotografía y la microfotografía. La diferencia entre ambos radica en el aumento de la imagen. En macrofotografía se puede conseguir que la imagen real se incremente diez veces. Esto permite realizar una observación de detalles de interés específico, un análisis del estado de la técnica y de los materiales y un cierto control de la eficacia de los tratamientos.
En microfotografía se alcanzan mayores incrementos que en macrofotografía. Al fin y al cabo, uno y otro dan a conocer la estructura de las pinturas a nivel macroscópico y microscópico.

Invisible
Al margen del espectro visible, la luz ultravioleta, el infrarrojo y los rayos X también se utilizan para preservar el patrimonio artístico. "Para iluminar la obra con luz ultravioleta utilizamos la lámpara Wood, iluminación que produce una fluorescencia de once tonos sobre la superficie del objeto. Nosotros analizamos esos tonos", dice Ruiz-Ozaita. "Estos tonos nos dan información sobre todo de barnices y nosotros los vemos como manchas oscuras. Al fin y al cabo, estas manchas nos hablan de los retoques de la obra a lo largo de los años". Estos retoques se utilizan para reducir ligeramente el escote de los personajes de los cuadros o para cubrir desnudos, entre otros.
En la reflectografía infrarroja se ilumina la obra con una lámpara incandescente y se recoge el espectro de infrarrojo. La radiación reflejada por el objeto es detectada por un sistema sensible a la luz infrarroja y convertida en imagen visible. Este sistema, llamado videcon, convierte al espectro infrarrojo de la obra de arte en visible. La imagen visible se recoge en una pantalla. Este es el reflectograma infrarrojo. Con este método nunca se conoce la estructura interna de la obra, ya que la luz infrarroja no tiene la capacidad de penetrar hasta el interior de los objetos. No obstante, es posible atravesar varias capas de pintura. Así, entre otras cosas, se puede conocer todo el proceso productivo de la obra.

Para conocer los fondos de la obra se utilizan rayos X. "Por ejemplo, el volumen de este yeso de Lipchitz es relativamente grande y técnicamente presenta numerosos huecos abiertos (el yeso es un material frágil). En este caso es muy interesante saber qué se esconde en el interior de esta obra. Para ello utilizamos rayos X", afirma Ruiz-Ozaita.
De hecho, los rayos X nos proporcionan información íntima, ya que son uno de los rayos con mayor capacidad de penetración. Dependiendo del peso atómico del material a atravesar, mediante rayos X obtenemos información más interna o más superficial.
En el caso de las obras de arte de madera, por ejemplo, los estudios de rayos X indican si la obra está compuesta por varios paneles, si existen uniones metálicas entre los elementos que componen el soporte o si contienen elementos auxiliares.

"En esta obra de Lipchitz, por ejemplo, hemos visto que la obra contiene material metálico en su interior. Esto nos ha servido para entender otras cosas" añade Ruiz-Ozaita. "Entre otras cosas, hemos podido comprender el porqué de algunas zonas que aparecen oxidadas en la obra. De hecho, hemos deducido que esta oxidación tiene su origen en un elemento estructural interior".
La radiografía obtenida mediante rayos X proporciona información valiosa sobre esta obra para proponer el tratamiento a aplicar. En el caso de las obras de arte de antaño, estas radiografías reflejan los cambios que ha sufrido la obra, sus reparaciones, etc. Es decir, aportan información sobre la estructura de la obra, y su conocimiento es imprescindible a la hora de explicar los daños de cualquier obra artística.
En definitiva, todas estas técnicas tienen como objetivo conservar las obras de arte con la menor intervención posible. "Toda la información obtenida con técnicas no destructivas nos permite valorar el estado de conservación de las obras de arte y cuantificar los daños. Es decir, en general, a partir de esta información se proponen los tratamientos adecuados para cada obra de arte".


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