}

¡El perro ladra por aquí!

2005/03/27 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Dicen que los animales tienen un sentido especial para sospechar que los desastres naturales, como los terremotos, vienen. No hay más que mirar al gato de la casa y al perro para darse cuenta de que antes de la tormenta están nerviosos y no quieren salir a la calle. Pues incluso cuando hay una catástrofe más grande lo perciben, y los animales en general tienden a protegerse antes de que tarde.
Se dice que el gato de la casa no ha perdido el sentido salvaje para muchas cosas y, como se ve, es capaz de sentir terremotos y similares.

Últimamente ha estado en boca de todos el instinto de los animales para detectar desastres por el tsunami que redujo la costa del sudeste asiático. Dicen que la terrible pleamar mató muy pocos animales, incluso vacas y otros animales domesticados, pero pocos animales salvajes se han encontrado muertos tras el tsunami.

La prueba más clara de este hecho se encuentra en el Parque Nacional de Yala. Yala Sri se encuentra en Lanka, en la costa, un antiguo tropical húmedo y rico. Es la mayor reserva natural de Sri Lanka. Allí habitan muchas especies de plantas y animales, y una de las más atractivas es la leopardo. Cada año muchos visitantes acuden a esta zona protegida para visitar sus leopardos, elefantes y otra fauna.

Cuando el tsunami llegó a Yala había un grupo de unas cuarenta personas en el parque. Todos murieron. No es de extrañar que el mar entró en vigor en el interior de la tierra y alcanzó dos kilómetros y medio de la costa. Esta pleamar le llevó casi todo lo que le sorprendió en el camino, pero parece que apenas había animales salvajes.

Los animales son capaces de detectar pequeños terremotos antes de la erupción de un volcán, antes de un tsunami o antes de un terremoto mayor.

Los que se dedicaron al rescate de los visitantes del parque se sorprendieron. Se encontraron restos de cuarenta visitantes, pero tampoco restos de elefantes, leopardos, búfalos, conejos o jabalíes, tan abundantes en el parque. De alguna manera se notó que venía el tsunami y huyeron a tierras más altas.

Claro, es difícil demostrar que un tsunami, es decir, una ola gigante destructiva, se sintió venida. Pero es sabido que muchos animales son capaces de detectar pequeños movimientos de la tierra, que se ven afectados por pequeños terremotos, que los humanos no percibimos en absoluto, y que el tsunami fue causado por un terremoto.

Según los responsables del parque, no hay duda de que los animales tienen un instinto especial para sospechar que se está acercando una catástrofe de este tipo. Al parecer, al cabo de unos días del siniestro, los elefantes retomaron su aparición, es decir, comenzaron a descender poco a poco del monte. Y en la actualidad el parque ha vuelto a la rutina.

Sentido y sentidos

Este peculiar sentido de los animales es conocido desde hace tiempo. Quizá de ahí el mal nombre que tienen los gatos en algunos lugares, algunos creen que los gatos tienen relación con el mal o con lo desconocido. Y es que, aunque nos parezca que no hay nada especial para los seres humanos, parece que el gato ha notado algo y tiene reacciones que no entendemos.

La tarántica detecta las vibraciones del suelo y, si hay algún terremoto, sale por el agujero.

Pero en algunos lugares es por eso por lo que han aprendido a interpretar algunas reacciones del gato. Por ejemplo, en Sicilia hay gatos en todos los caseríos que rodean el volcán Etna, y no sólo para hacer frente a los ratones: cuando el volcán está a punto de explotar hay pequeños terremotos y parece que el gato siente el movimiento de la tierra antes de que el hombre lo descubra. Cuando los gatos se ponen nerviosos y celebran se enciende la alarma: ¡hay peligro de erupción!

Según los que han vivido los terremotos, antes de que el ser humano lo perciba, los perros se ponen a correr y ladrar, los caballos se quedan por casualidad o se escapan y las ratas salen a la calle. Se dice que los animales tienen sentido, pero desde el punto de vista científico, los animales tienen más sentido que el instinto, más desarrollado que el ser humano.

El gato y el perro, por ejemplo, pueden recibir sonidos que el ser humano no puede oír y tienen el olfato mucho más desarrollado. El perro, por ejemplo, tiene cuarenta veces más células olfativas que el hombre, lo que le permite detectar ciertos olores a cientos de kilómetros. El gato tampoco se queda atrás y percibe fenómenos meteorológicos como la tormenta. Los poseedores de un gato callejero en su casa son inmediatamente adivinadores de la llegada de la tormenta, ya que el gato no tiene intención callejera.

En Sri Lanka, en el Parque Nacional de Yala hay numerosos conejos, pero no han encontrado conejos muertos tras el tsunami.

Las arañas y tarántulas, por su parte, detectan las vibraciones del suelo y cuando un terremoto se acerca, salen del agujero, se les enciende el instinto de escapar con los menores temblores anteriores. La serpiente tiene un comportamiento similar, y lo mismo ocurre con los topos, ratas y otros animales que viven bajo tierra.

Como se ve, todavía queda mucho por aprender de los sentidos de los animales. Nadie pone en duda que son capaces de percibir terremotos y similares, pero todavía está por saber cómo lo hacen. Se pueden y se pueden considerar como alarmas de terremoto y no sólo en los territorios en los que no existe otra tecnología, sino que en Japón, uno de los países más avanzados del mundo, consideran fiable mirar las respuestas de los animales: La predicción de los terremotos se realiza observando la actitud de los animales del zoológico de Tokio.

Publicado en 7K.