La supernova más antigua aún lo hace claro
2009/01/11 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia
En noviembre de 1572 apareció en el cielo una ‘nueva estrella’, que iluminó bruscamente una luz brillante en la constelación de Casiopea. Muchos miraron fascinado esta luz, que hasta entonces nadie había visto, porque era más brillante que el resto de estrellas, y la veían con luz del día. Se proyectó durante dieciséis meses, hasta que poco a poco se fue apagando y no se pudo ver a simple vista.
Así lo describió el astrónomo danés Tycho Brahe: “Me di cuenta de que una nueva estrella, más brillante que el resto, brillaba sobre mí mismo”. La estrella se llamó Stella nova. Hoy sabemos que ese brillo no fue debido al nacimiento de una estrella, sino a su muerte.
De hecho, Brah y todos sus contemporáneos observaron una supernova, una explosión de una vieja estrella. Fue la primera supernova visitada y comentada en la Vía Láctea. En aquella época no sabían que se produjeran supernovas. Incluso creían que el cielo era invariable. Por eso se sorprendieron al ver una luz que de repente no conocían. Y, por supuesto, no sabían nada sobre el nacimiento o la muerte de las estrellas, y la interpretación que le dieron fue ‘lógica’: al ver una nueva estrella, se crearon una nueva.
Imagen fascinada por la supernova Tycho Brahe, tomada de un libro de astronomía de 1884. (Foto: C. Flammarion )
Ahora, cuatrocientos años después, sabemos que ese brillo fue una supernova, de la que los expertos tienen mucha más información. Saben que fue un enano blanco el que explotó y que los componentes que se dispersaron en aquella explosión se expandieron a una velocidad de casi 30.000 kilómetros por segundo.
Observación post mes
Han pasado cuatrocientos años desde que Tycho Brah vio y describió la supernova y, a estas alturas, la energía liberada en aquella explosión se ha agotado prácticamente, y es ya imposible detectar la propia explosión.
¿Qué han visto entonces los astrónomos del instituto Max Plank para decir que Tycho es esa supernova? Pues por decirlo de alguna manera, el eco de aquella explosión. Según han explicado los astrónomos, cuando el enano blanco explota, la luz se expandió en todas las direcciones, como cuando explotan los fuegos artificiales, pero, por supuesto, a una escala mucho mayor.
Los que vieron la supernova en la época de Brahe vieron la luz que se dirigió directamente a la Tierra. La luz, que se expandió hacia otras direcciones, siguió su camino y no pudo ser percibida desde la Tierra. En ese camino la luz rebotó las partículas de polvo interestelar. Al rebotar, la luz volvió a expandirse en todas las direcciones, como en la explosión inicial, pero años después de la explosión.
Fases de la supernova (de arriba a abajo y de izquierda a derecha): Cuando estalló la luz empezó a expandirse, al cabo de un tiempo la luz rebotó con el polvo interestelar, la luz de la época en la que estalló llegó a la Tierra en 1572 y cuatrocientos años después, en 2008, la luz rebotada con el polvo interestelar. (Foto: Instituto de Astronomía Max Plank )
Los investigadores del instituto Max Plank han podido comprobar esta segunda propagación de luz cuando ha pasado cerca de la Tierra. Eso sí, esta vez han tenido que observar con telescopio, ya que la luz emitida en el rebote ha sido mucho más baja que la emitida en la explosión original.
Estos son los métodos que utilizan los astrónomos para conocer los fenómenos que ocurrieron en un tiempo en el espacio. La supernova Tycho es especialmente útil para los astrónomos porque está mucho más cerca de las supernovas observadas en otras ocasiones (muchas veces observan supernovas que ocurren fuera de la Vía Láctea) y, por lo tanto, pueden obtener mucha más información. Cuatrocientos años después de la supernova todavía tiene mucho que decir, ¡claro!
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