PVC: polémica que no se apagará durante mucho tiempo
1998/10/01 Etxaide, Maider Iturria: Elhuyar aldizkaria
El PVC, o policloruro de vinilo, obtenido por polimerización del cloruro de vinilo (CH2=CHCl), es un material plástico de múltiples usos. Sus aplicaciones son tan variadas como diferentes: botellas de agua, contenedores, láminas de comida, tarjetas de crédito, juguetes, ventanas, persianas, bolígrafos, materiales de aislamiento de cables, diversos aparatos hospitalarios, piezas de automóviles, etc. Para su fabricación. Por lo tanto, en la sociedad actual se está convirtiendo en un material imprescindible.
Sin embargo, el PVC está empezando a generar contradicciones; muchos sectores humanos están criticados por los riesgos medioambientales y de salud que pueden suponer sus componentes. El debate no es nuevo, ya que los argumentos de la peligrosidad empezaron a hacerse públicos desde hace tiempo desde la boca de los grupos ecologistas. La industria del plástico siempre ha respondido con dureza a estos argumentos, haciendo todos los esfuerzos para demostrar la tesis contraria. Son muchas las investigaciones llevadas a cabo, muchas de ellas impulsadas por la propia industria del plástico.
En este baile de conclusiones y resultados se pueden encontrar respuestas de todo tipo que sirven de soporte a todo tipo de argumentos. Según el principio de precaución, ya han optado por prescindir del uso del PVC, pero lamentablemente en la mayoría de los países y estados no se ha optado por este tipo de alternativas, ya que los gobiernos a menudo agachan la cabeza ante la presión industrial.
Polémica sobre la peligrosidad del PVC
La producción de este tipo de plásticos está íntimamente relacionada con el uso industrial del cloro. El uso de este elemento genera riesgos a lo largo de toda la vida del producto. El cloro es una sustancia química con gran capacidad de reacción, con importantes problemas ambientales y de salud (enfermedades, deterioro de la cadena trófica y de los ecosistemas, destrucción de la capa de ozono, ...). Por otra parte, el PVC contiene aditivos que actúan como plastificantes y estabilizadores. Entre las primeras se encuentran los ftalatos, presuntamente cancerígenos, mientras que en el segundo grupo se encuentran los metales pesados, el cadmio y el plomo. Diversos estudios han demostrado que estos temas tienen la capacidad de emigrar del plástico al alimento, bebida y, en general, al entorno.
Se cree que este riesgo es aún mayor a medida que aumenta la temperatura y el tema interno es la grasa. El caso más destacado es el de la lámina fina de PVC que se utiliza para calentar la comida en los hornos microondas, ya que los partidarios del PVC también reconocen la migración. En cuanto a los plásticos rígidos (botellas de agua), sin embargo, no hay acuerdo sobre esta cuestión. Recientemente se ha publicado un fenómeno similar en los juguetes de PVC que pueden embocar los niños. En concreto, Greenpeace ha llevado a cabo una intensa campaña en esta materia, por lo que algunos países, incluso en España, han decidido retirar de su mercado por si acaso productos de este tipo.
La combustión incontrolada del PVC produce ácido clorhídrico, dioxinas y sustancias organocloradas altamente tóxicas. Por lo tanto, toda estructura construida con este material puede ser muy tóxica si es atropellada por un incendio. No hay más que pensar en los incendios más frecuentes que se producen en los hogares y en las construcciones para darse cuenta del peligro. Se han realizado numerosos estudios que demuestran la emisión de dioxinas y derivados del cloro en los incendios ocurridos en edificios e instalaciones. También hay que tener en cuenta los riesgos que genera el PVC en los vertederos, ya que en ellos se producen emisiones incontrolables de compuestos organoclorados como consecuencia de procesos locales.
Informe corrupto de la Comisión de Expertos
Ante la polémica del tema y antes de decidir en qué línea, el Gobierno español decidió crear un comité de expertos que analizara el problema. La Comisión estaba formada por representantes de diferentes ministerios, industrias y consejos científicos, a los que se unieron representantes de los grupos sindicales y ecologistas. Como resultado del trabajo realizado, la comisión elaboró un informe que no logró el consenso de algunos grupos sociales.
A pesar de que este informe reconoce pocos problemas al PVC, no ha recibido aún su aprobación final, ya que ello pone al gobierno en el calabozo de la toma de decisiones legales, algo que no es fácil de tener tras la violenta industria del plástico. Según el informe, no hay motivos para descartar el PVC si se cumplen las condiciones de manipulación necesarias en su producción, uso y eliminación. Sin embargo, el vertedero reconoce que se trata de una vía de eliminación inadecuada, ya que permite la liberación de sustancias peligrosas en el lugar, por lo que recomienda que los vertederos sean la última opción. Estos resultados, lógicamente, han dado lugar a una respuesta inmediata y a una oposición en los grupos sociales que consideran probada la nocividad del PVC. Parece ser que la comisión no ha tenido en cuenta en ningún caso los trabajos de investigación presentados por los ecologistas como prueba de la lesividad.
El Gobierno español, despreciando el principio de precariedad, está dispuesto a inclinarse ante los intereses económicos. Es evidente que los ecologistas tendrán que seguir realizando campañas en contra y que la polémica persistirá. Finalmente, y como siempre, el consumidor será el responsable de la elección.
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