Los ordenadores, símbolo del progreso y enemigo del medio ambiente
2001/08/12 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
Imprescindibles, cada vez más potentes, pero de corta supervivencia, modernas en diseño, pero aún con gran retraso en el reciclaje. En definitiva, así ha sido la evolución de los ordenadores que han llegado a todos los ámbitos de la vida. ¿Pero qué pasa con ordenadores obsoletos que no sirven para trabajar?
La multimedia ha llegado a todas partes y es imposible imaginar nuestra vida sin el ordenador. Pero además de ser imprescindible, el material informático debe ser continuamente renovado. En pocos años queda una memoria demasiado pequeña, demasiado antigua para el último programa, juego o conexión a internet...
Debido a que no sirve para nada, se siente la necesidad de comprar uno nuevo lo antes posible, y al no faltar las ayudas para ello, cambian sin pensarlo dos veces. El ordenador viejo, por el contrario, está funcionando, pero es tan lento y viejo que dar a alguien también da vergüenza. Por lo tanto, decidir qué hacer con el ordenador viejo no da quebraderos de cabeza, lo tiras a la basura y ya está!
Pero bueno, el ordenador no es más que una herramienta de trabajo, y todas las innovaciones que se hagan para facilitar el trabajo sólo pueden ser buenas. Nadie lo pone, pero ¿sabes que en 1998 se depositaron en la Unión Europea 6 millones de toneladas de residuos eléctricos y electrónicos? Además, esta cifra se está incrementando entre un 3% y un 5% cada año, estimándose un incremento del 16-28% para 2003. Gran cantidad de basura y sustancias peligrosas se están acumulando por el momento sin planificación de gestión. De hecho, el 90% del material informático incinerado o depositado en vertedero no recibe ningún tratamiento previo.
Compuestos peligrosos
El usuario normal sólo ve la carcasa de plástico del ordenador cuando está trabajando, pero se sabe que la base del ordenador está en materiales eléctricos y electrónicos. Entrando y explorando en las tripas, se encuentra con el tubo de rayos catódicos, circuitos impresos, cables, cortafuegos, interruptor de mercurio, acumuladores y baterías, etc. Y las sustancias nocivas para el medio ambiente y la salud humana en estos compuestos son escasas: metales pesados (mercurio, cadmio, plomo, cromo), sustancias halógenas (clorofluorohidrocarburos CFC, cloruro de PVC polivinilo, policloruro bifenil PCB...), prerrequisitos de bromo, arsénico y amianto.
El plomo, cadmio, mercurio y cromo son metales pesados que van acumulándose en la cadena trófica. En niveles altos de concentración todos son tóxicos, pero no es suficiente para provocar alergias y cánceres como el asma. Es importante controlar adecuadamente las concentraciones de metales pesados a través de acuíferos, ya que de lo contrario pueden llegar al ser humano mediante la introducción en la cadena trófica de microorganismos y plantas. En cuanto al plomo, es muy difícil medir la importancia de las fuentes de plomo, y aunque para ello sería necesario realizar análisis geoquímicos locales, se considera que el material electrónico y eléctrico es una fuente del 40% de la cantidad de plomo presente en los vertederos.
Por otro lado, los cortafuegos de bromo muy utilizados en circuitos de ordenadores, cables y plásticos, al incinerarlos producen dioxina y furano. Estos cortafuegos suponen alrededor del 20% del volumen de plástico de los ordenadores.
Se considera que, sin tener conocimiento exhaustivo de los efectos que producen las sustancias de materiales eléctricos y electrónicos, tienen efectos nocivos sobre el medio ambiente y la salud. Pero, sin embargo, ¿qué puede hacer el consumidor concienciado que necesita comprar un nuevo ordenador para no tirar su ordenador a la basura? ¿Existe legislación al respecto o lugar para su recogida y reciclaje?
De momento, incineración o depósito en vertedero
Los informes que ponen de manifiesto la gravedad del problema no faltan, pero esta basura acaba incinerada o depositada en vertederos. La incineración de estos residuos da lugar a la emisión de metales pesados y a la emisión de dioxinas y furanos. Un informe del Parlamento Europeo estima que cada año en la Unión Europea se emiten 36 toneladas de mercurio y 16 toneladas de cadmio a la atmósfera. Además, las pantallas de ordenadores y televisores generan importantes pérdidas energéticas en el proceso de incineración. Por ejemplo, un kilo de tubo de rayos catódicos produce una pérdida de 400 kJ.
Otro tanto puede decirse de los vertederos, ya que, en definitiva, el riesgo de sustancias presentes en los materiales eléctricos y electrónicos no desaparece de la misma manera. Obviamente, los daños son mayores cuando los vertederos son incontrolados o técnicamente incorrectamente acondicionados. El principal problema se debe a los gases que se generan y a las sustancias que llegan a los acuíferos, como los metales pesados antes mencionados.
Hasta la fecha, las dos soluciones principales que se han dado a la mayor parte (o todas) de la basura no son, por tanto, idóneas y evidentes la necesidad de recoger y reciclar estos materiales. De hecho, como ya se ha mencionado anteriormente, de momento sólo el 10% dispone de algún tratamiento previo a la incineración y depósito en vertedero. El PVC, por ejemplo, ante el riesgo de que los cortafuegos puedan lanzar dioxina y furano, se recicla muy poco. Se dice que es muy difícil separar los ignores, y como hemos podido saber, una empresa de la zona cobra 26 pesetas el kilo de PVC que trata. Por supuesto, lo que se comprometería a recoger y reciclar los ordenadores también retrocede, porque una cosa es que estén dispuestos a trabajar a besos y otra muy distinta es que paguen por trabajar.
Necesidad de nueva legislación
La Unión Europea elaboró en el año 2000 una nueva directiva para proteger el medio ambiente y la salud humana. Con la nueva Directiva se pretende fomentar que los productores de materiales eléctricos y electrónicos asuman las responsabilidades que les corresponden en la gestión de estos residuos, lo que se traduce en una mayor supervivencia y en el uso de sustancias menos perjudiciales. Sin dejar todo en manos de los productores, la nueva directiva reduce el uso de sustancias peligrosas y define el tratamiento previo a la incineración. Además, se quiere poner en marcha una planificación conjunta de recogida de material informático en todos los países para su posterior reciclaje.
Por el momento, Holanda, Dinamarca, Suecia, Austria, Bélgica e Italia han elaborado nuevas leyes y Finlandia y Alemania se encuentran en el camino. Los demás países también tendrán que empezar a pensar dónde y cómo reciclar los ordenadores que facilitan el trabajo y también dan trabajo.
Colores diferentes pero daños similares
Los residuos tecnológicos se clasifican en tres colores: blanco, marrón y gris. La línea blanca incluye frigoríficos, lavadoras, hornos y cocinas. En una ciudad mediana (entre 300.000 y 400.000 habitantes) cada año se arrojan alrededor de mil residuos ‘blancos’ en detrimento del medio ambiente. Por ejemplo, aunque paradójico, los frigoríficos emiten gases que influyen en el cambio climático, hasta que se prohibieron en 1987 los gases CFC y posteriormente los gases HCF que no han resultado más beneficiosos (ver Natura 19.11.2000).
En la línea marrón hay televisiones. Además de las televisiones que la gente emite por su cuenta, cada año en una ciudad mediana se recogen alrededor de 1.100 televisiones.
Finalmente, los ordenadores y equipos informáticos forman una línea gris. Todavía, en cantidad, no son los residuos tecnológicos más numerosos, pero nadie duda de que pronto llegarán a ese dominio.
Los teléfonos móviles van por el mismo camino que los ordenadores. El mercado se está renovando a una velocidad vertiginosa y sólo en Gipuzkoa este año se estima que se emitirán 200.000 móviles. Los móviles tienen pantallas de cristal líquido y baterías con elementos tóxicos, por lo que las antenas que han generado tanta polémica no son las únicas problemáticas. Todavía no hay recipientes especiales para tirar móviles viejos, pero los cogen en algunas tiendas y se pueden depositar en el mismo recipiente que las pilas.
Publicado en el suplemento Natura de Gara
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