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Sin encontrar el último antepasado común del neandertal y del hombre moderno

2013/10/30 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Mosaico de dientes usados para el estudio Ed. CENIEH

Para conocer cuál fue el último antepasado común del neandertal y del hombre moderno, un grupo de investigadores internacionales se ha dirigido a los dientes del registro fósil, y el título del artículo publicado en la revista PNAS indica claramente el resultado: “No known hominin species matches the expected dental morphology of the last common ancestor of Neanderthals and modern humans”, es decir, ninguna de las especies de homínidos conocidas coincide con la morfología dental del neandertal y del último antepasado común del hombre moderno. Además, los resultados indican que este antepasado común puede ser más antiguo de lo esperado: hace un millón de años, y no, como sugieren las técnicas basadas en el análisis genético, hace 450.000 años.

El equipo de investigación ha estudiado 1.200 dientes de 13 especies de homínidos para llegar a esta conclusión y ha utilizado y propuesto técnicas de análisis cuantitativas para comprobar la filogenia de las especies humanas. Entre los estudiados se encuentran las especies del género Australophitecus, Paranthropus y Homo, que vivieron en África y Europa, entre ellas la especie Homo antecessor encontrada en Atapuerca, llamada al ser encontrada un antepasado común. De hecho, muchas de las muestras han sido recogidas en el yacimiento de Atapuerca.

La investigación se ha dividido en dos partes principales. Por un lado, han calculado cómo serían los dientes del último antepasado común del neandertal y del hombre moderno, basándose en las características de las especies humanas conocidas y en las relaciones filogenéticas entre ellas. Por otro lado, estos dientes teóricos se han comparado con los dientes fósiles conocidos para ver si alguna especie era el candidato idóneo para ser el último antepasado común del neandertal y del hombre moderno. No ha sido así.

Uno de los miembros del grupo es la paleoantropóloga Aida Gómez Robles, de la Universidad de George Washington, quien afirma que “la principal fortaleza de esta metodología es que se trata de un instrumento objetivo para evaluar hipótesis sobre posiciones filogenéticas de especies fósiles”. De hecho, “en demasiadas ocasiones” estas hipótesis se basan en estudios descriptivos que no son cuantificables ni anulables y no en análisis cuantitativos. “Nuestro trabajo, sin embargo, permite no sólo calcular la forma más probable de los antepasados, sino determinar qué especies son incompatibles con esta posición de antepasado”, ha precisado Gómez Robles.

Construyendo modelos

La paleoantropóloga Aida Gómez Robles es es una de las autoras de la investigación y el principal firmante del artículo es Ed. Aida Gómez Robles

La metodología utilizada en la investigación no es nueva. La morfometría geométrica es una práctica muy habitual en el campo de la biología evolutiva y cada vez se utiliza más para investigar la evolución humana, ya que proporciona información que no se puede obtener utilizando descripciones morfológicas más clásicas. En este caso, esta metodología cuantitativa se ha utilizado para analizar la forma de los pines anteriores. Por otra parte, las metodologías para la reconstrucción de las formas de los antepasados se utilizan también desde los años 90. “Metodológicamente, la aportación principal de nuestro trabajo ha sido la utilización conjunta de estos dos componentes y la comparación de las formas de los antepasados calculados con las especies reales recogidas en el registro fósil, lo que nos permite calcular la probabilidad de ser antepasados”, explica Gómez de Robles.Gomez-Robles, y

junto a ella, el Centro Nacional de Investigación
de la Evolución Humana (CCPV), Juan de Zuhedil, Zuhistra, Zuhistra, García, Zuhastra, David de Garay, “Nuestro método se basa en una filogenia de partida –dice Gomez-Robles- que utilizamos como andamio para reconstruir las posiciones de los antepasados, y dado que las relaciones filogenéticas entre los homínidos son muy controvertidas, sólo hemos incluido a las especies de posición más aceptada, mientras que las especies de posición filogenética más controvertidas las hemos analizado como candidatas a ser antepasadas”. De este modo, se han analizado 12 escenarios filogenéticos que se distinguen en la datación de especies y antepasados comunes. Según Gomez-Robles, esto permite comparar las diferentes hipótesis de la evolución humana: no sólo qué es posible y qué no, sino qué hipótesis es más probable.

Sin embargo, advierte Gomez-Robles que “si se demostrara que la filogenia real de los homínidos es radicalmente diferente a los escenarios considerados en el artículo, las compatibilidades e incompatibilidades observadas podrían modificarse”. Y lo mismo si es posible añadir más muestras de especies seleccionadas, o si es posible añadir nuevas especies. De hecho, “al igual que en todas las investigaciones paleontológicas, la escasez y heterogeneidad del registro fósil también es un límite”, reconoce Gómez Robles.

En este sentido, Gomez-Robles comparte la visión del paleontólogo de la Historia Natural de París, Asier Gomez-Olivencia: “Como dicen sus autores, la cantidad de fósiles en África es muy reducida en el Pleistoceno medio. Se conocen algunos cráneos, pero pocos dientes. Los dientes fósiles africanos de hace 500-900 mil años son necesarios para comparar su morfología con la morfología del antepasado común propuesta mediante esta metodología”. En cualquier caso, Gomez-Olivencia cree que se trata de una “obra muy fina para reflejar la morfología de los dientes” y “muy buena investigación”.

No han encontrado el último antepasado común del neandertal y del hombre moderno, pero han cumplido el otro objetivo fundamental de la investigación: “Queríamos establecer un marco metodológico para el análisis de otras huellas fósiles y quiero subrayar que los programas y datos que hemos utilizado están disponibles para el uso de los que quiera”, ha concluido Gómez Robles. De hecho, ya se han recibido peticiones para que los nuevos candidatos a un antepasado común sean analizados mediante esta metodología.

Morfología de los tejo superior e inferior del neandertal (NEA) y del hombre moderno (SAP), y debajo de los dientes del antepasado calculado. Ed. Aida Gomez-Robles et al./ DAP
Dientes estables
El principal motivo de la elección de los dientes para el estudio es la estabilidad de su forma. A diferencia de los huesos, dependiendo de las condiciones ambientales, los dientes desarrollados no alteran la forma a lo largo de la vida de un individuo, por lo que son indicadores más fiables de la relación entre especies, según Gomez-Robles.
Para calcular las características teóricas de los dientes del antepasado común, los investigadores se han basado en los resultados de una investigación anterior. De hecho, en aquel estudio se observó que los dientes de la mayoría de las especies de homínidos han seguido el modelo de evolución neutral, es decir, que no existe una selección fuerte de dirección determinada en la forma de los dientes. En consecuencia, se puede considerar que las características dentales del último antepasado común son de la mitad de las siguientes.

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