Investigadores en el País Vasco. Mesa redonda

Investigadores en el País Vasco. Mesa redonda
Felix Elortza: No sé si es una carrera de obstáculos, pero sí de maratón. Y es vocacional. Al realizar el mismo esfuerzo en cualquier otro trabajo, ves el rendimiento en un plazo mucho menor. Yo ganaba cien mil pesetas. Por lo tanto, cinco años para terminar la carrera, otros cuatro si te van bien y, una vez obtenido el título de doctor, todo vuelve a empezar: por eso es la carrera de maratones. ¿Obstáculos? Yo creo que hoy en cualquier lugar, siendo joven y sin experiencia, no es fácil, pero la investigación es una profesión que tiene que hacer un gran esfuerzo en la misma dirección.
Naiara Tejados: Sí, estoy de acuerdo.
Urtzi Ayesta: Yo diría que lo que busca la comodidad a corto plazo no se puede dedicar a la investigación. Si comparamos la vida de un investigador con la vida de otra persona, cualquier otra persona puede tener un trabajo fijo a los 25-26 años, y hasta los 30 años no lo consigue un investigador, y la precariedad es cada vez mayor. Cada vez es más difícil conseguir un empleo fijo tanto a nivel europeo como internacional. Por lo tanto, se necesita una verdadera vocación. Te tiene que gustar y entonces no piensas demasiado en condiciones económicas. Pero eres feliz. (Sonrisa)

U. Ayesta: En mi caso es así: he vivido en un par de países. Como hay tanta competencia, si al final quieres conseguir un trabajo fijo, eso te obliga a hacer en tu vida el siguiente planteamiento: "de momento me gusta esto y estoy dispuesto a todo, porque esto me hace feliz". Por un lado es un sacrificio, por otro es una experiencia vital. Pero ser nómada es algo habitual hoy en día para muchos.
N. La investigación se centra en la asignatura de Tejados Bizitza.
F. Elortza: Sí, y ese nomadismo no es igual a los 26 o a los 36 años. Viajar a los 26 años puede tener su encanto, pero la vida tiene sus fases y no siempre puedes llevar libros en cajas. También llega el momento de fijar. Y en ese sentido, los vascos somos en cierta medida como Iparragirre: andamos bien por todas partes, pero luego también queremos volver.
U. Ayesta: Los exportadores son sobre todo países no desarrollados económicamente. India y China son los países del mundo que más jóvenes investigadores exportan.
F. Elortza: En Europa, hasta principios de la década de los 90, en Portugal, España e Italia se ofertaban numerosas becas para la realización de tesis doctorales, pero luego el sistema de investigación no estaba preparado para recibir a esas personas bien formadas, no había suficientes carreras científicas y centros de investigación. Desde entonces las cosas han cambiado, quizás no lo suficiente. En el pasado existía un mayor flujo hacia países europeos más avanzados y hacia Estados Unidos.

U. Ayesta: Y sigue sucediendo: son muchos más los investigadores españoles que cursan doctorado en Francia que los investigadores franceses que están haciendo el doctorado en España.
N. Tejados: Yo creo que depende de la voluntad de cada uno, de su disponibilidad para moverse y viajar. No todo es posible, y mucho menos en ciencia. En pocos casos puede ser posible, pero no en la mayoría de los casos.
F. Elortza: La realidad siempre es relativa: con qué comparas, te parecerá mejor o peor. Cuando yo terminé la carrera, aquí en el campo de la biotecnología apenas había nada. En la actualidad existen spin-offs procedentes de la universidad y de los parques tecnológicos, así como empresas privadas que trabajan en el campo de la biotecnología, una de ellas con más de cien empleados. Eso era hace quince años impensable. Y habrá que ver cómo vamos a estar dentro de diez años. Sin embargo, la actitud del alumnado también ha cambiado. Ahora hay menos alumnos y, en general, creo que dan más importancia a la calidad de vida que la que nosotros aportábamos.
U. Ayesta: Puesto a pensar, creo que es una gran casualidad o coincidencia que yo trabaje ahora. Yo tenía claro lo único que no quería: yo no quería terminar la carrera y empezar a trabajar. Aquí no hay tradición investigadora y yo no sabía ni qué era la investigación. Y qué investigar, mucho menos aún. Entonces, ahí empieza un camino: te pones a la puerta, y donde tocas la puerta, el doctorado lo harás en uno u otro campo, y luego seguirás ahí.

N. Tejados: Las aplicaciones médicas que tiene mi área de investigación son muy correctas y mi motivación es de ahí. La investigación tiene que ser vocacional; de lo contrario, con la cantidad de frustración que aparece en el camino no hay quien la sufra. Tienes que tener muy claro que lo que haces te gusta y quieres seguir haciéndolo.
U. Ayesta: Para mí la mayor ventaja es que me pagan por estudiar y a mí me gusta estudiar. Y para eso tengo total libertad: en horario, cómo planificar... La alegría de vida que me da es enorme.
F. Elortza: Ser investigador te permite descubrir cosas nuevas. A menudo no serán grandes descubrimientos, pero el hecho de que hayas descubierto algunas cosas por primera vez te emociona. Además, la ciencia tiene un unificador: los descubrimientos no conocen fronteras. Da igual de de de dónde eres, de qué color de piel o de qué credo eres seguidor: el experimento, la fórmula o lo que sea tendrá que funcionar igual para todos, y cualquiera puede contrastarlo. Si el resultado obtenido es cierto, se avanza y se consolida, de lo contrario se queda atrás y se olvida. Y en relación con esta idea, la comunidad científica es diversa en muchos aspectos y es enriquecedor conocer gente diferente a la tuya.
F. Elortza: Las cosas van cambiando poco a poco. Venimos de otra tradición en la que la divulgación es importante para que la gente tome conciencia de lo que hacemos.
N. Tejados: Sí, pero no es fácil contar de una manera comprensible a alguien que no pertenece a tu área.

U. Ayesta: (Sonriendo) Preguntas difíciles.
U. Ayesta: En cierta medida sí, pero no siempre: todavía hay libertad para llevar a cabo sus propios proyectos.
F. Elortza: Claro, ¿dónde poner el límite? Cuando Watson y Crick descubrieron la estructura del ADN, algunos dirían: "¿Y para qué?" Y piensa lo que vino después: mil aplicaciones. Pero, por otro lado, también es comprensible la necesidad de recurrir en cierta medida a la investigación aplicada, ya que el dinero destinado a la investigación es puesto a menudo por la sociedad.
U. Ayesta: Los ejemplos de investigaciones que parecían que no tendrían aplicación práctica pero que luego tuvieron aplicaciones increíbles son infinitas, como el láser o la gigantesca magnetoresistencia.

U. Ayesta y F. Elortza: Total.
F. Elortza: Si estás en una empresa privada transnacional gigante, por ejemplo, hay dos grandes diferencias. Por un lado, ellos te dirán en qué vas a trabajar y lo que investigas se convertirá en un proyecto o una patente para ellos. Pero lo que llevas al bolsillo a final de mes no es lo mismo: ganarás mucho más. En el público, sin embargo, existe una mayor flexibilidad, si bien cada vez se destina más a posibles aplicaciones.
U. Ayesta: Pero también hay empresas privadas que han realizado investigación académica, como IBM. Microsoft cuenta en la actualidad con laboratorios como EE.UU. o Inglaterra en los que la gente está totalmente libre, investigan lo que quiere. También en Google. Pero son excepciones.
U. Ayesta: Yo no me quejo. Quizá soy uno de los privilegiados, porque encontré un trabajo fijo de investigador bastante rápido --28 años-. Pero es cierto que cada vez es más difícil conseguirlo. Gracias a la investigación vivo independizado desde hace tiempo; no demasiado para guardarme en el banco, pero tengo suficiente dinero para vivir. En cualquier caso, la necesidad de dinero surge más tarde a los investigadores cuando se quieren construir proyectos: vivienda, etc.

N. Tejados: Porque si quieres tener mucho dinero en el banco, mejor no elegir la investigación.
F. Elortza: En nuestro momento, para realizar la tesis debían haber pasado cuatro años con una beca sin cotizar. En el caso de obtener el postdoctoral también había que pasar otros años como becario. Por lo tanto, había gente sin cotizar a los casi 40 años. Ahora parece que las cosas van mejorando poco a poco.
U. Ayesta: En cualquier caso, yo creo que las condiciones están empeorando. Hace unos años era posible hacer el doctorado y encontrar trabajo, pero hoy en día para encontrar trabajo en Europa es imprescindible una estancia postdoctoral en el extranjero. Y todo el mundo tiene que hacerlo, aunque su vida esté aquí o sea familia.
F. Elortza: Cada vez se pide más.
U. Ayesta: Antes era posible conseguir un trabajo fijo sin moverse de la universidad y ser catedrático. Hoy en día la movilidad geográfica se ha convertido en un requisito imprescindible. Y eso es muy duro. Pero lo aceptamos.

Los tres juntos: Sí.
F. Elortza: Se trata de tener algunas cosas claras. Hay ventajas e inconvenientes, pero yo creo que el balance final es positivo.
U. Ayesta: La libertad no tiene precio.
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