Pastos: más que hierba

Pastos, praderas, prados, praderas, praderas, prados, prados, prados, prados, renales, cuevas, campos de cultivo, alhapides... Diversidad en palabras, más aún en seres vivos. Son consecuencia de la influencia humana y aunque en muchas ocasiones se han subestimado, los estudios están demostrando que son fundamentales para la biodiversidad, el medio ambiente y el bienestar de los seres humanos. Hemos hablado sobre la importancia y el estado de estos ecosistemas con Arantza Aldezabal Roteta y Pablo Manzano Baena.


Donde para la mayoría sólo hay hierba, ve mucho más quien sabe mirar. “Nos agachamos y nos damos cuenta de que hay un montón de especies que conviven ahí y que la diversidad es realmente llamativa”, afirma la investigadora de la UPV/EHU Arantza Aldezabal Roteta. Al levantarse y fijar la mirada en el futuro, Aldezabal pasa de la fascinación a la desesperación: “En este momento, aunque los prados que quedan están bastante bien, la predicción que hacemos es nefasta. Se mantienen porque ahí hay un ganadero o un pastor; pero si eso se pierde, sin duda perderemos los prados”.

“Tenemos mucho trabajo para socializar la importancia de los pastos”, ha advertido. Y sabe muy bien de qué se trata, porque Aldezabal tiene muchos años de experiencia investigando pastos y praderas. Su equipo investiga principalmente los relacionados con las explotaciones extensivas de ovejas latxas y vacas de carne. En algunos pastizales de los caseríos de pastores de ovejas latxas, en una superficie de 100 m2, se encuentran hasta 15-20 especies vegetales, y en Navarra, en la zona de Sakana, se han encontrado más de 50 especies. “Ahora estamos analizando qué factores condicionan estos niveles de diversidad y qué hace que la diversidad sea menor o mayor”, explica Aldezábal. Entre otras cosas, miran en el subsuelo a la diversidad de microorganismos. “Queremos entender de la mejor manera posible esta relación entre el subterráneo y el superficial”.

Arantza Aldezabal Roteta

Investigador y profesor del departamento de Biología Vegetal y Ecología de la UPV.


Por otro lado, para analizar lo mejor posible la situación y evolución de las praderas, se está intentando identificar con imágenes tomadas vía satélite la gestión de las mismas, la existencia o no de cortes, la superficie en la que se ha dejado de cortar, etc. “En Euskal Herria hay miles y miles de pequeños prados, de propiedad privada”, dice Aldezabal. “La superficie que ocupan las praderas en Euskal Herria está, seguro, mal calculada. Y con los recursos que tenemos es imposible saber realmente cuántos prados se están perdiendo. La tendencia está clara, pero no sabemos a qué velocidad está pasando”.

«Se mantienen porque ahí hay un ganadero o un pastor; pero si eso se pierde, sin duda perderemos los prados»

La situación de las praderas cambia muy rápidamente, sobre todo en la región atlántica. “Si dejas de pastorear o cortar durante dos o tres años, se te desarrollará un matorral. Y, poco a poco, vendrá robledal o hayedo; o quién sabe, tal vez planten eucalipto o matorral, pensando que es más rentable”.

Del pasto al bosque

Si se interrumpe la actividad humana, el bosque ocupa el lugar del pasto. Y podría pensarse que esta es la situación ecológica más deseable. En definitiva, la mayoría de los pastos son ecosistemas seminaturales (naturales a altitudes superiores a los 2.200-2.300 m en los Pirineos) que se mantienen debido a una influencia artificial. Esto no significa, sin embargo, que el bosque sea siempre mejor. “La gestión y explotación masiva intensiva de los bosques en Euskal Herria ha reducido drásticamente su bosque natural. Y es cierto que hay que insistir en la importancia y recuperación de estos bosques naturales. Pero otra cosa es si en todas partes el bosque natural es la mejor opción. No estoy del todo de acuerdo con esta idea. Si dejamos que un bosque natural avance en su dinámica, ese bosque dominará toda la zona y un mosaico de paisajes bien gestionados nos ofrece mucha más biodiversidad”.

Y no es solo biodiversidad. “Conseguimos muchos otros servicios ecosistémicos que de otra manera no hubiéramos conseguido. También los alimentos, y esto es muy importante si pensamos en soberanía alimentaria. Un bosque natural no nos daría de comer y todo debería ser traído desde fuera o limitado a unas pocas áreas y sería un sistema intensivo de explotación que se aplicaría en estas áreas”.

«Aunque las ideas a favor del bosque están más extendidas, los estudios nos han demostrado que las praderas desempeñan una función más importante de lo que pensamos»

Estudios comparativos entre valles arbolados y mosaicos paisajísticos muestran una mejor regulación del agua en zonas con mosaico paisajístico debido, entre otras razones, a la gran cantidad de agua que requieren los árboles. Los bosques también son más oscuros en cuanto al clima, tienen un albedo más pequeño, por lo que absorben más calor. Y la acumulación de carbono también puede ser mayor en las praderas que en los bosques. “Si bien las ideas a favor del bosque están más extendidas, los estudios nos han demostrado que las praderas desempeñan una función más importante de lo que esperábamos y que, en algunos casos, pueden ser más eficaces que el propio bosque”.

Esta idea es totalmente compartida por Pablo Manzano Baena, investigador Ikerbasque en BC3: “Los pastos han estado muy infravalorados, ahora hemos empezado a valorarlos cuando están en peligro y cuando nos estamos perdiendo”.

Pablo Manzano Baena

Basque Centre for Climate Change - Investigador Ikerbasque en BC3.


Los pastos de vacuno

Además, los pastos no siempre han sido dependientes de la actividad humana. “En los últimos 15 millones de años los pastos han dominado los continentes”, explica Manzano. La influencia de los grandes herbívoros hizo que los paisajes fueran muy abiertos, adaptándose a estas condiciones una gran cantidad de plantas, insectos y seres vivos de todo tipo. “En los últimos 60.000 años, sin embargo, los animales que mantenían estos ecosistemas han desaparecido. En Europa, por ejemplo, llevamos 40.000 años sin elefantes. ¿Y quién las ha mantenido desde entonces? Pues humanos. Al principio, los cazadores-recolectores, que abría mucho el paisaje para que hubiera más herbívoros. Y después, los pastores”.

De hecho, un estudio de Manzano y miembros sugiere que la biomasa de herbívoros silvestres antes de que la influencia humana fuera evidente era de la misma medida que la del ganado actual. Es decir, el ganado ha sustituido a los antiguos herbívoros salvajes. “Ahora, la mayor parte de la biomasa de herbívoros que está pastando en los ecosistemas es el ganado”, dice Manzano. “El pastoreo o ganadería extensiva, además de su importancia económica y social, es una pieza clave para el equilibrio ecológico del planeta”.

Si se hace de forma adecuada, la ganadería puede tener muchos efectos ecológicos positivos. Como ya se ha mencionado, aumenta la biodiversidad y tiene un impacto positivo en la emergencia climática. Por otro lado, también provoca la creación de suelo. “El estiércol es un milagro que crea incluso donde no había suelo”, dice Manzano. También favorece a los polinizadores y a la dispersión de semillas. Este último fue analizado en su tesis doctoral por Manzano: “En la trashumancia, un rebaño de mil cabezas dispersa unos 300 millones de semillas”.

Protección contra incendios

Los expertos calculan que los animales también son indispensables para evitar el exceso de combustible en el monte. Manzano tiene claro que la razón principal de los incendios recientes está ahí y está enfadado porque nadie habla de ello: “La izquierda dice que es el cambio climático y la derecha que ahora no se puede hacer nada en la montaña; no es ni una cosa ni otra, el problema es que se está produciendo la mayor pérdida de herbívoros en la historia evolutiva. Si los ecosistemas están produciendo biomasa y no se consume, es evidente que la biomasa se acumulará como si fuera un polvorín. Consecuencia de ello son los incendios que se están produciendo. La evidencia es total”.

«El mantenimiento y recuperación de los pastos sería la mejor medida que se podría tomar para combatir los incendios»

“Además, además de la notoria cuestión de la biomasa, hay otra cuestión importante: que los herbívoros crean mosaicos en la vegetación”, añade. “Y, cuando hay estos cambios en la vegetación, los incendios, incluso si se produjeran, no serían tan graves”. Así, Manzano opina que el mantenimiento y recuperación de los pastos sería la mejor medida para combatir los incendios.

Pastor Artaldea Txindoki

ARG: txakel/Shutterstock.com


“Dicho tradicionalmente, el ganado mantiene limpia la montaña”, señala Aldezábal. “Mantener la montaña mecánicamente limpia es lo más absurdo que se podría hacer. Hay que hacerla a veces al principio, pero si no viene por detrás un pastoreo no sirve para nada, porque a los dos años de nuevo ese matorral se te va a desarrollar por completo y con más fuerza. Son plantas realmente persistentes, con rizoms en el subsuelo y todos sus mecanismos para regenerarse. Si no se llevan a pastar a los animales a esa zona, lavarlos mecánicamente es simplemente gastar petróleo y contaminar continuamente en una dinámica absurda”.

Una oportunidad para una alimentación sostenible

Sin embargo, el uso de animales en lugar de máquinas no solo es mucho más eficiente, sino que además de todos los beneficios ambientales y del cambio climático, se generan alimentos al mismo tiempo. “Los pastos tienen mucho que ofrecer en la sostenibilidad alimentaria”, dice Manzano. De hecho, ellos mismos han calculado que una ganadería extensiva bien gestionada podría conseguir producir de forma sostenible tanta carne como la que se produce hoy en día.

Manzano lo ve más fácil que con la agricultura: “Está claro que una agricultura sostenible y no dopada con el sistema Hay-Bosch no podría alimentar al mundo”. Haber Bosch es un sistema de producción de fertilizantes a partir del nitrógeno del aire. Requiere mucha energía, por lo que se utilizan muchos combustibles fósiles para ello. “Estamos comiendo energía fósil”, resume Manzano.

La problemática de los viveros intensivos es la misma, pues los piensos de estos animales se producen a través de la agricultura producida con el mismo sistema y, en la mayoría de los casos, muy lejos de los viveros. “Sabemos que se puede hacer de otra manera y sabemos, por otro lado, que ni siquiera necesitamos comer tanta leche y carne. Se puede hacer de una manera sostenible. Con la agricultura, esto es mucho más difícil. Por ello, es necesario hacer una reflexión más sistémica. Y ahí los pastos tienen mucho que ofrecer, y creo que deberíamos hablar mucho al año siguiente sobre eso”.

El año 2026 está declarado Año Internacional de los Pastos y Pastores por la Organización de las Naciones Unidas. Quieren poner de relieve la importancia global que tienen los pastos y la ganadería extensiva, señalando que la gestión sostenible de los pastos es esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente en lo que se refiere a la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria y la acción climática.

“La pobreza tiene muchas causas, pero una de ellas es la malnutrición. La mitad de la población africana tiene un retraso de crecimiento porque están mal alimentados”, dice Manzano. “Una mejor gestión de la ganadería podría conducir a una mejor nutrición. Pero, además, la ganadería se hace en tierras marginales, que no tienen capacidad productiva agrícola. Así, en muchas partes del mundo, es su principal vía de desarrollo económico”.

Vacas en pastoreo

ED: Juan Carlos Muñoz/Shutterstock.com


Necesidad de protección

Así, el año internacional reivindica la necesidad de reforzar las políticas de conservación y garantizar que la actividad ganadera siga siendo viable.

«Hay potencial; hay gente joven que quiere ser pastor, ganadero y agricultor»

“Tenemos que hacer entender a los políticos y a la sociedad lo importante que son las funciones que desempeñan estas comunidades”, afirma Aldezábal. “Habríamos de buscar modelos laborales adecuados y garantizar unas condiciones de vida dignas a las personas que quieren seguir ejerciendo esta profesión. Hay potencial, hay gente joven que quiere ser pastor, ganadero y agricultor, pero desde el punto de vista político y de la administración no estamos poniendo las condiciones adecuadas para que estos jóvenes se incorporen al sector primario y puedan llevar una vida digna. Hay que hacer una apuesta real por parte de la administración”.

“Todas nuestras estructuras para promover el relevo generacional se basan en que los hijos de los pastores lo sigan, lo cual es absurdo”, dice Manzano. “El chip debería cambiar: los ganaderos son empresarios para la administración, pero de hecho son proveedores de servicios. Y hay que ofrecerles condiciones dignas”.

Mientras, Aldezábal ve negro el futuro de los pastos. “Las que tenemos en Euskal Herria, en general, están en una situación bastante óptima, el problema es que se están perdiendo. Y la verdad es que hoy veo bastante oscuro la conservación de estos pastos y praderas. Como hemos dicho, hay una relación directa entre la duración de estos prados y la actividad humana. Y, si no hay cambios, a medida que los sistemas extensivos del sector primario vayan desapareciendo, perderemos estas praderas”.

Manzano es más optimista, aunque reconoce que la mayoría de los alrededores no lo son. “Los incendios, por ejemplo, nos están poniendo en nuestro lugar, así como la pérdida de biodiversidad; pero los incendios nos están quemando casas directamente. Por lo tanto, creo que no tendremos otra opción que empezar a valorar estos sistemas. La cuestión es cuándo, pero al final la manzana se madurará y se caerá”.

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