Cloroplastos, profesor de genética
2001/04/26 Roa Zubia, Guillermo - Elhuyar Zientzia
Cuando se creó la vida había muchos organismos monocelulares. Una de ellas ingerió bacterias capaces de realizar la fotosíntesis y se convirtió en la primera célula vegetal. A medida que avanza la evolución de la vida, ha habido muchos procesos de este tipo (que siguen ocurriendo). Como consecuencia se producen cambios genéticos. El organismo interioriza y mete en el núcleo los genes de la bacteria ingerida. El núcleo bacteriano se disuelve, pero sus genes avanzan. Los organismos así formados se denominan nucleoformos.
Vestigios de este tipo de procesos en la antigua evolución se exponen en el genoma de la theta nucleomorfa Guillardia, recientemente descodificada por investigadores del Reino Unido. Este organismo realiza la fotosíntesis, por lo que puede considerarse un cloroplasto simple. Junto al hombre tiene un genoma muy pequeño, con 531 genes exclusivamente y 6.000 veces menos.
En este genoma no se ven muchas transformaciones. Y es que tiene muchos genes, por su tamaño, los genes apenas tienen huecos (intrones) sin información y se repiten muy poco. Es un genoma compacto. La evolución ha provocado la destrucción de genes superfluos. De hecho, en la parte correspondiente al metabolismo sólo quedan los imprescindibles para los cloroplastos.
Los autores han aprendido mucho de este genoma. Los expertos comparan con el genoma humano para apreciar la importancia de este pequeño genoma. En el ser humano el cromosoma Y se conserva porque contiene información obligatoria. Del mismo modo, la práctica totalidad del genoma del nucleomorfo es imprescindible para la supervivencia. Este organismo no puede estar más cerca de los eucariotas básicos. Por ello, es el punto de partida perfecto para analizar la evolución de los demás.
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