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Evolución del clima

2002/01/01 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria

Los científicos descubrieron en los años 80 las consecuencias del calentamiento de la Tierra. En la actualidad, con herramientas de trabajo cada vez más avanzadas, se facilita la comprensión del fenómeno, pero las discrepancias son cada vez más claras a la hora de afrontar el problema y proponer soluciones.

Pocos cuestionan que la temperatura de la Tierra está aumentando a medida que aumenta el efecto invernadero. Sin embargo, hay que tener claro desde el principio que el efecto invernadero es un hecho natural que permite que en la Tierra la temperatura media sea de 15ºC y no de -18ºC. El

Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) viene recopilando desde 1988 trabajos y datos de cerca de 2.000 expertos de todo el mundo. El objetivo del grupo es mostrar la relación entre el efecto invernadero y el aumento de la temperatura.

Tras diez años de trabajo, los científicos del IPCC han extraído las siguientes conclusiones:

Desde 1860, la temperatura media de la Tierra ha aumentado entre 0,4 y 0,6 ºC y, además, XX. En el siglo XX se ha producido el mayor calentamiento del hemisferio norte de los últimos 1.000 años. Así, de cara al futuro, los científicos se muestran pesimistas: En 1995 se indicó que para el año 2100 las temperaturas aumentarían entre otros 1-1,3 ºC, aunque en la actualidad este incremento se estima entre 1,5-6ºC.

Ligero equilibrio de las fluctuaciones climáticas

Gracias al archivo formado por los hielos y los sedimentos, la historia del clima se conoce bastante bien y está demostrado que desde la aparición de la vida, la Tierra ha sufrido cambios climáticos cíclicos. Por ello, prácticamente se pone en mi poder si hay o no una postura contraria al cambio climático. En definitiva, la vida siempre se ha adaptado a los cambios climáticos, aunque para ello se ha tenido que pagar el precio de las extinciones masivas.

Las imágenes por satélite permiten previsiones cada vez más precisas y una mejor comprensión de los efectos climatológicos.

Las glaciaciones y los tiempos interglaciares corresponden a los cambios que ha sufrido la órbita terrestre en su trayectoria alrededor del Sol. El problema es que si atendemos a estos cambios cíclicos, después de la época actual se prevé la glaciación y no el aumento de temperatura que muestran los datos.

Pero al hablar del cambio climático, además de la influencia del efecto invernadero en el aumento de la temperatura, hay que tener en cuenta el resto de fenómenos que se producen como consecuencia del cambio de composición de la atmósfera.

De hecho, la mayoría de los expertos coinciden en que actualmente el sistema está totalmente desequilibrado. Prueba de ello son los datos que demuestran que la amplitud de los cambios del último siglo es muy superior a la de los miles de años anteriores. En los últimos 400.000 años, la concentración de dióxido de carbono ha sido siempre inferior a 280 ppm (partes por millón). Pero XIX. Desde el siglo XX ha ido creciendo ininterrumpidamente hasta alcanzar los 360 ppm. La concentración de metano, otro factor del efecto invernadero, ha pasado de 0,7 por millón a 0,8 y la concentración de ozono en el hemisferio norte es cuatro veces mayor.

Escenario de futuro

Tormentas violentas como El Niño y desertificación son las dos caras más crudas del efecto invernadero.

Los expertos del IPCC creen que la temperatura media de la Tierra aumentará para el año 2100. Sin embargo, todavía no es posible volver a los términos climatológicos de esta subida del termómetro. Todavía predomina el desconocimiento y, sobre todo, está por definir cómo afectarán las nieblas y las plantas.

¿Serán dos graditos suficientes para poner en peligro el futuro de los descendientes? No es fácil contestar, pero si analizamos las consecuencias de un aumento de 0,6 ºC medido en los últimos 30 años, el panorama es negro. Se mencionan dos grandes cambios, por un lado, la reducción de los hielos y nevadas, y por otro, las fuertes tormentas y las sequías imprevistas que han provocado catástrofes graves.

En los últimos 30 años, la banquisa ártica ha disminuido en un 40% y en los últimos 150 años los glaciares han perdido una media del 30-40% de su superficie y el 50% de su volumen. En esta marcha, dentro de un siglo, desaparecerá el 95% de los glaciares de los Alpes. Además, aunque algunos glaciares argentinos continúan creciendo, en altitudes medias es una tendencia generalizada al deshielo desde el monte Kenia hasta la cordillera asiática central de Tien Shan.

Por supuesto, el deshielo supone un aumento del nivel del mar, debido principalmente a la dilatación térmica que produce el calentamiento (al aumentar la temperatura del agua el agua se dilata). XX. En el siglo XX, el nivel medio del mar ha subido entre 10 y 20 cm, 10 veces más rápido que en los 3.000 años anteriores. Para el siglo que viene, de media, los mares pueden subir medio metro.

En cuanto a las tormentas, siguen recordando, en América y Asia, en los años 1997-1998, el desastre provocado por el Niño y la tormenta que en diciembre de 1999 afectó al oeste de Europa. En febrero de 2000, el África austral conoció las mayores inundaciones de los últimos 50 años y el Oriente Medio la sequía y el hambre.

Ante estos fenómenos, algunos ven las primeras señales del cambio climático. En el caso de El Niño, los meteorólogos han destacado su violencia. Al lanzar al Pacífico una gran masa de agua se produce un desequilibrio climático cada 2-7 años y la fuerza del Niño ha sido la más alta de los últimos 80 años. En el caso de la tormenta de 1999, los expertos destacan un recorrido excepcional, ya que en lugar de acabar en la costa francesa, el país se fortaleció durante el tránsito.

En los últimos 30 años la banquisa ártica ha disminuido un 40%.

Las precipitaciones han aumentado en las altitudes medias del hemisferio norte y en las altitudes altas (0,5-1% en la última década), mientras que los modelos muestran un predominio de los contrastes climáticos.

Los científicos, sin embargo, son prudentes y no quieren establecer relaciones causa-efecto entre episodios extremos y el posible cambio climático. Aunque pueda existir relación, no hay que olvidar que la gravedad de los daños está íntimamente ligada a la nueva ocupación del país, la urbanización, los cambios del terreno, y que estamos debilitados y dependientes de los cambios de la naturaleza.

¿El hombre se levanta piedra?

Paradójicamente, el hombre es el culpable del cambio climático y, a la vez, uno de los más afectados por las consecuencias terribles. Con el conocimiento actual, nadie puede dibujar la carta del mundo del futuro con bastante precisión, pero se pueden hacer pinceladas gruesas que prevean el futuro del ser humano de forma oscura.

La subida de los niveles del mar amenaza directamente a las regiones situadas entre 1 y 4 metros. En general, son lugares en los que habita una población de alta densidad y en los que se suelen disponer terrenos fértiles para la actividad agraria. Por ejemplo, en el delta del río Nilo se produce la mitad de los productos agrícolas de Egipto, y si se cumplen las previsiones, corre el riesgo de inundarse, a menos que se construyan enormes paredes en todo el entorno.

Sin duda, la industria es uno de los principales impulsores del aumento de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera.

Inundaciones aquí, desecación allí. Parece que cada vez habrá menos lugares para vivir. En las regiones intertropicales se prevé que el descenso de las precipitaciones se acentúe, por lo que la desertificación se irá acelerando. Ya hay 250 millones de personas afectadas por la desertificación y otros 750 millones se encuentran en peligro. El Sahara comerá lentamente sabana, las tierras fértiles de Oriente próximo se convertirán en estériles, el desierto se extenderá desde el centro de Asia hasta las tierras negras de Volga y la punta norte de la India. Si todo esto ocurre, la conclusión es que los países más pobres y con más población serán los directamente perjudicados y, ante las mayores dificultades para vivir, aumentarán la emigración y los conflictos.

Y todo ello se debe, sin duda alguna, a la revolución industrial y al espectacular aumento demográfico. El efecto invernadero causado por los agentes naturales, el cambio solar y la erupción volcánica, es mucho menor que el provocado por la actividad humana, y no sólo eso, sino que en las últimas décadas también han sido negativos.

El espectacular aumento de dióxido de carbono en la atmósfera se considera el principal responsable del calentamiento. Y, como es sabido, el aumento de la concentración de este gas se debe a la combustión causada por las actividades industriales y agrícolas; por un lado, a la combustión de carbón y petróleo (de esta forma se emiten 5-6 millones de toneladas de carbono al año) y por otro, a la madera. La afección de esta última es todavía difícil de medir, ya que al quemar bosques se libera CO 2, pero para que la vegetación crezca de nuevo parte de CO 2 se consume.

La industrialización de las regiones y la agricultura intensiva, junto con la destrucción de la vegetación, facilita la erosión y altera notablemente el ciclo del agua. De este modo, se producen cambios climáticos en las regiones y, como el clima mundial está formado por la suma e interacción de las regiones, las que parecen picaduras terminan siendo complementarias al turbulento.

Conociendo los efectos nocivos del tráfico, ¿no conviene reforzar más el transporte público?

Pero, ¿hasta cuándo el hombre ocultará sus responsabilidades tras una evolución imprescindible? Es cierto que el sistema climático se equilibra de forma temprana o tardía, pero si no se toman las medidas adecuadas, ¿no será demasiado tarde? La demanda de acuerdos unificados y fijos es cada vez más eco, pero las no conformidades también van ganando terreno.

¿Es imposible el acuerdo?

Hoy en día, para mejorar la situación se considera imprescindible la firma de un acuerdo mundial para reducir el efecto invernadero. Los primeros pasos para llevar a cabo esta idea se dieron en 1992 en Río de Janeiro, pero parece que la voluntad inicial se ha ido perdiendo poco a poco.

Al lugar de esta conferencia, el mundo aparecía dividido en dos partes. Por un lado, Estados Unidos y los países industrializados de Europa y por otro, los países en desarrollo. Sin embargo, aunque existen dos partes principales, se establecieron tres criterios. La primera es de Estados Unidos. No tienen demasiada prisa para cuestionar sus modelos de desarrollo y energía. La segunda posición sería la de los países europeos más industrializados. Estos son grandes productores de contaminación desde la revolución industrial, pero han demostrado una mayor voluntad para afrontar el problema. El tercer punto de vista es el de los países en desarrollo. Según ellos, sacrificar su desarrollo por la contaminación generada por otros es un precio demasiado caro.

En muchas zonas se han realizado embalses para controlar las inundaciones provocadas por las fuertes lluvias y evitar la escasez de agua en las sequías. ¿Esa es la verdadera solución?

Sin embargo, a pesar de las grandes discrepancias, se firmaron varios documentos con compromisos políticos. Además, se redactó la lista de países que deben hacer especial fuerza para proteger la atmósfera. Una de las próximas conferencias más importantes y decisivas sobre el cambio climático fue la celebrada en Kioto en 1997. En esta conferencia se acordó el protocolo de Kioto.

Con la firma del Protocolo 38 países se comprometieron, entre los años 2008-2012, a reducir en un 5,2% el dióxido de carbono que emitían en 1990. La Unión Europea debe reducir un 8%, Japón un 6%, Rusia debe mantenerlo y Australia y Nueva Zelanda tienen derecho a contaminar más que hasta ahora! Estados Unidos, por su parte, se comprometió a mantener la cantidad hasta ahora, a pesar de que el 13 de marzo de 2001 no aceptó George W. Bush.

En noviembre de 2000, en la conferencia de La Haya, se trató de consolidar la puesta en marcha de lo acordado en Kioto. La derrota fue total, porque es más fácil firmar el convenio que ponerlo en marcha.

Oficialmente se bloquearon las discusiones sobre la influencia de los bosques y el uso de la tierra en el ciclo del carbono. Sabemos que la vegetación y los océanos contribuyen a regular las emisiones de CO 2: de las 28 toneladas de CO 2 generadas por actividades humanas, ambas potentes bombas naturales absorben la mitad.

Y como todo se negocia, Estados Unidos propone reducir parte de su volumen de emisiones de CO 2 que está almacenado en sus bosques. Pero los investigadores afirman que la capacidad de absorción de los bosques varía en función de la temperatura. En zonas de alta temperatura, la vegetación se deteriora antes, por lo que se genera más CO 2 que el que se absorbe. En consecuencia, antes de decidir nada hay que investigar sobre los efectos de los bosques.

Algunos ecologistas ven con buenos ojos valorar económicamente su capacidad de absorber CO 2 para frenar la explotación de los bosques. Pero ¿es aceptable utilizar esta capacidad como excusa para lanzar CO 2?

En mayo de este año se ha celebrado en Bonn (Alemania) la sexta conferencia sobre el clima. G. El presidente estadounidense Bush, días antes, criticó seriamente el protocolo de Kioto y declaró que no lo aceptaba. Por lo tanto, la conferencia comenzó sin ningún tipo de motivación y no se avanzó mucho sobre cuatro grandes temas. Los cuatro ámbitos a negociar fueron los mecanismos de ejecución del Protocolo de Kioto, la zona forestal, las penalizaciones por incumplimientos y la asistencia económica y técnica a los países en desarrollo.

Según los expertos más optimistas, la conferencia de Bonn, a pesar de que el nivel de los compromisos acordados en Kioto disminuyó, fue positiva. Frente a las críticas de Estados Unidos, la posición del resto de los países estaba en peligro. Por fin, aunque costó, Japón apostó por el protocolo de Kioto. Los países en desarrollo también pidieron ayuda económica y técnica y exigieron que se respete lo acordado en el protocolo de Kioto. En consecuencia, la Unión Europea, Canadá, Suiza, Islandia, Noruega y Nueva Zelanda se comprometieron a prestar una ayuda anual de 410 millones de dólares hasta el año 2005.

Para poner en marcha de una vez por todas el protocolo de Kioto, la última conferencia anual se celebró en Marrakech. Los representantes de los 180 países iniciaron la cumbre esperanzada, pero los requerimientos de Japón, Canadá y Rusia, hasta la última hora, les llevaron a no tener una solución adecuada. Finalmente, gracias a la propuesta de la Unión Europea se llegó al acuerdo y parece que el protocolo de Kioto se pondrá en marcha el próximo año.

Sin embargo, no hay que olvidar que Estados Unidos es en la actualidad el país que más emisiones de gases de efecto invernadero emite, entre otras cosas, el 22% de los gases carbónicos. Si no se mantiene, se espera que alcancen el 34% para 2010.

Con estos acontecimientos el ambiente está muy caliente. Entre los partidarios y los contrarios y los que consideran que las medidas que se adoptan son positivas, y viceversa, existe un intenso debate. Habrá que ver qué medidas se acordarán en la conferencia Río 10 que se celebrará el próximo año en Sudáfrica.

Luis Balairon: “El consumo de energía y el crecimiento demográfico son los principales problemas”

El meteorólogo Luis Balairon trabaja en el Instituto Nacional de Meteorología de España y ha realizado y dirigido numerosos estudios sobre cambio climático. Entre otras cosas, ha participado en las investigaciones llevadas a cabo para la Organización de las Naciones Unidas y ha coordinado el equipo dedicado a la investigación de la evolución del cambio climático en el propio País Vasco. Participó en la primera jornada sobre cambio climático organizada por el Physic Center.

Algunos consideran que el aumento de la temperatura debe estar dentro de los ciclos naturales del clima y que, además, la Tierra es capaz de adaptarse a este cambio. ¿Qué opinas?

Luis Balairon.
J. Mendiburu Garaiar

La Tierra es capaz de adaptarse a los cambios si se le da tiempo suficiente. Las formas de consumo energético y el crecimiento demográfico mundial en los países desarrollados han provocado el aumento de la temperatura de los últimos años. Sin embargo, no soy demasiado optimista ni pesimista. Si observamos un panorama intermedio, podemos afirmar que la temperatura subirá entre 2,5 ºC y el nivel del mar entre 40 y 50 cm.

¿Cuáles serán las consecuencias?

En el caso del agua, aunque haya zonas con mayores precipitaciones, se reduce la disponibilidad de agua. Esto se debe a que, con el aumento de la temperatura, la evaporación será más intensa y, por tanto, aumentará la desertificación. Esto provocará cambios en el hábitat de muchos animales y en la evolución de las especies. Conocer el grado y la adaptación de la fauna y flora.

¿Qué se hace para solucionar el problema?

En los últimos años se ha trabajado mucho en la concienciación social, y en ese sentido soy optimista. Además hay un acuerdo general. Kioto no es lo mismo, pero es importante empezar a cambiar las cosas porque tras unas decisiones vienen otras. En Europa, por ejemplo, la mayoría de las empresas energéticas han tomado parte seriamente en el problema y participan en seminarios y conferencias. La brecha existente hace años entre ecologistas y empresarios y políticos ha ido disminuyendo. Las ideas extremas han perdido fuerza y ahora se habla de lo que está pasando.

¿Cuál será el siguiente paso en la investigación sobre el cambio climático?

El siguiente paso del estudio es investigar con más detalle el impacto del cambio climático en los ecosistemas. Las investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha se han llevado a cabo a nivel mundial o en regiones de gran tamaño como el mediterráneo. A partir de ahora se deberá trabajar limitado a escalas menores.

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