Protección del litoral
1993/08/01 Grabieres, Ganix Iturria: Elhuyar aldizkaria
El aspecto ecológico, por supuesto, es un elemento fundamental a tener en cuenta, aunque no sea el único. El avance de las ciencias, y especialmente de la biología y la ecología, nos permite conocer mejor la calidad y originalidad de estos espacios de interacción tierra-mar: una extraordinaria productividad primaria; especies vegetales y animales originales, a veces endémicas, a menudo muy raras y en vías de extinción, con interés internacional en la conservación del patrimonio genético del mundo de los seres vivos, frente a la intervención costera del hombre que agrava algunos fenómenos naturales (también hay que se debe tener en cuenta el papel fundamental de la erosión).
Sin embargo, además del valor ecológico, los espacios libres que aún permanecen en el litoral son un lugar privilegiado para su desarrollo cultural. Son muchos los artistas, escritores y músicos que han inspirado nuestra costa. El desastre de los espacios naturales, antes o después, reduce el patrimonio cultural.
Además, la relación con la naturaleza es una necesidad social cada día más apreciada. Quienes se han escapado de los pueblos y se han convertido en habitantes de las ciudades, agradecen enormemente la variedad de espacios litorales ante paisajes uniformes de las ciudades. Por lo tanto, no es de extrañar que la gente se aficione a la mar para hacer paseos y pasar días de vacaciones.
No podemos olvidar, por otra parte, la importancia primordial del litoral desde el punto de vista económico, especialmente en lo relativo al turismo y a la explotación de los recursos marinos, ya que sus posibilidades son únicas. En ambos ámbitos, cada vez es más evidente que la protección del medio marino es un elemento decisivo para preservar y desarrollar este potencial económico. La calidad y abundancia de los paisajes litorales son esenciales para el desarrollo turístico y las actividades pesqueras y los cultivos marinos también necesitan espacios protegidos.
Hasta ahora hemos justificado de diversas maneras la necesidad de proteger la naturaleza de las costas, aunque sea brevemente, y ahora nos falta subrayar la necesidad de una verdadera política territorial.
Conservación del litoral: camino fértil
Cuando las razones económicas obligan a analizar el volumen y la distribución de los gastos públicos y ante la proliferación de leyes y reglamentos acumulados desde hace años en materia urbanística y de protección del entorno, cabe preguntarse si el coste presupuestario de la formación del patrimonio público de los terrenos naturales en el litoral no es un lujo sin beneficios.
Esta duda, a pesar de su aparente legitimidad, descarta tres datos fundamentales mostrados por la experiencia:
- El primero de ellos es que las normativas, incluso las más elaboradas, tienen limitaciones y tienen que ser reforzadas.
- El segundo, más que el establecimiento de normativas, es la gestión de esos espacios, que en muchos casos sólo puede llevarse a cabo a través de la propiedad del suelo.
- La tercera, que los entornos más bellos estén abiertos a todos, es, en la mayoría de los casos, que sólo se puedan conseguir con ellos.
* Refuerzo de normativas convencionales
Desde hace unos años, en materia de conservación de la naturaleza, se ha formado un arsenal enorme. La antigua legislación del Estado francés de medios de 1930, el sistema de perímetros sensibles, los planes de ocupación del suelo y, más recientemente, la Ley de 3 de enero de 1986, que recoge el principio de prohibición de edificar en zonas no urbanizadas desde la costa hasta los 100 m, se han solapado, por citar sólo las principales armas existentes en el litoral para impedir urbanizaciones.
Si bien en la mayoría de los casos estas medidas son suficientes para obtener el resultado deseado (evitar su construcción en algunas zonas), hay que destacar que nunca garantizarán una protección sostenible.
Por lo tanto, nos enfrentamos a la siguiente pregunta: por ejemplo, sabiendo que en el litoral se encuentra entre dos polos de desarrollo urbanístico y que existen (o existirán) grandes presiones para conseguir su urbanización, desde el momento en que se decide conservar un entorno ecológicamente y paisajísticamente destacable, ¿existe alguna medida que asegure una protección total?
La falta de respuesta afirmativa a esta pregunta nos lleva necesariamente a la medida de la apropiación pública del medio y esta es la primera justificación de los objetivos del Conservatoire de l'Espace littoral et des Rivages lacustres del Conservatorio de Zonas Litorales y Lacubazterres.
* Comprar para administrar
El segundo dato para el argumento de la política territorial que completará la política normativa de protección se deriva de la consideración de las necesidades de gestión.
La protección de los medios naturales no debería limitarse únicamente a ciertas prohibiciones, ni siquiera a ciertos deberes. En la mayoría de los casos es necesaria una gestión real: cuidar, limpiar, plantar en bosques, etc. deben realizarse.
Y es que el perro de muchos dueños siempre tiene hambre.
* Los mejores parajes abiertos a todos
La conservación de los espacios naturales litorales sólo se justifica teniendo en cuenta las exigencias culturales y sociales anteriormente mencionadas, si se consigue mantener abiertos los parajes más bellos para todos. ¿Para qué serviría, por ejemplo, la recopilación de obras maestras de nuestro patrimonio artístico en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, si ese Museo estuviera cerrado? Lo mismo ocurre con los entornos. ¿Cómo se puede justificar realmente la política de la normativa que los proteja, aunque sea la más sofisticada, si esos espacios singulares protegidos son propiedades privadas a las que se prohíbe el acceso al público?
Para explicar la necesidad de una política de acceso a los parajes naturales más bellos de la costa, la razón es que, a pesar de no existir presión urbanizadora o degradación que requiera una determinada gestión, el único camino posible es la propiedad pública de la tierra, para que algunos grandes parajes permanezcan abiertos a todos y cumplan con lo que podemos definir como un verdadero derecho a la naturaleza.
Mediante colectividades locales
El Conservatorio es una institución que cuenta con un presupuesto alimentado anualmente por subvenciones otorgadas por el Estado francés. Sin embargo, a pesar de su carácter estatal, el Conservatorio cuenta con una organización y funcionamiento muy descentralizados.
Los programas de protección y los proyectos de adquisición son sistemáticamente analizados por los Consejos de Orillas (Conseils de Rivage). Estas comisiones son ocho: Manchego, Mar del Norte, Atlántico, Mediterráneo, Lagos, Kortsika, costas francesas de América y costas francesas del Océano Índico.
Cada Consejo de Uralde está representado por el Presidente y uno de sus miembros en la Junta Administrativa del Conservatorio.
La Comisión de Administración es la que tiene la última palabra a la hora de decidir las compras a realizar. Los representantes del Estado, que defienden los puntos de vista de la administración correspondiente, no son mayoría en la Junta Administrativa. La mitad de sus miembros son elegidos (diputados, senadores, representantes de los Consejos de Ribera) y cuatro representantes de asociaciones de protección de la naturaleza y el medio ambiente.
Cada decisión de la Junta Administrativa es consecuencia de un debate largo de ideas y puntos de vista.
No se podrán adquirir terrenos sin recabar la opinión previa de todos los Consejos Municipales interesados. En el caso de que el municipio tenga una opinión contraria, el Conservatorio está en manos de tratar de que el Municipio tenga una opinión favorable o en algunos casos, aunque hasta ahora no haya sido habitual, de evitar esa opinión contraria al municipio.
El conjunto de disposiciones de la Ley de 10 de julio de 1975, por la que se crea el Conservatorio, hace que la responsabilidad de la protección recaiga sobre las colectividades locales, municipios y departamentos afectados. Para el Conservatorio garante de normas absolutamente inviolables, estas disposiciones son la mejor herramienta de éxito a largo plazo.
Conservación, verbo activo
Por tanto, los terrenos del Conservatorio que escapan de la urbanización están abiertos al público y requieren una gestión que requiere una especial atención.
Antes de adquirir cualquier terreno, el Conservatorio realiza un balance ecológico del entorno, define áreas de interés biológico y paisajístico y analiza los factores que amenazan al ecosistema. En algunos casos, sin poner en peligro la riqueza del espacio natural, en la medida en que lo mejoren, puede preverse la implantación y desarrollo de actividades agrícolas, pastoriles y pesqueras.
Según este informe ecológico de expertos, auténtico balance de la salud de las tierras, se lleva a cabo un programa de preparación y protección de entornos.
Tras la realización de estos trabajos, el Conservatorio mantiene acuerdos de gestión con los colectivos locales (municipios y sindicatos de municipios) afectados, la Oficina Nacional de Montes y, eventualmente, con las asociaciones dedicadas a la protección del entorno. Así, los terrenos protegidos no son museos cerrados.
Depende de uno mismo descubrir la naturaleza que se le ofrece, aprender a caminar, callar, escuchar, comprender, amar y, en definitiva, respetar los lugares que le gustan ver y recorrer.
Abbadia, entorno protegido
Antoine Abbadia, que sin duda entendió mejor las necesidades del futuro que el resto, intentó prever medidas para preservar la región que creó. Esta zona estaba formada por 340 hectáreas entre Hendaia y San Juan de Luz, donde construyó un castillo. En las donaciones que hizo en sus últimos días impone a la Academia de Ciencias una serie de obligaciones para mantenerla, todas ellas basadas en su preocupación por la naturaleza y en la atención y respeto que merecía.
Tres cuartos de siglo después, en octubre de 1979, en el marco del convenio suscrito con la Academia de Ciencias por el Conservatorio de Medios Litorales y Lacubazterres, se recuperó lo que quedaba de la propiedad inicial, a excepción del castillo, y en la actualidad continúa con su conservación.
Sus 46 hectáreas, de las que 15 son bosques, son testigo de lo que fue el litoral vasco. Muchos hendayes creen que es un verdadero tesoro, el litoral del País Vasco Norte, uno de los más urbanizados del Estado francés. De los 38 km que tiene el departamento de los Pirineos Atlánticos, sólo el 4% son espacios naturales.
En 1981 la ciudad de Hendaia firma un convenio de gestión con el Conservatorio de Costas. Desde entonces es el responsable de su mantenimiento, cuidado e incluso recuperación. La región de Abbadia puede considerarse un símbolo de éxito de protección, pero todavía queda mucho por hacer: Entre Hendaia y Ziburu, en el término municipal de Urruña, se encuentran amplios campos ondulados de “Erlaize”.
Con el fin de garantizar la preservación del entorno asignado por el Conservatorio a Abbadia, el Conservatorio pretende alcanzar en la zona clasificada unas 200 hectáreas.
A finales de 1992 se han obtenido 40.350 hectáreas en 305 emplazamientos. 543 km de costa francesa han sido protegidos y administrados, convirtiéndose en accesibles al público. Muy cerca de nosotros, en Aquitania, el Conservatorio de Costas cubre en unos quince lugares más de 2.000 hectáreas. Destacados para visitar: A escasos kilómetros al norte de Baiona, en 777 hectáreas del Marais d´Orx hay más de 200 especies de pájaros (miles de patos y gansos, grullas, águilas marinas singulares, etc.). ). |
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