Amanita phalloides: el asesino verde de los bosques
1997/10/01 Mintegi, Imanol | Murgialdai, A. | Txoperena, Gabriel | Ibarguren Olalde, Karlos Iturria: Elhuyar aldizkaria
Toxinas
Entre los compuestos químicos causantes del daño pueden distinguirse dos tipos de ciclopéptidos: falotoxinas y amatoxinas. Ambas se encuentran en algunas especies como Amanita virosa, Galeriana o Lepiota.
Para entender cómo se produce la intoxicación hay que tener en cuenta que estas sustancias, por ser muy termoestables, no se destruyen cocidas, ni los métodos enzimáticos o el mantenimiento de secas durante años eliminan el efecto de estas sustancias.
Aunque la falotoxina puede causar rápidamente una lesión hepática hemorrágica en ciertos animales, los hepatocitos humanos (es decir, las células principales del hígado) no tienen receptor con la misma sustancia, por lo que no es muy tóxico para nosotros.
Las amatoxinas, por su parte, tienen un efecto tardío y son las principales causas del daño en la mayoría de los casos. Cuando la amanitina inhibe la enzima rna-polimerasa, también inhibe la transcripción del ADN respecto al ARN, impidiendo la síntesis de la proteína y provocando la necrosis celular. Este compuesto afecta a todas las células eucariotas y se centra en los epitelio, riñón, páncreas, testículos o células de la sangre del aparato digestivo. También produce un mayor impacto en el hígado debido a la elevada síntesis proteica que mantiene.
Como muchas otras sustancias, absorben en el aparato digestivo y pasan por el hígado a través de la vena porta antes de que las amatoxinas se extiendan por el cuerpo. El hígado, sin embargo, puede refluir el 60% a través de la bilis hacia el intestino delgado para que se expulse junto con el resto de residuos. Esto sería beneficioso si, además de absorber nuevamente y completar un ciclo (ciclo entero-hepático), el hepatocito no estirase su exposición al tóxico.
La creencia de que las setas comidas por los animales no son perjudiciales también ha provocado más de un envenenamiento. El aparato digestivo de ratas y ratones no absorbe la amatoxina y si se administra mediante vena el daño es menor al no producirse ciclo entero-hepático.
Clínica
La sintomatología tarda entre 6 y 12 horas, como en la mayoría de las intoxicaciones graves por setas. Las intoxicaciones que suelen dar la clínica antes de las dos horas suelen ser leves. Inicialmente predominan las diarreas, el dolor abdominal y los vómitos, que pueden durar unas 24 horas, provocando alteraciones de la deshidratación y de los electrolitos (sodio, potasio, hidrógeno, etc.). A continuación, y tras una fase de mejora, llega el ataque de vísceras. Aunque el daño de los riñones, el páncreas, la médula ósea y otros órganos se observa en los análisis, el principal problema es el daño hepático: hemorragias, hipoglucemia, coma y muerte en un 10-30%.
Aunque los síntomas y lo que el paciente dice son lo más importante a la hora de realizar el diagnóstico, en la orina se puede detectar la amanitina. Los expertos en setas (en Gipuzkoa contamos con la ayuda apreciable de los miólogos del Grupo Aranzadi) también pueden colaborar mucho en la elaboración del diagnóstico.
Tratamiento
Al no existir sustancias que puedan neutralizar estos tóxicos, se recomienda que estos pacientes sean atendidos en la Unidad de Cuidados Intensivos. Es muy importante retirar la amanitina del intestino por lavado gástrico y paliativos y romper el ciclo entero-hepático.
La toxina también puede ser expulsada por orina, por lo que habrá que aumentar el número de orina mediante sueros venosos abundantes y diuréticos. Varios estudios han aclarado que si se hace así, el tóxico desaparece en un plazo menor de tiempo de la orina. La hemodiálisis y plasmaféresis que se utilizan habitualmente en otras intoxicaciones no son útiles en este caso. Al ser una molécula demasiado grande para la primera no pasa el filtro y para la segunda no se une a las proteínas.
La penicilina y la silibilina también se utilizan en tratamiento, sobre todo los primeros cuatro días. Además de provocar una mayor expulsión del riñón, parece romper de alguna manera el ciclo entero-hepático.
Cuando las cosas están mal se puede llegar al trasplante de hígado. Además de ser una técnica compleja que se lleva a cabo en pocos hospitales, se han notificado pocos casos al respecto. El mejor tratamiento es, sin duda, dejar que las ratas y ratones saboreen esta seta verdosa, tan enemiga de nuestro hígado.
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