Cuanto antes aprendamos idiomas mejor
2005/07/17 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
Los niños comienzan a hablar a los dos años, pero ya han interiorizado el idioma. Y, aunque parezca sorprendente, antes de nacer también distinguen el idioma que utiliza la madre y el resto. Y es que cuando está en el vientre de su madre puede no entender lo que ella dice, pero conoce su melodía y su ritmo.
En definitiva, lo que asimilamos antes es la melodía de la lengua materna, y luego se aprenden el léxico (las palabras y su significado) y el orden de las palabras (la gramática). Por eso, en la edad adulta, cuando se aprende un nuevo idioma, las palabras se aprenden con relativa facilidad, pero la melodía, la más básica, es más difícil. Y aunque domina bastante bien la nueva lengua, es difícil dar la melodía adecuada: tiene mucho que ver con otra lengua materna.
Por lo tanto, los primeros meses son los más fáciles de asimilar. Al parecer, la actividad en las zonas cerebrales (hemisferio izquierdo) relacionadas con el lenguaje es frenética y las relaciones entre neuronas son muy flexibles. Sin embargo, a medida que aumenta la edad esta actividad se ralentiza y las conexiones neuronales se hacen más rígidas y fijas. Por ello, cada vez es más difícil crear nuevas conexiones.
Niños en el laboratorio
En cuanto a la capacidad de aprendizaje de la lengua, son especialmente interesantes las investigaciones realizadas con los niños sordos, que cuando les ponen implantes auditivos tienen que aprender una lengua ‘nueva’. Un grupo de investigadores de Indianápolis ha publicado un estudio al respecto, en el que se indica que es conveniente aplicar el implante a los niños sordos antes de cumplir los dos años de edad, ya que a partir de ahí la capacidad de aprender la lengua va disminuyendo.
Se sabía que los niños y niñas reciben la base del idioma hasta los dos o tres años de edad, pero ha sido una sorpresa comprobar que después se reduce tanto la capacidad de aprender el idioma.
La investigación se ha realizado con 96 niños y niñas de hasta 4 años que han sido sometidos a un implante. Parece ser que los alumnos de entre dos años aprendían fácilmente el idioma, mientras que los de entre tres y cuatro años lo hacían con más lentitud. A la vista de ello, es conveniente que los implantes se instalen en la medida de lo posible antes de los dos años. En Euskal Herria, por ejemplo, a los niños sordos se les aplica el implante a los doce meses.
Sin embargo, es la época idónea para el aprendizaje del lenguaje de signos, y algunas asociaciones de sordos han respondido a estos investigadores que una vez instalado el implante no se debe abandonar el lenguaje de signos. Lo cierto es que, con independencia de que se ponga el implante o no, muchos sordos empiezan muy tarde a aprender el lenguaje de los signos y, por tanto, les cuesta más.
A los superiores se les coloca el implante en el cole del oído (caracol). En definitiva, potencia un funcionamiento similar al de una oreja convencional: el sonido exterior se transforma en señal eléctrica. Tras el implante, el cerebro debe aprender a interpretar esta señal eléctrica, es decir, a encontrar significado a los sonidos.
Anteriormente se han realizado otras investigaciones para ver la capacidad de los niños que no han tenido contacto con el idioma, pero han sido con niños que han tenido experiencias traumáticas: niños que han empezado solos o que apenas se les ha hecho caso. Y en ellos se ha visto que les cuesta mucho asimilar la lengua. Pero en estos casos hay que tener en cuenta otras variables: estos niños también tuvieron falta de amor y su relación con la gente era muy especial. En consecuencia, los resultados obtenidos de estos estudios no podían extrapolarse a niños con una vida normal.
Trabajar con niños pequeños no es fácil, es conveniente utilizar los experimentos más sencillos posibles. Por ejemplo, para saber si un niño recién nacido distingue la lengua materna de otra, lo hacen de la siguiente manera: miran la fuerza y la frecuencia que hace para tirar de un chupe o tetina, lo que demuestra si llama la atención o no. Para saber si los niños más grandes entienden el significado de las palabras y de las frases, utilizan dibujos animados y programas de televisión infantil: siguen el movimiento de los ojos del niño para saber a dónde mira. De este modo, descubren la imagen con la que relaciona lo que escucha.
Parece que para cuando el niño habla, ha adquirido bastante el idioma. Antes de decir la primera palabra, juega con los sonidos; como cuando aprende a agarrarse a un juguete o a un dedo de sus padres, hay un proceso de aprendizaje: se esfuerza y se esfuerza, a veces no acierta y otras sí. Por eso, en un principio, el niño hace sonajitos —empieza a decir los pequeños— y más tarde empieza a decir palabras completas.
Los niños aprenden a hablar de forma sencilla y eficaz; pueden servir de ejemplo para que los robots aprendan a hablar. Pero desde esa perspectiva no es tan simple como parecía.
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