¿Un futuro sin matadero?
2010/05/22 Aulestiarte Lete, Izaro - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
La carne fermentada es aquella que se produce en el laboratorio a través de células madre y/o músculos de animales como el pollo, el cordero o el cerdo. Los partidarios de esta alternativa afirman que es más saludable que la carne convencional, que tiene las mismas proteínas y que tiene menos impacto ambiental. La revista Time lo sitúa entre los 50 inventos más importantes del año 2009.
Con el objetivo de encontrar alternativas a la carne, los miembros de la organización New Harvest, que aúna esfuerzos científicos de todo el mundo, han destacado las múltiples ventajas de la carne producida en el laboratorio. Entre otras cosas, creen que el control de la producción en el laboratorio permitiría evitar enfermedades al estilo de las vacas locas o la gripe A. También conseguir una carne light y hacer “hamburguesas que eviten los infartos”.
Según ellos, el procedimiento no perjudicará la salud humana.
Por el contrario, han explicado que va a suponer un gran beneficio para la conciencia humana y el medio ambiente. En definitiva, se podría producir sin sacrificar a los seres vivos y, por tanto, reducir la necesidad de que millones de animales crezcan en cautividad. De este modo, esta alternativa reduciría el impacto ambiental actual de la producción de carne. De hecho, el sector ganadero es responsable en gran medida de las emisiones de gases de efecto invernadero, y el pastoreo también ha generado importantes costes en el ecosistema.
Los expertos de Nueva York creen que la nueva tecnología también beneficiará a la humanidad en general: “En teoría, con una sola célula puedes crear la carne que el mundo come durante un año”.
Demasiado caro
Se sabe que la carne que se produce lejos de pastos y caseríos y los ganaderos de “delantal blanco” pueden generar desconfianza. Sin embargo, los investigadores recuerdan que: “La mayoría de lo que comemos hoy también procede del laboratorio, todo está procesado”. Se han citado como ejemplo la leche, el queso o los famosos nuggets.
La fórmula secreta para producir industrialmente en laboratorio la carne en lugar de crecer en caserío o vivero es una especie de sopa “biomédica”. Esta sopa está compuesta por nutrientes procedentes de la sangre animal y de los microorganismos, donde se coloca la “célula que luego podría alimentar a todo el mundo”.
Hoy por hoy, el resultado no es más que unas pequeñas láminas de carne de un centímetro de longitud. Pero se pueden tensar y añadir proteínas. Siguiendo con el desarrollo de la tecnología, los expertos consideran que entre 5 y 10 años pueden producir estas placas sustitutivas de la carne a gran escala, que tendrían una dureza suficiente para morder y que su sabor puede ser similar a una chuleta tradicional.
El producto está diseñado pero el principal obstáculo para su comercialización es el coste del proceso. Según los expertos, “necesitamos sistemas automatizados más eficientes que no requieran el trabajo de las personas, e incluso componentes más baratos, ya que los actuales provienen de la investigación biomédica”. El precio actual de una hamburguesa de laboratorio podría ser de un millón de dólares.
En 2002 la NASA quiso fomentar el consumo de este tipo de alimentos en viajes espaciales. Pero fue caro y largo y finalmente apostó por una dieta vegetariana. Desde entonces, los centros de investigación de Holanda, EEUU, Japón, Australia y países escandinavos también han invertido en el desarrollo de esta alternativa.
Publicado en Ortzadar
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