Sujeto a selección natural
2012/05/17 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia
¿El hombre moderno sigue sujeto a la selección natural? ¿O se le ha escapado a través de la cultura y la tecnología? Es una pregunta repetitiva que, de vez en cuando, toma actualidad cuando se presenta alguna prueba a favor de una u otra hipótesis. Esto es debido a un trabajo publicado en la revista PNAS a principios de este mes. En este trabajo se han analizado las vivencias de 5.923 personas nacidas en Finlandia entre los años 1760 y 1849, con el fin de comprobar si la evolución de estos grupos humanos coincide con las características de las poblaciones sometidas a la selección natural. Y la respuesta rápida es afirmativa.
En concreto, se han cruzado los principales tamices de la selección natural y sexual con los datos recogidos en los registros: supervivencia, procreación, éxito reproductivo y fecundidad (número de descendientes reproductores) hasta la edad fértil. Por cuestiones fiscales, la entonces iglesia finlandesa recogía detalladamente todos los nacimientos, muertes y matrimonios, y los investigadores han podido hacer un seguimiento completo de la genealogía. Al tratarse de poblaciones monógamas, que pensaban seriamente no actuar así, los investigadores han podido tomar bodas como indicador de la procreación.
Los resultados del cruce muestran que la variabilidad medida en los cuatro parámetros coincide con la habitual de las poblaciones que sufren selección natural. Y a pesar de las poblaciones monógamas, se cumplían las predicciones de la teoría de la selección sexual: el sexo más severo (en este caso, los hombres) presentaba una mayor variabilidad en el éxito y en el éxito reproductivo, y una mayor vinculación entre los dos parámetros anteriores.
Según los investigadores, la medición de este tipo de resultados en las poblaciones monógamas que vivían de la agricultura y la pesca es errónea si se considera que hace tiempo se había eliminado la influencia de la selección natural. “La monogamia sucesiva y la agricultura limitarían las opciones de selección, pero el análisis demuestra que todavía tiene espacio suficiente para actuar”, han señalado.
De hecho, la agricultura ha sido considerada el primer golpe del hombre a la selección natural. El paso de la caza y la recolección de lo que la naturaleza daba a los sistemas sociales que podía sembrar y crecer, disparó el equilibrio ecológico existente. El golpe más fuerte y definitivo ha sido el desarrollo tecnológico y médico desde la revolución industrial. Según esta hipótesis, la capacidad de adaptación tecnológica, médica y cultural ha dejado sin significado el sistema de selección guiado por la supervivencia diferencial del más adecuado que surgió de acuerdo con las leyes de la naturaleza.
Para el ejemplo. Supongamos que una buena visión influye en nuestra supervivencia y en el éxito reproductivo; sin gafas ni intervención láser, los agentes genéticos de mala visión tenderían a desaparecer del grupo génico humano. Sin embargo, la tecnología elimina de la ecuación la presión de selección para eliminar estos genes, con lo que desaparece la ventaja de los individuos con buena visión y la materia prima de la selección natural.
Si este ejemplo tan simple se extiende a todos los aspectos complejos del modo de vida rodeado por la cultura y la tecnología, parece casi inevitable concluir que no dependemos de la selección natural. Además, la equiparación de la selección natural a la ley del más fuerte y las malas interpretaciones sociales que se han hecho de las leyes de la selección natural, también lo hacen deseable ante muchos.
Más allá de la occidente de la metáfora visual, los críticos de la eliminación no creen que la vida moderna haya eliminado las presiones de selección clásicas. Dicen que son más suaves, pero que siguen ahí, y además, insisten en que la vida moderna generaría otras que todavía no son medibles a través de los cambios en el medio ambiente, del efecto de la obesidad en la fecundidad... La cuestión es que estar al margen de la pregunta dificulta encontrar respuesta.
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