Nuestro cerebro no es una red social

Las tendencias tecnológicas actuales a menudo se asemejan a una sección de Black Mirror. Imagina un pequeño chip en tu cerebro, capaz de activar cualquier dispositivo con solo pensamiento. Lo que parecía una ciencia-ficción se está haciendo cada vez más real. en 2025 las neuroprótesis han dado un gran salto, y los laboratorios de todo el mundo han conseguido por primera vez convertir los pensamientos en texto o en movimiento.

También en el País Vasco existen avances: centros de investigación y startups trabajan en interfaces de máquinas cerebrales y sistemas de comunicación mediante movimientos oculares. Estos avances dejan claro que la neurotecnología no es el futuro: ya está a las puertas de nuestro cerebro.

La pregunta es cómo proteger la dignidad y la privacidad del ser humano en esta nueva etapa en la que se pueden leer los pensamientos. Aquí entra en juego el concepto de “neuroderechos”, que se puede considerar como el último límite de los derechos humanos: la protección de nuestro cerebro y nuestros pensamientos. El neurocientífico Rafael Yuste, de la Universidad de Columbia, ha advertido: “Ya somos capaces de leer los pensamientos, y si no actuamos con rapidez, esta tecnología nos puede escapar de las manos”. Por ello, es necesario integrar los neurodegeneros en las leyes para que esta tecnología esté al servicio de la persona y no al revés.

Los Derechos Neurodegenerativos pretenden proteger la intimidad y libertad del pensamiento y se basan en cinco principios fundamentales: la privacidad mental, la protección de la identidad personal, la voluntad libre, la igualdad de oportunidades y la prohibición de la manipulación. A través de ellos, los seres humanos podemos seguir siendo dueños de nuestro cerebro, sin que nadie —ni los gobiernos, ni las empresas— analice o transforme nuestros pensamientos sin permiso. Al fin y al cabo, en palabras de Yuste, el cerebro es el último santuario del ser humano, y así deberíamos protegerlo.

En los últimos meses, el tema ha dado un salto global. El informe presentado en 2025 por Naciones Unidas, el relator especial Ana Brian Nougrères, propone que los neurodegatos sean reconocidos como datos personales especialmente sensibles y que se establezca un marco jurídico universal de los neuroderechos para todos los Estados. Según el informe, las manifestaciones de la actividad o del pensamiento cerebral “no pueden comercializarse, controlarse o explotarse contra la dignidad de la persona humana”. Por primera vez, las Naciones Unidas reconocen que la privacidad del pensamiento es un nuevo derecho humano y afirman que está “en el límite final” de la autonomía del ser humano.

La neurotecnología puede producir grandes beneficios, pero también graves daños. Por eso, las organizaciones mundiales están dispuestas a regular el aspecto oscuro de esta tecnología que puede aportar grandes beneficios, que es la protección de nuestros pensamientos. Antes de que el rincón más oculto del ser humano se convierta en una red, ¿llegaremos a tiempo a defender nuestros derechos neurodegenerativos?

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