¿Te acuerdas de Louise Brown?
2004/07/01 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria
El primer llanto del niño se escuchó antes de la medianoche. La sala de partos estaba llena de gente: además de los empleados habituales, había varios investigadores y un cámara. Nadie hizo irrintzis de alegría, pero la mayoría respiró más tranquilo, seguro.
Era el 25 de julio de 1978, cuando la pequeña Louise Brown nació en Oldham, Inglaterra. El niño tenía un peso de dos kilos y seiscientos gramos, y todo indica que era normal.
Parece que sí, pero el resto no era tan normal, ya que se gestó en un programa y, por ello, se le llamó probeta-niño en los medios de entonces. Más de uno pensaba que el niño iba a tener algún error, pero el tiempo demostró que Louise era como el resto de niños.
La esperanza de muchas parejas
Este nacimiento fue una fuente de esperanza para muchas parejas que no podían tener hijos. De hecho, la técnica de fecundación asistida hasta entonces no tuvo éxito y eran muy pocas las parejas que acudían a pedir ayuda a los investigadores. Sin embargo, el éxito de la familia Brown animó a la gente a seguir el mismo camino.
Los investigadores descubrieron que era una buena oportunidad para seguir mejorando la fecundación in vitro, pero todavía pocas mujeres conseguían quedarse embarazadas con esta técnica y la mayoría perdían al niño en las primeras doce semanas. Sin embargo, a medida que avanzaba la investigación, la técnica mejoró considerablemente y, en la actualidad, más de un millón de personas provienen de un óculo fecundado en un tubo de ensayo.
Pero, además de la esperanza, el nacimiento del Louise también provocó el roce. El debate era sobre todo ético. ¿El hombre tenía derecho a intervenir en la fecundación? Esa era la pregunta que había en el aire. La iglesia católica, por ejemplo, dejó clara su posición, condenaba la fecundación in vitro.
Todavía en estado puro
Aquel debate ha llegado hasta nuestros días. En muchos casos el problema se encuentra en las trompas de Falopio de la mujer, ya que están cerradas o obstruidas, problema que la señora Brown, la madre de Louis, tenía. En estos casos, la mujer produce el óculo, pero no se puede ir abajo a la trompa, por lo que el espermatozoide no puede fecundarse. En estos casos, la vía más adecuada es la fecundación in vitro, es decir, la fecundación del óvulo fuera del cuerpo de la madre.
En este proceso, para tener más posibilidades de conseguir un óculo fecundado, se extraen varios óvulos del ovario materno. Estos óvulos se mezclan con el esperma y los óvulos fecundados se integran en el útero materno.
Pero para evitar el embarazo múltiple no se utilizan más de tres óvulos. ¿Y qué hacer con los demás? Ahí está la cuestión. De hecho, no se ha determinado si los óvulos fecundados, también llamados protoembriones, son seres vivos o no, y al mismo tiempo no está claro a partir de la semana que se puede decir que el embrión es el ser humano.
Robert Edwards tiene claro que las barreras morales no deben limitar el progreso de la investigación. Fue el fisiólogo investigador que canalizó la fecundación de los óvulos de la Señora Brown y cuidó el embarazo. Y, según él, a pesar de que esta técnica de fecundación generó ese debate, la sociedad ya lo ha reconocido y es muy habitual.
Edwards es el precursor de la fecundación in vitro. Louise Brown llevaba más de veinte años trabajando con óvulos humanos antes de nacer y, aunque todavía está semi-jubilado, sigue muy de cerca las técnicas de reproducción asistida. Pero no sólo logró el éxito. Fue imprescindible la colaboración de un ginecólogo llamado Patrick Steptoe, ya que con el laparoscopio Steptoe se podía llegar a las trompas de Falopio y así poder ver en qué fase de maduración estaba el óculo antes de su extracción.
Desde el nacimiento de la primera probeta-niño se ha avanzado mucho en esta técnica de fecundación asistida. Progresivamente se han desarrollado medicamentos para controlar la fertilidad de la mujer, es decir, mediante el uso de hormonas, el ovario se impulsa a producir más de un óvulo.
Por otra parte, en un principio no tenían claro cuántos días había que esperar para que el óculo fecundado in vitro se introdujera en el útero materno. Aunque en un principio permanecían unos cinco días, en el caso de los Brown se introdujo el óculo dos días y, debido a su correcta integración y al normal desarrollo del embrión, el método utilizado fue tomado como modelo a partir de entonces.
Hubo quien pensó que Louise Brown fue un milagro, que no podía nacer a través de la fecundación in vitro. Pero en los últimos veintiséis años ha habido muchos cambios, y hoy en día es normal que para ser niño acuda al ginecólogo para pedir ayuda.
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