Genomas cada vez menos secretos
2002/05/21 Roa Zubia, Guillermo - Elhuyar Zientzia
Lo que no entendemos no es necesariamente inútil: a veces, a medida que avanzamos en el trabajo, afloran descubrimientos inesperados. Esto ha ocurrido a los científicos que estudian el genoma humano: desde que se extendió a los cuatro vientos el primer borrador del genoma humano, se han evidenciado errores y desconocimiento.
Pero no todo es gris, y muchos datos sobre el genoma son absolutamente seguros. Por ejemplo, en la mayoría de los libros escolares se enseña que el ADN está en el núcleo de la célula y forma estructuras con forma de X enrollado sobre sí mismo: cromosomas. En estos cromosomas está organizado el ADN, tal y como los libros de una biblioteca están ordenados en las baldas.
También se sabe que cada cromosoma contiene información precisa, pero a partir de ahí empieza a predominar la oscuridad, ya que no toda esa información todavía se entiende o conoce bien. Eso sí, está claro que el ADN se divide en dos partes: la que contiene información útil y la que no sirve para nada. La primera parte está constituida por los genes que almacenan los códigos para formar proteínas y la segunda parte por los restos de
ADN.
Sin valor
A la parte que no codifica genérico se le ha llamado basura:
Basura de ADN. Se llama así a toda parte del ADN desconocido. Pero es algo preocupante: al menos la mitad del genoma entra en esa parte. ¿Qué significa eso? ¿Que la mitad del genoma no sirve para nada? ¿Por qué entonces tenemos toda esta información almacenada en las células? Hay explicaciones para ello.
Según los bioquímicos, la explicación está en las huellas de la evolución. Allí han quedado los genes de nuestros antepasados, algunos totalmente anticuados; y de nuestros antepasados; y sus antepasados, etc. Hay que tener en cuenta que este retroceso llega hasta las bacterias, que también nos han dejado fragmentos de genes dispersos por el genoma. No es de extrañar que haya restos de tantos años de evolución en el genoma.
Sin embargo, no es de extrañar que la ciencia no pueda explicar todavía cosas. Se llama basura a una parte del ADN, pero tal vez sirva para algo. A partir de esta idea se han abierto varias líneas de investigación, de las que se han publicado los resultados en el último número de la revista especializada Nature Genetics.
Reparador
La investigación que se acaba de publicar se centra en los elementos denominados LINE-1, que se representan con la abreviatura L1. Representan el 17% del total de nuestro genoma, pero sin embargo, se han realizado muy pocas investigaciones sobre esta gran parte. Ahora, algunos bioquímicos estadounidenses han encontrado una capacidad especial para los elementos L1: retocan las cadenas de ADN rotas, es decir, actúan como reparadores. Esta capacidad ha modificado la idea de estas partes del ADN.
Hasta ahora, los científicos consideraban que los elementos L1 se comportaban como parecidos a los parásitos. Tienen la capacidad de romper las cadenas de ADN y de intercalarlas en cualquier lugar. Se hablaba de parangón, porque al fin y al cabo los virus también utilizan una estrategia de este tipo. Pero con lo que ahora se ha descubierto, la idea del parásito se pone patas arriba: Los elementos L1 pueden saltar del cromosoma al cromosoma para buscar y reparar cadenas deterioradas. Por eso, quizá ese trozo de ADN que no servía para nada es imprescindible para la célula.
Muchos fragmentos del genoma siguen siendo extraños, por lo que los investigadores deben explorar nuevas vías. En esta
ocasión parece que han encontrado un elemento reparador en forma de parásito. Eso es importante, pero quizá es más importante reconocer que nos falta mucho.
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