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Compra responsable

2003/05/18 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

En los últimos años, a la hora de hacer la compra, los hábitos han cambiado mucho. Antes la gente salía de casa con la bolsa de las compras y acudía al mercado local o a la tienda de abajo. Ahora, sin embargo, es habitual ir en coche a grandes centros comerciales y el medio ambiente ya ha empezado a sufrir los efectos de este cambio.
Es difícil elegir qué comprar.

Hoy en día la costumbre de ir a los hipermercados está muy extendida y es comprensible, ya que ofrecen la posibilidad de ir en coche hasta aquí, lo que permite realizar las compras de toda la semana en el mismo lugar.

Si bien se observa la basura doméstica, para compararla con la antigua, se observa un cambio significativo. Antes de la era del reciclaje, era un único cubo de basura en el que se depositaban mayoritariamente residuos orgánicos. Las cortezas de naranja, los huesos de carne y las hojas de col se mezclaban con unos pocos botes de yogur y bolsas de plástico. Apenas se hallaban botellas de vidrio en la basura, ya que la mayoría de ellas volvían a la tienda.

En la actualidad, en lugar de disponer de un solo cubo de basura, existen tres o cuatro bolsas en el mismo cubo de la basura, para facilitar su reciclaje a través de una correcta clasificación. Pero lo más llamativo es el contenido. El cubo de la basura se llena en la mayoría de las casas de envases de plástico, bolsas y latas metálicas. No es de extrañar, ya que la mayoría de los productos comprados vienen recogidos. Por ejemplo, al comprar un kilo de tomate se lleva a casa, además de los tomates, la bandejula de cartón y el envoltorio de plástico.

El objetivo de estos envoltorios no es sólo facilitar el transporte del producto hasta el hogar, sino también hacerlo más atractivo. Pero hay quien piensa que el embalaje no es imprescindible. Se puede pensar en un despilfarro de materias primas y energía en la producción del embalaje, sin olvidar la contaminación que se produce en el transporte y en las transformaciones de las materias primas.

Hoy en día utilizamos más envases que antes.

Por todo ello, ¿por qué no hacerse responsable del comprador? Es decir, que sea el responsable de lo que se ha consumido y contaminado en la producción y el transporte de los productos. En este sentido, se pretende impulsar una compra más responsable que reduzca el impacto ambiental de los hábitos de consumo actuales.

No hay más remedio que cambiar los hábitos para reducir los daños producidos por el consumo excesivo. Pero cambiar de hábitos no parece tan sencillo. El primer paso puede ser recuperar las costumbres de antes: ir a comprar pan con la cesta en la mano, apagar la luz cuando no se necesita, quitar la calefacción al templar la casa, ir a pie en lugar de coger el coche a las tiendas cercanas, etc.

Mil preguntas para hacer la compra de forma responsable

Después de ir a comprar algo, las siguientes preguntas pueden ayudarnos. ¿Realmente lo necesito?

Muchos aparatos y objetos inútiles se acumulan prácticamente sin hacer uso de ellos, por lo que antes de comprar algo se puede ver si se puede pedir o alquilar a alguien en función del uso que se vaya a dar.

¡Para hacer la compra también hay que sufrir atascos!

Por ejemplo, muchos coches sólo se utilizan esporádicamente. Cada coche tiene partes de once materiales diferentes. La contaminación ambiental se produce desde la explotación de las materias primas en la producción de cada uno de estos materiales hasta su transformación y transporte a la fábrica de automóviles. Por ello, en muchos casos no merece la pena comprar un coche desde el punto de vista ecológico, ni económico, si el transporte público es adecuado o existe la posibilidad de alquilarlo ocasionalmente o compartirlo con otras personas.

¿Dónde está hecho?

El transporte de productos importados supone un gran consumo de combustible. Además, es más difícil conocer si la empresa productora cumple o no con la normativa ambiental. También es casi imposible saber si utiliza sustancias tóxicas o si los trabajadores perciben un salario digno por su lejanía. Se sabe que muchas empresas llevan sus fábricas a países con reglamentaciones ambientales más suaves, normalmente en vías de desarrollo, lo que puede poner en duda que la producción del producto es limpia.

¿Una vez utilizado el producto, el productor se encarga de recogerlo y reciclarlo? Sobre todo en el caso de productos con gran cantidad de materiales diferentes (coches, lavadoras, televisores, ordenadores) es muy importante esta pregunta ya que todos estos materiales deben ser reciclados de forma separada. Ante esta dificultad, a veces se acumulan simplemente en vertederos.

¿Es de un solo uso?

¡Coge cesta en la mano y a la feria!

Los productos que se tiran tras un solo uso están muy de moda: pañuelos, cámaras de fotos... y en breve tendremos también teléfonos móviles de usar y tirar. Son muchas las herramientas que se desechan en lugar de repararlas para comprar una nueva, entre otras cosas porque muchas veces la reparación es más cara que comprar una nueva. Volviendo a las tradiciones ancestrales, convendría intentar que los aparatos que se adquieren permanezcan lo más duraderos posible. Una de las soluciones sería el aumento del precio a cambio del impacto ambiental, de manera que los productos más contaminantes serían más caros que los más respetuosos con el medio ambiente.

Son muchas más las preguntas que pueden venir a la cabeza y parece que la clave está en la búsqueda inteligente de respuestas. Ahora sólo falta que en las etiquetas de los productos se incluyan respuestas a estas preguntas, es decir, garantizar el derecho de información.

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