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¿Con la intención de atraer a la hembra?

2005/01/01 Leunda Urretabizkaia, Pedro M. Iturria: Elhuyar aldizkaria

El piscardo macho se transforma asombrosamente en la zona estival, le llega la época de reproducción y el resto de los machos debe quitarse de frente y atraer a las hembras. Los factores que intervienen en este dimorfismo sexual son bastante complejos para nosotros.
Fotografía realizada en la orilla del río con una cámara fotográfica digital a un pescadillo de 85 mm.
J. Martinez-Lage

El piscifactor ( Phoxinus phoxinus ) es un pececito de la familia de los ciprínidos que habita casi todos los ríos y lagos del continente euroasiático. La cuenca fluvial del norte de la península Ibérica tiene su límite suroeste de distribución. Este ciprínido de pequeño tamaño apenas mide 120 mm, pero parece que cuando tiene 50 mm (1-2 años) es sexualmente maduro.

El pescadero vive en grandes poblaciones y desarrolla un enorme dimorfismo sexual en la época reproductiva, es decir, de mayo a agosto. El pescadillo macho cambia mucho: las aletas, el vientre y los labios se tiñen de rojo, los lados del cuerpo se visten de azul o verde metálico y en la cabeza crecen los llamados tubérculos reproductivos.

El objetivo de estos cambios sería tener más éxito en la reproducción. Winifred E. 1943 El investigador Frost describió detalladamente estos caracteres sexuales en el artículo ya histórico.

Durante la época estival, los ezkailes migran a tramos fluviales bien oxigenados y con guijarros sobre el sustrato; se reúnen en grupos para preparar los ezkailes machos y los rincones de puesta. Después, suelen nadar alrededor de estos rincones, hasta que se acerca una hembra dispuesta a desovar.

La hembra prueba con la cabeza el tamaño adecuado de los guijarros del sustrato del rincón de puesta. Mientras lo hace, recibe burukadas de los machos, lo que le permite conocer el tamaño de los tubérculos. En estos movimientos de cortejo, el macho a menudo se coloca boca abajo para mostrar a la hembra el color rojo de sus aletas y vientre. Además, los machos se dan cabezazos entre ellos, impulsados por la competencia. Según estos comportamientos, los tubérculos parecen ser, sobre todo, un arma de lucha entre los machos, pero las hembras también pueden servir para saber qué tipo de atención elegir.

Winifred E. Frost realizó el dibujo en 1943.
W.E. Frost

El dispositivo realiza la fecundación externa. Por ello, en este caos de movimientos cortejos y cabezudos, la hembra espera el momento más cercano al macho seleccionado. Cuando este macho se aproxima bastante, la puesta de los 200-1.000 huevos guardados por la tomillo hembra, y el macho fecunda, extendiendo su esperma sobre los huevos. Al investigar las claves de este comportamiento reproductivo se observa que tanto el enrojecimiento como los tubérculos son, además de una dicotomía entre la estética y la competencia, un signo de otros factores.

El piscarotenoide no es capaz de sintetizar carotenoideos que producen enrojecimiento, sino que los obtiene de los invertebrados que come y los acumula en los eritroforos superficiales. Por lo tanto, cuando la hembra elige el macho de rojo más intenso, elige el más hábil para cazar y mejor alimentado.

Por otra parte, parece que el enrojecimiento tiene alguna relación con la heterocinidad de algunas secuencias de ADN (tener las dos formas del gen) que se han estudiado. Y, por tanto, la hembra parece certificar la diversidad genética de sus descendientes al elegir el macho más rojo.

Además, los estudios demuestran que las grietas de mayor enrojecimiento suelen presentar menos parásitos. No está claro si tener menos parásitos es consecuencia de una buena alimentación o si son debidos a propiedades genéticas. Si fuera genético, podría pensarse que la hembra, al elegir estos machos, aumentaría las posibilidades de que sus descendientes sean más resistentes a los parásitos.

Además, el tamaño de los tubérculos está relacionado positivamente con la presencia de parásitos cerebrales y viscerales, es decir, suelen desarrollar tubérculos más grandes en aquellos que presentan un mayor grado de infección. Por tanto, a través de los tubérculos podemos saber el grado de infección que tienen los machos.

El piscifactor tiene su límite suroeste con las cuencas fluviales del norte de la Península Ibérica.
J. Larrañaga

Por todo ello, se puede afirmar que el dimorfismo sexual del piscardo ha distinguido y especializado dos funciones. Por un lado, el enrojecimiento de los labios, aletas y vientre del piscardo macho sería un indicador de la calidad genética y del estado nutricional y sanitario que la hembra prefiere a la hora de elegir un color rojizo intenso.

Por otro lado, el tubérculo de la cabeza del campanario macho parece diseñado para la lucha de los machos. De hecho, los machos sanos con vientre rojo no desarrollan grandes tubérculos, ya que gracias al color tienen grandes posibilidades de equipararse con las hembras. Los machos menos sanos, por su parte, son más difíciles de seleccionar por las hembras, que utilizan más energía en el desarrollo de tubérculos. Y los tubérculos se utilizan como armas contra otros.

En definitiva, en investigaciones exhaustivas aparecen factores más allá de la estética y de la competencia entre los machos al analizar las conductas reproductivas de los animales.

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