La columna vertebral femenina adaptada a los embarazos
2008/02/10 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia
La gravedad no beneficia a la mujer embarazada. A medida que avanza el embarazo, la tripa de la mujer pesa cada vez más, por lo que el centro de gravedad avanza. Es decir, si se colocara en la misma posición que cuando no está embarazada, caería hacia delante debido al peso de la tripa. Para evitarlo, las embarazadas doblan la espalda hacia atrás (hasta llega el buzamiento a 28 grados, según este estudio).
El aumento de la inclinación de la espalda sin dolor es posible debido a que en la parte inferior de la columna el cuerpo de la mujer presenta una serie de características especiales: por un lado, las vértebras que hacen posible que la espalda se incline por la zona lumbar son tres en las mujeres y sólo dos en los hombres, lo que permite que la tensión resultante de la inclinación se distribuya entre más huesos. Por otro lado, las articulaciones entre estas vértebras son un 14% superiores en las mujeres para mantener mejor la fuerza a soportar.
Si a un hombre le pusiéramos la tripa de un embarazado, tendría muchos más dolores de espalda. Al fin y al cabo, los músculos deben mantener lo que los huesos no sostienen. Si el trabajo que realizan los huesos en las mujeres durante todo el tiempo que están de pie, los músculos se verían afectados.
Adaptaciones antiguas
Estas adaptaciones no son nuevas en las mujeres. Las especies del género Australopithecus que vivían hace dos millones de años ya existían. Los investigadores de Harvard han llegado a la conclusión de que tuvieron que aparecer inmediatamente después de empezar a caminar a dos piernas.
Cuando comenzaron a caminar a dos patas, las manos de los primates quedaron libres para realizar diversas actividades. Pero esta nueva actitud se convirtió en un problema para las embarazadas. Y imagínate cuánto tiempo llevaban las mujeres embarazadas. Hasta que empezaron a utilizar anticonceptivos, en gran parte de la edad adulta las mujeres estaban embarazadas.
Imaginemos la vida de una mujer embarazada de la época: con una tripa de unos siete kilos, ayudaba a cazar, recogía frutos, huía de los depredadores, etc. Los que estáis o habéis estado en el noveno mes del embarazo ya sabéis ( y todos los que no habéis estado lo podéis imaginar) lo difícil que es tener que correr con este tipo de tripas. Las personas que no tenían la columna adaptada a ello sufrirían muchas más lesiones en la espalda para hacer lo mismo. Y, por supuesto, una espalda dañada da muchos más problemas para moverse, bien en busca de comida, bien para escapar de los depredadores.
Por tanto, a pesar de que la evolución no tiene ninguna intención concreta, es comprensible que en la columna vertebral de las mujeres estas adaptaciones se hayan extendido muy rápidamente desde el momento en que aparecieron. Los que tenían esas adaptaciones serían mucho más fáciles que los que no lo tenían, y se puede pensar que esto aumentó la supervivencia de las mujeres. Así, aquellas mujeres tuvieron más descendientes que otras y sus hijas nacieron con ellas. Poco a poco, las mujeres desadaptadas fueron disminuyendo y, en algunas generaciones, las mujeres más adaptadas fueron imponiéndose.
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