“Los datos no son cosas, son parte de las personas”

Pilar es investigadora jurista del equipo de la Cátedra de Derecho y Genoma Humano. A medida que la ciencia y la técnica avanzan, surgen nuevas y emocionantes oportunidades en la sociedad, pero también de su mano, nuevos riesgos y miedos, hasta llegar a crear ganas de prohibir. La labor de Pilar es consensuar los valores que regulen el uso de las nuevas técnicas. Buscar acuerdos básicos para que la sociedad se sienta cómoda. Trabajo importante si la ciencia tiene que dar lo mejor de sí misma.

“Los datos no son cosas, son parte de las personas”


Pilar, ¿cómo han evolucionado las inquietudes que genera la ciencia?

A medida que la técnica ha evolucionado, las preocupaciones han ido cambiando. Ahora, una de las mayores preocupaciones es la gestión de datos, big data: la posibilidad de utilizar bases de datos gigantes, que constituyen una materia prima para la investigación. Parece que los datos pueden tener valor comercial y perder control sobre ellos. ¿Nuestra intimidad puede estar amenazada? Sí, lo hemos visto en otros ámbitos: En Facebook, por ejemplo.

También hay preocupaciones permanentes. Por ejemplo, técnicas de edición genética que pueden transformar el ADN de las personas. Pero, al mismo tiempo, la edición genética también plantea preocupaciones de futuro sobre la integridad del ADN humano. ¿Es posible que el ADN humano se transforma y ponga en peligro la especie humana? Tenemos que prever escenarios de futuro.

En estos momentos vuestro gran reto es el big data. ¿Qué es exactamente el big data sanitario?

Big data es el uso de grandes bases de datos. Pero no es una simple lista con muchos datos. La técnica del Big Data es cruzar información, combinar datos de diferentes orígenes. Imaginar: es posible combinar historias clínicas con datos de pacientes en sus apps, con datos de sus hábitos de vida, con hábitos de consumo, con datos obtenidos en proyectos de investigación, etc. Si mezclas varios tipos de datos, se pueden extraer conclusiones que no pueden extraerse al analizar los datos de forma independiente.

Es importante que las personas sepan qué datos están usando, ya que combinándolos, su uso ya no es tan inocente. Tú también puedes sacar conclusiones inesperadas sobre ti. Por ello, el reto del big data es tener un control sobre esta información personal y, sobre todo, sobre su uso.

¿Necesitan nuestro consentimiento para utilizar nuestros datos médicos?

Cuando los datos sean tratados con fines clínicos, los profesionales deberán mantener el secreto médico, por lo que no será necesaria autorización expresa para la extracción y conservación de los mismos. Estos trabajos son obligatorios y obligatorios. La excepción son los datos genéticos. En este caso se deberá firmar la autorización.¿Para qué estoy autorizando? Para que actúen en mi favor: sólo para mi diagnóstico, tratamiento y prevención. Eso es lo que dice la ley. Pero la información que se genera ahí puede tener otro uso: la investigación. El problema es que la ley que regula la historia clínica no es clara. Permite diferentes interpretaciones.

La ley de investigación biomédica regula únicamente el uso de muestras biológicas, pero no de datos. Regula el uso de sangre o parte de un tumor. Existe un sistema de almacenamiento de muestras: biobancos. Usted entrega las muestras y las distribuye a los investigadores. La ley ha adoptado mecanismos para acelerar la investigación. Algo parecido se podía hacer con los datos.

Para ello, la ley debería exigir el consentimiento expreso del paciente, u otras garantías que puedan legitimar su uso, como por ejemplo la anonización de los datos, la separación de mi identidad. Así, se toman de las historias clínicas, pero no saben de quién son. Precisamente ahora estamos trabajando en un proyecto denominado big data sanitario para proponer una reforma de la ley.

Ed. Aritz Loiola/©Argazkipress
¿Qué propondréis?

La primera propuesta será que exista una ley clara. Segundo, la necesidad de autorización. Pero podemos sentar una base que facilite a los investigadores su trabajo, ya que cuando se necesitan datos de miles de personas, la necesidad de pedir permiso dificulta mucho la investigación y no se trata de reducir el uso de los datos, sino de facilitarlos. En condiciones adecuadas, eso sí.

Por ello, son necesarias más garantías: que los proyectos que vayan a utilizar los datos tengan que pasar por el análisis de un comité ético. Por otro lado, la información. El público debe conocer dónde puede obtener información sobre el uso de sus datos y si desea borrarlos, deberá responder a dicha solicitud.

Big data sanitario es fundamental en la investigación de enfermedades raras, ¿no?

Claro, en el caso de las enfermedades raras, el acercamiento debe ser internacional. No hay suficientes pacientes en cada país. Las redes internacionales permiten a las organizaciones compartir datos, muestras y pacientes. Es importante trabajar en ello. Sobre todo en enfermedades raras, pero en general en la ciencia. La ciencia no tiene límites. Los datos deben ser internacionales.

¿Estos datos pueden llegar a ser propiedad privada?

No. Y es importante aclarar, ya que hay una confusión conceptual muy grave en esta materia. A veces hablamos de propietarios de datos, y ese lenguaje es muy malicioso. “Vende datos”. Cuando hablamos de vender y comprar hablamos de derechos sobre cosas. Pero los datos no son cosas, son parte de las personas. Son bienes de personalidad: no pueden ser renunciados ni prescritos. Nadie me puede decir que ha vendido mis datos y que ahora son propiedad de otro.

Las empresas pueden tener derecho a usar los datos, si usted lo autoriza. Pero, ¿podrá cobrarlo por dejarlo a otra empresa? No. Si ha gastado dinero en procesar estos datos o desarrollar un software que les permita verlos mejor, podrá cobrar el servicio pero no por los datos.

Otro ámbito que puede generar grandes debates es la medicina personalizada, ¿no?

Por supuesto, al final está basado en las particularidades de cada individuo, por lo que es necesario realizar análisis genéticos. Por ejemplo, para aclarar si en tu familia compartís una mutación concreta. ¿Qué preguntas se plantean? Por ejemplo, cómo compartir información entre el paciente y sus familiares. Cómo gestionar el secreto médico, si la información obtenida puede beneficiar no sólo al paciente sino también a su familia, ya que la enfermedad es hereditaria.

Hace poco, en el Reino Unido se produjo un incidente en el que la hija de un paciente demandó al hospital que diagnosticó a su padre una enfermedad genética muy grave porque no le habían informado a su hija. Ni el padre ni los médicos del hospital. Murió su padre y su hija cuestionó a los médicos del hospital porque si supo que había una enfermedad que él tenía y que corría el riesgo de transmitirla a sus hijos, porque nunca se quedaría embarazada, era una enfermedad muy grave. El hospital fue absuelto, sólo por las obligaciones de los médicos frente a los pacientes. Pero ha presentado el recurso y habrá que revisar el asunto.

Ed. Aritz Loiola/©Argazkipress
Los análisis genéticos van a hacer aflorar cada vez más si los médicos deben hacerse cargo de los sucesores. ¿Cuál es tu opinión?

No creo que el médico tenga que tener esa responsabilidad. De hecho, es necesario mantener el secreto médico para mantener la confianza de las personas. Es imprescindible saber que lo que se habla en la consulta quedará entre el médico y yo. Puede haber algún caso excepcional que implique la violación de este secreto médico, pero muy excepcional.

Eso sí, cuando alguien tiene que realizar un análisis genético, hay que predecirle que también puede ser importante para los familiares: “Tu familia debería implicarse en el proceso, porque puede ser muy importante para ellos”. Pero las relaciones humanas son muy complejas, y los que se dedican al consejo genético dicen claramente que en algunas circunstancias la gente no quiere compartir esa información con su familia.

¿Cuáles son los casos más complejos que has trabajado?

Errores en diagnósticos, falsos positivos. Pocas veces, pero te duelen mucho. Yo no soy abogado y no vivo directamente, pero recuerdo el caso de que una mujer decidió extraer el útero y los ovarios porque le dijeron en la Unidad de Consejo Genético que el análisis de un cáncer hereditario dio un resultado positivo. Le dijeron que sus hijos tendrían una probabilidad del 50% para desarrollar el cáncer de colon y la mujer decidió no tener hijos ni estériles. Más tarde descubrió que no tenía mutaciones, que fue un error. Los estudios genéticos pueden llevarnos a tomar decisiones muy drásticas.

Recuerdo a Angelina Jolie cuando decidió arrancar los pechos como medida preventiva. Dado que en su familia había varios casos, tomó la decisión de que él también tenía riesgo de padecer cáncer de mama. A partir de entonces, esta mentalidad cobró fuerza, es decir, tomar medidas para evitar enfermedades y hay que tener mucho cuidado.

Algunas empresas ofrecen estudios genéticos en internet. ¿Existen garantías en estos casos?

Muy poco. La Asociación Española de Genética Humana hizo una declaración en contra. La ley que regula los estudios genéticos establece que estos estudios deben realizarse siempre acompañados de un consejo genético; es imprescindible. Un experto debe explicarle por qué conviene realizar el estudio y después aclararle el significado de los resultados. ¿Se cumplen estos requisitos?

¿Qué nuevos retos puede traer la biomedicina a medio-largo plazo?

En la investigación, creo que la internacionalidad. Y en el ámbito clínico, de salud, la ciencia nos obligará a saber gestionar la incertidumbre de su propio futuro. Disponer de información genética te informará de tus posibles enfermedades futuras, generalmente probabilidades. Los tuyos y los de tu familia. ¿Cómo gestionaremos esa incertidumbre para el futuro? A veces habrá tratamientos disponibles y otras no. ¿Tomaremos medidas preventivas? Hay riesgo de no hacer las cosas bien. Saber gestionar esta información de futuro será uno de los grandes retos de las personas.

Ed. Aritz Loiola

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