Los robos forestales son más útiles que los bancos
2001/12/09 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
Los robos más prestigiosos son los realizados en bancos, museos o construcciones con estrictas medidas de seguridad. Se trata de una vía para obtener mucho dinero del golpe, pero también el riesgo que supone la cama. Otro tipo de atraco es el de la fauna y la flora silvestres, que da mucho dinero sin apenas peligro.
La única condición para iniciar este "oficio" es que no haya miedo a identificar especies y a introducirlas en los bosques. Como hemos dicho, es un oficio sin riesgos y fuente de muchos fondos. Para quien no cree, dos datos: el mercado negro de animales salvajes mueve 20.000 millones de dólares al año y sólo el 0,45% de los animales que se roban. ¿Qué más pide un ladrón profesional?
Pero si analizamos estos datos desde el punto de vista de quien quiere proteger a la fauna más que desde el punto de vista del ladrón, en la situación se considera preocupante. Además, a pesar de que estos datos se mantienen, la situación se agrava si tenemos en cuenta el escaso número de animales que sobreviven. Se estima que entre el 60% y el 80% de los animales capturados mueren.
Este tráfico ilegal es una de las principales causas de la disminución de la biodiversidad, ya que afecta a 700 especies en extinción y a otras 26.300 amenazadas. A modo de ejemplo, algunos datos son: 50.000 primates, 140.000 elefante-letagin, 5 millones de aves, 10 millones de pieles de reptil, 15 millones de pieles mamíferos, 9 millones de orquídeas, 7 millones de cactus y 135 millones de peces tropicales se comercializan cada año.
Los animales en peligro de extinción son los más caros y por tanto los más buscados. La cuerda que acaba con la desaparición de la especie es el tráfico ilegal de animales.
Colecciones exóticas, cuero y... veneno
Los compradores son principalmente estadounidenses, europeos o japoneses y los vendedores son los países pobres de América del Sur, África y Asia Nororiental. Pero, como es sabido, el dinero que se obtiene del tráfico queda en manos de traficantes con monopolio del tráfico.
Estos animales se compran como adornos, por motivos de moda, para ampliar la colección o como mascotas. Eso sí, para acceder a este tipo de animales es imprescindible estar dispuesto a pagar mucho dinero.
La serpiente Boa es uno de los animales exóticos más baratos disponibles en el mercado negro. Su precio ronda las 600.000 pesetas. La serpiente venenosa es más cara, puede costar 3 millones de pesetas (120.000 libras). Su precio es similar al de las pieles de jaguar o el papa?o azul de Brasil. Ara o Guakamaio puede costar 9 millones de pesetas (360.000 libras) y, finalmente, un gorila se vende por 10-15 millones de pesetas (unos 500.000 libras).
Pero el animal no se vende necesariamente vivo. En el mercado hay muchos productos elaborados con colmillos o cuero de animales, desde zapatos hasta todo tipo de adornos. Las dangas orientales que se venden en Yemen, por ejemplo, son de ramas de rinocerontes y cuestan 2,25 millones de pesetas (900.000 libras).
Pero el tráfico ilegal que destruye la vida salvaje no se limita a aumentar las colecciones particulares de ricos canchantes, a vender la piel o a tener como elemento decorativo. Los laboratorios también tienen mucho interés en que este tráfico se mantenga. La industria farmacéutica, por ejemplo, está dispuesta a pagar caro para adquirir sustancias de algunos animales venenosos. Algunos venenos de serpientes y ranas contienen ingredientes activos de alto valor utilizados en medicamentos para controlar la hipertensión masculina. Un solo gramo de esta sustancia puede costar 1.200 dólares en el mercado negro.
Trato salvaje para animales salvajes
La cuestión de los animales exóticos es evidente. Pero sea cual sea el motivo que nos empuja a comprar, la masacre es la misma. Decenas de muertes por animal vendido. ¿Por qué? Técnicas de caza torpes, viajes largos insostenibles y condiciones de vida insuficientes.
Las técnicas de caza son carroñeras. Las aves, por ejemplo, son capturadas con redes y muchas mueren enredadas entre ellas. En otros casos, los cazadores matan al líder del equipo, de manera que si el animal no está en manos de los cazadores, se le mata a la deriva.
No todos los animales capturados acaban formando parte de los zoológicos privados de los ricos. Algunos, como elefantes o tigres, respectivamente, se caza por sus colmillos y por su piel. A los compradores sólo les interesa un órgano o parte del animal que el mismo y, por tanto, matan al animal para causarlo.
Como hemos dicho, si el animal exótico es para un coleccionista, el objetivo del traficante es la supervivencia del animal. Pero eso, probablemente, es más difícil que atrapar al animal. A menudo son insostenibles para los animales los largos viajes de muchos kilómetros que realizan en jaulas, armarios o cajas cerradas. En estas malas condiciones muchas mueren pisadas o ahogadas. Así, el tráfico ilegal pone en peligro la supervivencia de muchas especies por cada animal que muere.
Los animales que caen en manos de los traficantes sufren un brutal maltrato. Por ejemplo, a las aves les perforan los ojos para que no vean luz. De lo contrario, al notar la luz comenzarían a cantar y no superarían los controles de los límites. Los guacamayos se quitan el esternón para evitar gritos.
Pero además de estos trucos salvajes para superar fronteras, también hacen de los animales todo para mejorar su aspecto. Entre otras cosas, pintan plumas a animales de vivos colores, como los papagayos. ¿Quién es más salvaje el propio animal o traficante?
¿Cómo afrontar el tráfico de animales?
El primer acuerdo internacional sobre la creación de una normativa internacional sobre el tráfico de fauna y flora se firmó en Washington en 1973. Participaron 150 países del mundo y se conoce con las siglas CITES. En la actualidad, a distintos niveles, protege 30.000 especies de plantas y animales. Según las normas de CITES, para la exportación o importación de alguna de las especies protegidas, se deberá presentar en las aduanas la documentación necesaria. Las normativas pueden variar ligeramente de un país a otro, pero el objetivo es único. Sin embargo, se sabe que los animales que se mueven en el mercado negro no se presentan en aduanas, por lo que es necesario intensificar los controles.
Por otro lado, con el objetivo de hacer frente a este tráfico, se está creando una red de información y cooperación en Sudamérica. La biodiversidad de estos países es rica y para fijar las primeras normas para reducir los daños, la primera Conferencia Sudamericana sobre Tráfico Ilegal de Animales se ha celebrado en julio de este año en Brasil. En ella se reunieron 150 expertos.
Una de las conclusiones de esta conferencia fue que los animales no sólo se exportan sino que también se venden en el propio país robado. En Brasil, por ejemplo, existe un gran mercado ilegal en el que se venden muchas aves encontradas en la selva. En consecuencia, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente anunció la adopción de medidas para aumentar el control de estos mercados. Pero, ¿qué hacer con los miles de animales que se capturan? Parece que no tienen ni un lugar donde guardar todos los animales que encontrarían en una sola operación.
Por tanto, es urgente crear una red de retorno tan eficaz como la red de robos. Sin embargo, es evidente que el tráfico de animales no es tan controlado como el de las armas y las drogas, y todavía queda mucho por hacer. El primer paso en los países desarrollados puede consistir en reducir la cuestión de los animales exóticos y de los productos elaborados con su piel o sus caninos.
Publicado en el suplemento Natura de Gara.
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