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¡Te cambiará la cara!

2003/12/28 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

La microcirugía ha avanzado mucho en los últimos años. Imagina que ya es posible realizar trasplantes faciales. Pero ¿está la sociedad dispuesta a hacer frente a lo que ello supone? Muchos cirujanos quieren fomentar el debate social sobre nuestra actitud ante este tipo de intervenciones.
El reconocimiento de la propia cara es fundamental en la salud mental.

No es un tema sencillo. A la cabeza vienen varias preguntas: si fuera necesario, ¿pondría la cara de otra persona? ¿O si me pones al otro lado daría mi cara a otro?

Parece que levantar la cara de un difunto no equivale a levantar el corazón o el hígado. Los trasplantes cardiacos, por ejemplo, se realizan cuando el enfermo muere o vive, pero los rostros no son vitales. Normalmente sólo se realizarán para mejorar el aspecto del paciente, y aunque esto no es poco, lo importante es tenerlo en cuenta.

Se dice que la cara es el espejo del alma, y no sólo eso, es la parte del cuerpo que siempre se lleva visible. Por eso, los efectos psicológicos son el mayor enemigo de los trasplantes faciales. Es muy difícil conocer de antemano cómo reaccionará el enfermo y su familia tras una operación de este tipo.

Ciencia ficción / Cuentas de películas

Al oír por primera vez sobre trasplantes faciales, no es de extrañar que se relacione con la ciencia ficción. En Face Off, por ejemplo, la policía John Travolta tomó la cara del malvado Nicolas Cage para llevar hasta el final una investigación policial.

Claro, en aquella película, cuando se intercambiaron caras, cada una adquirió el mismo aspecto. Pero en la realidad, con los trasplantes de cara no se produciría. El paciente trasplantado mantendrá la estructura preexistente, evitando el trasplante óseo y muscular, por lo que sólo se alterará la piel. De alguna manera, la nueva cara será una mezcla de caras del receptor y del donante.

La operación es complicada y el postoperatorio tampoco será sencillo.

Desde el punto de vista de la cirugía, se trata de una operación complicada. Al receptor se le quita la piel y varias membranas subsuperficiales y se insertan las del donante. Se unen los vasos sanguíneos y los nervios de ambos. Y así, la nueva cara tiene la circulación sanguínea necesaria y, gracias a los nervios, tiene también el tacto.

Los trasplantes faciales pueden ser útiles para personas con la cara distorsionada. Sobre todo para personas que han perdido su apariencia original por culpa de quemados, accidentes o cáncer.

Una de las ventajas del trasplante frente a los injertos de piel es su sensibilidad. Esto se debe a que una vez tocada la piel mentada se siente una especie de picor, normalmente no se recupera todo el tacto.

¿Lo harías?

La decisión de realizar el trasplante no es nada fácil. Además de su influencia en el estado psicológico del paciente, existen otros inconvenientes. Hay que tener en cuenta que después de la intervención, el sistema inmune de admisión del cuerpo tras la intervención debe atenuarse, ya que de lo contrario el riesgo de rechazo es muy elevado. Esto significa que el receptor del trasplante deberá tomar medicamentos inmunosupresores durante toda su vida. Estos medicamentos, además de reducir las defensas del cuerpo, tienen el riesgo de sufrir efectos secundarios como ciertos tipos de cáncer, diabetes, hipertensión, etc.

Visto así, parece difícil encontrar a alguien dispuesto a realizar el trasplante. Deberá ser una persona que realmente lo considere necesario. Sin embargo, en los últimos tiempos han aparecido en la prensa opiniones de muchas personas con la cara distorsionada y parece que nadie está dispuesto a operarse. Algunas de estas personas opinan que lo que hay que cambiar es la forma de juzgar a la sociedad y no el rostro de las personas distorsionadas.

Es posible que en unos años los trasplantes de cara sean habituales.

Los que tienen la cara distorsionada tienen una dura lucha consigo mismos, ya que muchos, sobre todo en caso de accidente, desconocen su rostro frente al espejo. Dicen que el trasplante no solucionará este problema, pero el receptor tendrá una cara desconocida.

Además, no parece que el primer paciente que trasplanta la cara tenga una acogida muy acogida social. No hay que decir que toda la prensa tendrá por detrás la primera foto. Siendo así, es normal que nadie aparezca públicamente como destinatario. Es posible que ya se haya realizado el trasplante, pero puede ser muy traumático para el receptor, con su trabajo de autoaceptación, convertirse en una persona conocida de la mañana a la noche.

Sin embargo, no faltan destinatarios, ni donantes fáciles de encontrar. Parece que da respeto pensar que alguien va a llevar el rostro de uno mismo, aunque sea cuestión de muerte.

Lamentablemente, el riesgo de un trasplante facial es muy alto. Y no te sorprendas si en unos años lo venden como una oportunidad para mejorar su apariencia o recuperar su juventud. No son muchos años antes de que se trasplanten las caras completas, con orejas, nariz y músculos. ¡Será en beneficio de los que realmente lo necesitan!

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