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Con demasiada luz no se ve todo

2001/12/23 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Si te gusta mirar al cielo a oscuras y soñar, desgraciadamente tú. En nombre de la seguridad, estéticamente más espectacular o para atraer a los clientes, las calles de los pueblos, así como los monumentos históricos, están llenos de luz. En las ciudades no hay oscuridad ni cielo estrellado. ¿Pero alguien es consciente de esa contaminación evidente?
Muchas ciudades tienen demasiada luz y su uso no se mide en absoluto.

Sin luz no hay vida, pero tampoco con demasiada luz. La luz es necesaria para que las plantas realicen la fotosíntesis y orienten a la mayoría de las especies animales. Pero en un intervalo de 24 horas a la noche le corresponde su parte, y el reloj biológico, para su correcto funcionamiento, necesita tanto luminosidad como oscuridad.

Desgraciadamente, como medida de seguridad, de adorno o, si no, de aumento de ventas, en las ciudades hay todos los rincones iluminados y parece que la noche se ha escapado de las ciudades. La luz, al igual que los vertidos de las fábricas, no es sucia ni olorosa, ni molesta tanto como el ruido que produce el tráfico. Por ello, la contaminación evidente provocada por el progreso técnico y el crecimiento demográfico es muy minoritaria y la mayoría de la población de las ciudades se siente atraída por las amplias avenidas adornadas por luces de todos los colores, y no digamos en estas fechas navideñas. Pero esta claridad impide ver las estrellas del cielo despejado y es la pesadilla de los astrónomos.

Las imágenes tomadas por satélite de noche muestran claramente la fuerza de la luz artificial en las ciudades. Desde la tierra no se ve nada, ¡ni estrellas! Según los expertos, a pesar de que en las noches estrelladas aparecieron más de 2.000 estrellas, los habitantes de las ciudades del norte de Europa no ven más de veinte estrellas. Si sigue así, dentro de veinticinco años no se verá ninguna estrella.

En zonas industrializadas también se puede ver mucha luz.

Pero además de ser perjudicial para los amantes de mirar las estrellas, la luz artificial es también un peligro para muchos animales, como algunos insectos. Cuando la habitual hilera de farolas de las calles, por ejemplo, muchos insectos no queman, los saca de su trayectoria. Al encontrarse con estos intransitables muros, los insectos se deslumbran y se pierden a la deriva. La luz de un campo de fútbol atrae a las mariposas situadas en una circunferencia de 150 km, lo que perturba el proceso reproductivo. Las aves migratorias, fascinadas por el exceso de luz, cambian el reloj biológico y corren el riesgo de perderse a la deriva. ¡Y qué decir del daño que tienen las farolas circulares a la vegetación de los parques que realizan la fotosíntesis las 24 horas del día!

La luz también afecta al ser humano. Evita el sueño, genera estrés, altera el ritmo hormonal de las mujeres y cambia la psique de los niños que necesitan oscuridad. La entrada de la luz de las farolas del ventanal de la habitación impide el sueño, aunque el cuerpo puede acostumbrarse con el tiempo.

Luz de pesadilla

Con el objetivo de mejorar la seguridad del tráfico, las carreteras se iluminan enormemente.

La luz artificial desproporcionada se concentra principalmente en carreteras y ciudades, pero en los pueblos pequeños no se malgasta dinero para cambiar las antiguas farolas, por lo que la contaminación lumínica es un fenómeno bastante extendido en los países industrializados.

Se considera que la iluminación de carreteras es una medida para reducir los accidentes, pero si se ilumina en exceso se consigue el efecto contrario. Las luminarias de alta intensidad, si no disponen de una capa de protección, pueden provocar el deslumbramiento del conductor. Además, la alta luminosidad crea sensación de seguridad e impulsa la conducción a mayor velocidad.

En las ciudades, los principales enemigos son los anuncios publicitarios, las farolas viejas que no conducen la luz al suelo y los focos de luz al cielo. El 60% de la luz de la mayoría de los faroles circulares, en lugar de a la calle, la iluminan al cielo. Esto genera un gasto energético innecesario y una contaminación directa. Además, cada vez se iluminan más edificios históricos (iglesia, castillo, puente...) durante la noche. Es precioso, pero normalmente los proyectores permanecen encendidos toda la noche y los rayos de luz suelen ser más anchos que el monumento.

En consecuencia, el cielo se ilumina directamente y con gran potencia. Además, parece sorprendente que esta idea se aplique también en espacios naturales espectaculares. No hace falta ir lejos para ver un ejemplo de ciudad. Basta con dar una vuelta por el paseo litoral de San Sebastián para ver los potentes focos que iluminan directamente el mar a 10 metros de distancia.

Alternativas

Aunque en los últimos veinte años los astrónomos han advertido de la difusión desproporcionada de la luz artificial, no se han tomado las medidas oportunas. La iluminación de carreteras y casas suele ser a menudo una medida de seguridad, pero si se hiciera más adecuada, la reducción de daños no sería muy difícil debido a la existencia de alternativas sencillas y económicas. La mejora de la intensidad lumínica, la correcta orientación de las emisiones de luz y la simple iluminación de los espacios necesarios sería suficiente para ahorrar energía y asegurar una mínima oscuridad.

Una de las medidas a tomar es el cambio de farolas circulares de las calles. Los faroles circulares más antiguos no tienen un "sombrero" de aluminio que cumpla la función de encauzar la luz, por lo que la mayor parte de la luz se dispersa directamente en la atmósfera. En caso de modificarlos, se calcula que se puede iluminar el camino peatonal y ahorrar hasta un 50% de energía. Por otro lado, es conveniente desechar las bombillas de vapor de mercurio y utilizar las de vapor de sodio, ya que la luz monocromática de estas últimas discurre con facilidad y no produce una luz de color fascinante.

Los astrónomos no ven tan mal la iluminación de los monumentos, pero creen que se debería medir. Y es que por la noche los monumentos iluminados son espectaculares, pero ¿quién está en mitad de la noche, como si no tuviera otra tarea, mirando a los monumentos? Por lo tanto, los astrónomos piden que se apague las luces cuando termina el movimiento de la calle.

Iluminación navideña

En Euskal Herria también hay mucha contaminación lumínica y el exceso de luz en las ciudades es evidente. Por poner un ejemplo, en Bilbao hay 26.000 puntos de luz para asegurar la luz en la ciudad.

Según datos oficiales, la iluminación de las calles cuesta 25 millones de pesetas al mes, pero con medidas sencillas y adecuadas se puede reducir este gasto en un 30%. El uso de otro tipo de farolas puede suponer un ahorro de 8 millones al mes y un uso más racional.

Pero además del gasto que se realiza a lo largo de todo el año, el gasto y la contaminación que genera la iluminación navideña no es un problema de bromas. En Vitoria-Gasteiz se instalarán 800.000 bombillas de alumbrado público. Se construirán 240 arcos a lo largo de 54 calles. Además de las calles, el Ayuntamiento dispondrá de una iluminación especial.

La instalación de estas luminarias supone un gasto de 16 millones de pesetas para los vendedores y el gasto eléctrico corre a cargo del ayuntamiento. En Eibar, el ayuntamiento presentó un presupuesto de 8 millones para iluminar una veintena de calles.

Publicado en el suplemento Natura de Gara.

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