Yesca, chispas que encienden bosques
2009/04/01 Aizpurua Arrieta, Ostaizka - Biologia-ikaslea | Alberdi Estibaritz, Antton - Biologia-ikaslea Iturria: Elhuyar aldizkaria
Los árboles, en cada época de su vida, desempeñan diversas funciones en el ecosistema. En la juventud son alimento de muchos herbívoros, mientras que en la edad adulta sus gruesas copas son el hogar de muchos animales. Como todos los seres vivos, las plantas más fuertes y grandes tienen puntos de debilidad, y en la naturaleza los virus, bacterias, insectos y hongos que tienen el arco y la flecha preparados para ellos no pierden su oportunidad.
Entre estos seres, los que más influencia tienen sobre las plantas y su entorno son los hongos. Desde el punto de vista ecológico, los hongos se dividen en tres grandes grupos: simbiontes que crecen en interacción con las plantas, parásitos que se alimentan de tejidos de plantas vivas y saprofitos que se alimentan de materia orgánica muerta. Entre estos dos últimos se encuentran los hierros que se alimentan de madera procedente de troncos de árboles.
El Yesca es el nombre común que se da a una serie de hongos de orden polyporales y de forma semejante, denominados poliporoide, como Phaeolus, Trametes, Ganoderma, Fomes y Phellinus. Estos hongos se alimentan de la madera, para lo que forman unos gigantescos sistemas de tubos llamados micelio, en el interior de los troncos de los árboles, unos alrededor de la piel y otros hasta los carpinteros, que dañan totalmente el árbol. La putrefacción de la madera produce grandes cambios en su composición, lo que repercute sobre el árbol y su entorno. Las características y estructura general del tronco cambian, y esta nueva situación es aprovechada por numerosos animales que no pueden utilizar el árbol en condiciones normales, para construir, alimentar y hacer vida en el refugio. Así pues, al empezar a pudrirse el árbol, se puede decir que a su alrededor se enciende la chispa de la vida.
Madera
Para comprender la influencia de los ovejas en los troncos es imprescindible conocer la estructura de la madera. La madera se forma por acumulación de elementos de transporte en las plantas que sufren un aumento de espesor. Como la mayoría de las células que forman la madera están muertas, no queda más que su pared. Estos muros son capas de polímeros complejos. Entre estas capas se distinguen el muro primario y el muro secundario. El primero se produce tras la división de las células vegetales y está formado por pectina, hemicelulosa y celulosa. El muro secundario sólo aparece en determinadas células, entre el muro primario y la membrana celular. El muro suele ser más grueso que el primario y está formado principalmente por celulosa, hemicelulosa y lignina. Dependiendo de la célula, pueden aparecer además, cutina, suberina y otros compuestos.
La madera, por tanto, está formada por tres compuestos principales: celulosa, hemicelulosa y lignina. Los tres compuestos son muy diferentes.
Celulosa
Es el principal compuesto polimérico de las paredes de las células vegetales. Su estructura química es muy sencilla, ya que está formada por una simple unión de moléculas de azúcar. Esta asociación, sin embargo, se articula de forma jerárquica: las microfibras se unen en las fibrillas y éstas en las fibras de celulosa. A pesar de su estructura química simple, las uniones entre moléculas permiten desarrollar una forma muy compleja.
Hemicelulosa
A diferencia de la celulosa, la hemicelulosa es un polímero largo y ramificado formado por la unión de varios azúcares, que aparece disperso por toda la pared celular. Se sitúa asociada a las fibras de celulosa sin seguir ningún patrón organizativo específico. No todos los tipos de hemicelulosa se colocan en estructuras tan organizadas como la celulosa, por lo que son más accesibles para los seres que degradan la madera.
Lignina
La lignina es uno de los compuestos más difíciles de degradar de los que se forman en la naturaleza y tiene como función principal dar rigidez a las fibras de celulosa. Rellena las fibras de celulosa y las ranuras entre hemicelulosas, dándole consistencia a la madera. Pocos seres han conseguido explotar la lignina. Es, sin duda, uno de los principales compuestos que componen la madera, el más difícil de deteriorar y, por tanto, el que más tiempo dura en la estructura del tronco.
Putrefacción de la madera
El proceso de putrefacción de la madera es largo y complejo. Participan diferentes tipos de seres vivos, pero sin duda los hongos son los seres que juegan el papel más importante en el deterioro de los troncos muertos. Cerca de la cuarta parte de la materia orgánica muerta que llega al suelo es madera, pero pocos seres vivos son capaces de explotarla directamente como alimento. Según los compuestos que se degradan, se distinguen tres tipos de putrefacción.
La putrefacción del nivel más bajo de agresividad es la conocida como putrefacción blanda. Los hongos que provocan este tipo de putrefacción sólo afectan a la madera con alto grado de humedad y baja cantidad de lignina. Explotan la celulosa y, sobre todo, la hemicelulosa, pero la acción no es muy violenta, ni las consecuencias son muy altas. Como su propio nombre indica, provocan el ablandamiento de la madera. Los hongos microscópicos son los responsables de esta putrefacción.
Los hongos de putrefacción marrón también explotan la celulosa y la hemicelulosa, pero su acción es mucho más dura y pueden afectar a casi todo tipo de maderas. Al degradarse la hemicelulosa con enzimas especiales se libera agua oxigenada, con lo que se pierde toda la celulosa y hemicelulosa de la madera. En este caso la lignina persiste. Esta putrefacción irregular da lugar a líneas de fractura que dividen la madera en varias partes cúbicas. Hay ovejas que provocan este tipo de putrefacción, como el yesca de roble ( Daedalea quercina ).
El proceso más agresivo es el conocido como putrefacción blanca. En este caso, además de la celulosa y la hemicelulosa, también se anula la lignina. El deterioro de los tres compuestos no es simultáneo y la lignina se degrada tras la explotación de los demás compuestos. Por lo tanto, primero se ablanda la madera, luego se produce el arraigo y finalmente se produce el deterioro total. Los hongos que provocan este tipo de putrefacción se denominan lignocelulolíticos, y en este grupo se incluyen la mayoría de los ovinos. Son conocidos el yesca concordante ( Trametes gibbosa ), la pipa de yesca ( Ganoderma lucidum ) y el yugo carpintero ( Fomes fomentarius ), entre otros. La putrefacción no se produce en todo el árbol y en muchos casos puede ser localizada. Es decir, que los procesos mencionados pueden producirse en una parte determinada del árbol antes de que éste muera.
Efectos de la putrefacción
En cada fase del proceso de putrefacción de la madera se crean nuevas posibilidades para los animales. Al empezar a ablandar la madera, normalmente la piel se suelta del tronco. Los espacios que quedan entre la madera y la piel son un paraíso para muchos crustáceos e insectos, y los murciélagos forestales ( Barbastella barbastellus ) los utiliza como guarnición de colonias. El ablandamiento de la madera aumenta las posibilidades de perforación de la madera a los pájaros, lo que se hace más evidente en el caso del pico mediano (Dendrocopos medius), en peligro de extinción en el País Vasco. En comparación con el resto de los pájaros, el cuello y el pico son bastante débiles y no es capaz de perforar muchos tipos de árboles en buen estado. Además, el agujero de pájaro no explota únicamente a pájaros, como los garrapos ( Sitta europaea ) y los mamíferos --como el murciélago Bechstein ( Myotis bechsteinii ), los utilizan como guardas.
En la segunda fase de putrefacción, la explotación de la hemicelulosa y casi toda la celulosa produce pequeñas grietas en la madera. También se aprovechan de este fenómeno animales como el murciélago común de noche ( Nyctalus noctula ) y el carbonero común ( Parus palustris ). A medida que estas grietas van creciendo, los animales de mayor tamaño utilizan también los agujeros y bóvedas que se forman en el tronco. Son varias las aves rapaces nocturnas que utilizan estos árboles como nidificante. El escarabajo Osmoderma eremita, considerado como vulnerable en todo el mundo, también necesita de los orificios que se producen por la putrefacción de los troncos de roble para poder desarrollar las larvas.
En muchos casos, en los agujeros y bóvedas, con madera podrida y sustancias aportadas por el viento, se forman sustratos bastante gruesos. Esto permite la creación de plantas conocidas como epifitos, es decir, sobre otras plantas, sin ser parásitas, se desarrollan otras.
En este proceso de deterioro de los árboles, los insectos también aprovechan sus posibilidades. El ablandamiento de la madera facilita que los insectos realicen colonias y guardas en el árbol. Además, son agentes activos del deterioro de los insectos, ya que muchos de ellos se alimentan de los componentes de la madera. Cuando los insectos forman galerías en el tronco, el aire penetra en el interior, lo que altera notablemente las condiciones del interior del tronco. En otros casos se utiliza como refugio el propio yesca. De esta forma se crea una gran oportunidad para las aves que se alimentan de insectos dentro de la madera.
Finalmente, una vez alcanzado el máximo nivel de putrefacción de la madera, los trozos de madera podrida comienzan a caer al suelo, donde finaliza el proceso de deterioro de la madera. La poca materia orgánica que queda se mezcla con la tierra y se forma un humus, utilizado para su cultivo por otras especies vegetales que rellenarán el hueco cedido por el viejo árbol.
Gestión forestal
Los bosques, a lo largo de la historia, se han utilizado en Euskal Herria para explotar recursos de interés directo para el ser humano. En la Edad Media, debido al enorme auge de los astilleros, los bosques autóctonos se utilizaron para el aprovechamiento de la madera, así como para la obtención de hojas de abono y de bellotas y castañas para la alimentación humana y animal. A pesar de que en un principio se mantuvo la estructura original del bosque, poco a poco el ser humano adaptó los bosquetes a su manera, lo que provocó la homogeneización y el empobrecimiento de los bosques. XX. En el siglo XVIII, además, los bosques autóctonos se han descartado en beneficio, sobre todo, del pino radiata (Pinus radiata) y del eucalipto (Eucaliptus globulus) traído de fuera.
Los árboles viejos y semi-podridos no han tenido valor para el ser humano, ya que su cosecha no es fructífera y la calidad de la madera también es modesta. En esta contraposición a los intereses, las yeguas se encuentran al otro lado, ya que los árboles de cierta envergadura, elaborados en el tiempo, son esenciales para la vida.
La madera de montaña, la fuerza inútil y la razón del pobre, todas por igual. Así lo decía el señor de Leitza, que utilizaba el pretendiente para calentar la casa, en una época en la que ni siquiera se intuía que se enfriaba el exterior calentando la propia casa.
Hoy en día, sin embargo, es imprescindible poner fin a este conflicto entre los intereses del hombre y de los enemigos, si queremos seguir observando en nuestros bosques a las especies y otros. El murciélago de Bechstein, el murciélago de bosque, el pico mediano, el escarabajo de Osmoderma eremita, son animales en peligro de extinción por la falta de recursos que explotan, y está en nuestras manos encauzar el futuro de estos animales por El futuro de muchas especies de yesca tampoco está garantizado, y si éstas se pierden, será imposible recuperar los bosques antiguos y variados que perdimos. Sin cambiar la mentalidad que hemos tenido y tenemos con los bosques, será difícil garantizar el futuro de todos estos seres.
Ahí está la clave. Redes complejas e interacciones interminables, derivadas del polvo mágico que antiguamente se utilizaba para encender el fuego bajo ventisca. Un hongo, dos árboles, tres animales. La chispa necesaria para encender el bosque.
Gracias a Arturo Elosegi por soltar el nudo y a Andrés Alberdi por atar los bordes del hilo. www.euskalnatura.net/ardagai
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