Cigüeña blanca, afortunada
1991/05/01 Aihartza, Joxerra Iturria: Elhuyar aldizkaria
Siempre se ha considerado como una señal de felicidad el amianto. Protagonista de innumerables cuentos y leyendas, mensajero de noticias de enhorabuena y depositario de la mayor parte de las virtudes humanas ha sido considerada en la mayor parte de las culturas de nuestro entorno. Claudio Eliano (a.C.) IV-III. Según indicaba en su Historia Animal en el siglo XVIII, difícilmente se podía encontrar un animal que expresara tanto amor y lealtad como el amianto. Y es que esta preciosa ave, además de cuidar de sus pollos, también asumía la responsabilidad de los padres envejecidos y les daba comida cuando no podían comer por su cuenta.
Pero la sinceridad de las cuentas y de las creencias no es fácil imaginar las razones del especial respeto del hombre hacia este ave. Es cierto que el amianto tiene una clara tendencia a vivir cerca de los seres humanos y no ha impedido ningún tipo de impedimento a nuestra vida (no perjudica a los campos agrícolas ni al ganado), y que su belleza es un placer para nuestros ojos. Sin embargo, no parece que estas razones sean suficientemente efectivas a la hora de establecer las relaciones humanas y con la naturaleza. Al menos en lo que respecta a la mayoría de las demás especies.
El amiamoko se ha clasificado en el orden de los cicloniformes, junto con los garzas, amiltxos, espárragos y flamencos, y se caracteriza por sus extremidades largas y pico largo y afilado. Es un ave de gran tamaño (100-105 cm de altura y 155-170 cm de ancho de ladera), en su luminoso plumaje blanco, llaman la atención las plumas negras de los extremos de las alas y las rojizas de las piernas y el pico.
Al igual que el resto de las cicloniformes, el amianto es también un ave cazadora cuyas presas son ranas, peces, reptiles y una gran cantidad de insectos. Por ello, el amianto necesita prados húmedos, pantanos, lagos u otros medios húmedos alrededor del lugar de residencia, si consigue alimento para él y para los pollos que tiene que crecer.
Como ave migratoria, tras pasar los meses más fríos en la templada sur, vuelve a los nidos abandonados a finales de invierno en las torres y construcciones más altas de nuestros pueblos, con el objetivo de abarcar a las nuevas generaciones. Los primeros amiamoko llegan hacia febrero o bien, con el primer trabajo reparando y acondicionando los nidos gigantes formados por ramas, trapos viejos, musgos, hierbas y otros materiales. Las canciones y danzas de la época son muy curiosas: a pesar de que a lo largo del año son muy silenciosas, en esta época los amiamokos se saludan a gritos, a la vez que se balancean lentamente. Este tipo de canciones se suceden a lo largo de todo el festival, tanto en machos como en hembras, cuando acude al nido a coger el turno de chitaje, y lo repite a su compañero como un saludo de reverencia o respeto.
Los 3-6 huevos colocados a finales de marzo o principios de abril necesitan un chitaje de aproximadamente un mes antes del nacimiento de los pollos de amiamoko. A partir de este momento, y especialmente durante el primer mes, uno de los padres estará siempre en el nido protegiendo a sus hijos, siendo la obtención de alimentos la labor del otro progenitor. El macho y la hembra se alternan en estos trabajos. Cuando tengan una edad de dos meses, por lo que a principios del verano, los pollos que hayan salido adelante comenzarán los primeros ejercicios previos al vuelo. Al principio sólo sacuden las laderas, pero pronto saltan sobre el nido y aprenden a mantenerlas en el aire en breves instantes, volviendo a caer al nido. En pocas semanas, los pollos serán capaces de ir por detrás de sus padres a los lugares en los que éstos obtienen la comida para comenzar a formarse en técnicas de caza. A mediados de agosto, y junto a la mayoría de las aves limícolas, emprenderán un largo viaje hacia el África tropical dejando nuestros pueblos.
El amiamoko es una especie paleoártica que aparece como nidificante en el norte de África, en la Asia central, en Turkestin, y en el este, en Corea y Japón, y en algunas regiones europeas. Las poblaciones más fuertes en nuestro continente se encuentran en el sureste y en la península Ibérica, siendo mucho más escasas en el centro.
En cuanto a su hábitat, necesita de regiones de clima mediterráneo templado, y como ya se ha dicho, tiene que tener ciertas zonas húmedas para obtener alimento (pastos húmedos, márgenes fluviales o lagunares, etc.). ). Sin embargo, este tipo de entornos han sufrido un fuerte retroceso cuantitativo y cualitativo en el conjunto de Europa en las últimas décadas, lo que ha supuesto un retroceso de los de amianto. Lo mismo puede decirse de Euskal Herria. Más de 30 parejas nidificantes en Álava hace unos 40 años. Sin embargo, en la actualidad sólo queda una pareja y su duración también está en duda. En Navarra, por su parte, en 1960 eran casi 80 parejas reproductoras y 24 años después sólo quedaban 44, todas ellas ubicadas en los pueblos del valle del Ebro.
Al parecer, y si no le damos solución, a este afortunado ave le ha llegado ya la hora de la desgracia. De la mano del hombre, claro.
FICHA TÉCNICA: AMIAMOKO ZURIA |
ESPECIE: Ciconia FAMILIA: CICONIIDAE ORDEN: CICLONIFORMES CLASE: AVES |
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