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Espinas de floración

2002/04/19 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha anunciado que casi nadie come flores, pero hay mucha gente que vive en países en vías de desarrollo gracias al cultivo de flores.

En Kenia, por ejemplo, aunque esta actividad no comenzó hasta 1972, ahora las flores y hortalizas compiten con productos típicos de exportación (té, café y turismo). Además, la mayoría de los trabajadores son mujeres y dado que destinan la mayor parte de sus beneficios a la salud y educación de sus hijos, el dinero procedente del florecimiento tiene una gran importancia en el desarrollo de la sociedad.

Sin embargo, en relación con el medio ambiente y la ética humana, esta actividad tiene aspectos menos beneficiosos. Y es que las flores se venden en los países desarrollados, y en este mercado no se aceptan las flores que no tienen un aspecto perfecto. Por tanto, se utilizan pesticidas contra todo tipo de plagas, especialmente el bromometano.

Por otra parte, hasta hace poco las normas sobre pesticidas de floricultura no eran tan estrictas como las que se aplican en la agricultura. Por ello, durante años se ha producido un uso abusivo del bromometano, que ha ocasionado daños tanto al medio ambiente como a los residentes. Por ejemplo, en la región de Nyeri, situada en el centro de Kenia, el brometano ha puesto en peligro un depósito de agua dulce, el lago Naivasha, y en sus hipopótamos se han observado por este pesticida.

Además, debido al impacto del bromometano sobre la capa de ozono, existe un acuerdo internacional para reducir su uso. Los países en desarrollo tienen hasta 2015, diez años más que los países desarrollados. Pero la sustitución del bromometano no es nada fácil, es muy efectiva. Por ello, la FAO y el Plan de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente han creado un programa de ayudas para conciliar la producción limpia con la lucha contra las plagas.

Hay que tener en cuenta que, impulsados por los productores europeos y estadounidenses, los gobiernos de estos países pueden impedir la importación de productos fabricados a partir del bromometano. Por tanto, los productores keniatas están obligados a prescindir del bromometano. Sin duda redundará en beneficio de la salud de la población y del medio ambiente, pero a la vez se consigue mantener la actividad como una fuente de ingresos tan importante.

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