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Impresoras 3D

2011/09/01 Leturia Azkarate, Igor - Informatikaria eta ikertzaileaElhuyar Hizkuntza eta Teknologia Iturria: Elhuyar aldizkaria

En el número anterior hablamos de la introducción de pantallas 3D en dispositivos móviles. Para continuar con las tres dimensiones, en esta ocasión queremos mencionar otra tecnología relacionada: Impresoras 3D. Estos dispositivos capaces de construir piezas a partir de planos se van a ver cada vez más a menudo en los próximos años; es más, los problemas de copyright que pueden surgir con ellos van a dar más importancia que en el mundo de la cultura.
Impresoras 3D
01/09/2011 | Leturia Azkarate, Igor | Informático e investigador
(Foto: Desktop Factory)

Euskalterm define la impresora como: "periférico de salida de la computadora que muestra información sobre el papel escribiendo caracteres alfanuméricos o imágenes". Si nos asociamos a esta definición, no parece muy preciso el término “impresora 3D”, ya que no imprime en papel. Por el contrario, se asocia mejor a las definiciones que proporcionan el Diccionario Enciclopédico de la Ciencia y la Tecnología o la Wikipedia, respectivamente, que definen como "Periférico que produce el contenido de los ficheros en un soporte físico" y "Una salida periférica que cumple la función de pasar un documento de imagen o texto en un ordenador a un medio físico (generalmente papel)". De hecho, una impresora 3D, a partir de una modelización digital tridimensional de un objeto (producto de un programa CAD o de un programa de modelización 3D tipo Blender o de un escáner 3D), crea un objeto físico.

La verdad es que la definición de la impresora no tiene por qué coincidir con las impresoras 3D, que no pasan el modelo digital al mundo físico "imprimiendo", es decir, dejando su huella en otro soporte, sino produciendo un nuevo objeto, por lo que la impresora 3D no es en sí misma una impresora, sino una máquina de producir.

¿Cómo funcionan?

Hay impresoras 3D que utilizan diferentes tecnologías, pero básicamente todas hacen que se construyan piezas planas que se obtendrían si cortásemos un objeto en láminas horizontales, se montan y se añadan unas sobre otras. La diferencia está en los métodos que utilizan para construir y añadir piezas. Algunos usan un sistema de laminación (cortan piezas planas previamente creadas dando una forma concreta y después añadirlas), otros las fabrican inyectando un plástico líquido que se enfría y endurece en contacto con el aire, otros van superponiendo capas de plástico en polvo, endureciendo únicamente el perfil que se necesita con un líquido o un láser...

Eso, claro, es simplificar mucho, la tecnología es compleja y tiene muchos detalles. Por ejemplo, ¿cómo conseguir construir partes colgadas si vamos de abajo hacia arriba? ¿O cómo sostener una parte superior rechonchada con un perfil fino si el material es blando? Para todos ellos hay soluciones diferentes. Así, dependiendo de la tecnología utilizada, existen numerosas combinaciones de características, calidad, tamaño, velocidad y resolución.

Cada vez más accesible

Pero poco a poco, como ocurre con cualquier tecnología, pocos de ellos van imponiéndose y dando el salto del mundo de la investigación al mercado. Y actualmente están a la venta impresoras 3D que pueden hacer cosas realmente sorprendentes: Pueden tener una resolución de 0,1 mm en vertical, igual que las impresoras normales en el plano XY, pudiendo realizar piezas muy complejas como relojes y linternas. ), y además en color…

Por su precio y tamaño aún no es posible que cualquiera lo tenga en casa (los más baratos 12.000 ? En cuanto a sus valores y hasta 60.000 euros, en cuanto a su tamaño, por el momento son troncos de cierta envergadura, pero en algunos sectores son muy útiles y cada vez son más visibles: fabricación industrial (prototipado rápido de piezas), medicina (prótesis a medida), etc. Por otro lado, existen algunas tiendas de fotocopiado y/o serigrafía que ofrecen servicio de construcción de piezas con impresoras 3D.

Sin embargo, como ocurre con cualquier nueva tecnología, lo normal es que el tamaño y el precio bajen y se expanda cada vez más. Además, existen proyectos para la creación de impresoras 3D libres (aquellas que ponen todas las especificaciones y/o planos con licencias de distribución libre para que cualquier persona pueda hacerse suya por unos 300 euros). Y uno de ellos, RepRap, tiene también como objetivo la autoreplicación, es decir, la capacidad de construir copias de sí mismo. Por el momento, la versión 2.0 de este dispositivo sólo es capaz de fabricar sus componentes plásticos, pero cuando es capaz de hacer circuitos y piezas metálicas, en algún momento (y los miembros del proyecto esperan que sea así en un futuro no tan lejano), pueden extenderse exponencialmente.

Problemas de propiedad intelectual

¿Máquinas autoreplicables? Si mezclamos este concepto con la inteligencia artificial, que también está cada vez más avanzada, nos vislumbramos imágenes apocalípticas como los "replicantes" de Terminator o de Stargate... Bueno, no es muy probable que esto ocurra, pero sí que traerá la revolución si las impresoras 3D se expanden.

Y es que tener una de estas características es tener una fábrica en casa, capaz de producir muchas cosas (al menos de ciertos tamaños y materiales), con un modelo digital o un plano de las mismas. Y los modelos digitales, a diferencia de los físicos, se difunden fácilmente por Internet. Además, la elaboración de modelos digitales es cada vez más sencilla, utilizando un software de modelización 3D, un software CAD, un escáner 3D o, por qué no, un kinect (como os contamos hace dos números). Viendo el fenómeno de la distribución que se ha producido con la música, la película y el libro digital, piensa qué puede pasar en un panorama que permitiera hacerlo en el mundo de los objetos físicos... Muchos fabricantes pueden quedarse sin el negocio de los servicios postventa, siempre y cuando los repuestos los podamos hacer nosotros mismos. O la venta de maquetas y figuritas de merchandising de películas. Y lo mismo con otros muchos negocios...

Probablemente la industria de la producción actúe de la misma manera que la industria cultural ha reaccionado anteriormente, es decir, intentará frenarla de alguna manera. En cierta medida, este fenómeno ya ha comenzado a producirse y ha habido denuncias por compartir planos de objetos de propiedad industrial. A la industria productiva no le resultará fácil frenar esta tendencia, pero es más poderosa y más grande que la industria cultural. Sin embargo, pronto las impresoras 3D van a suponer un gran cambio.

Leturia Azkarate, Igor
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