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Medusas, resentimiento de las olas

2007/08/11 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Parece que las medusas están aumentando. En principio es habitual la presencia de medusas en las aguas marinas, pero en los últimos años parece que se acercan más y más a la costa que antes.

Los investigadores han demostrado que, si llueve poco en invierno, la especie Pelagia noctiluca es muy abundante en las costas del Mediterráneo. (Foto: George Reclos)

Es cierto que cada vez hay más gente que acude a las playas, por lo que es posible que sea una simple impresión, es decir, quizá antes se presentaran grandes bandadas de medusas en la costa, pero como ahora hay mucha gente en las playas, crean más molestias. Las playas de Euskal Herria, por ejemplo, suelen venir cuando el agua está bastante caliente, es decir, a finales de agosto y septiembre, empujadas por la corriente y el viento.

Sin embargo, no sólo es cuestión de imaginación, sino que los científicos también creen que han crecido tanto en el Mediterráneo como en el arco atlántico andaluz. Por ello, la Dirección de Costas de España ha puesto en marcha una campaña especial para evitar que las medusas dañen a las personas y por qué han aumentado.

Los científicos tienen varias hipótesis para explicar la proliferación de medusas. Sin embargo, consideran que no existe un solo agente, sino que son varios los agentes que, unidos, han hecho que las medusas sean más abundantes que antes y se acerquen más a la costa.

Suma de factores

Uno de los factores que influyen en el número de medusas que llegan a la costa es el clima. En el Mediterráneo se ha demostrado que si llueve poco en invierno, las medusas se acercan más fácilmente a la orilla. Esto tiene que ver con la salinidad de las aguas y la flotabilidad de las medusas. Como es sabido, en las aguas dulces es más difícil flotar que en las salobres, por lo que cuando el agua de la costa es notablemente más dulce que la del mar abierto, las medusas no se acercan tan fácilmente a la costa, aunque el viento les empuje hacia ella, ya que pierden flotabilidad.

Sin embargo, cuando llueve poco en invierno, los ríos vierten menos agua de lo normal al mar y la concentración salina del agua costera no varía. Entonces, nada impide a las medusas acercarse a la costa. Desde la década de los 80, los científicos han descubierto que, en el caso de Pelagia noctiluca, existe una relación entre la cantidad de lluvia y la proliferación de medusas.

Otro factor es la contaminación por petróleo. De hecho, allí donde se han producido vertidos de petróleo, se ha observado un aumento de las bacterias, ya que para algunos tipos de bacterias el petróleo es un alimento apropiado. Por supuesto, los copépodos que se alimentan de estas bacterias (algunos animales microscópicos marinos) también se multiplican y los copépodos son uno de los principales alimentos de las medusas. Así, en Alaska, por ejemplo, tras el vertido de Exxon Valdez, las medusas han aumentado considerablemente.

Otro tipo de contaminación puede provocar un aumento de las medusas por la misma razón. Por ejemplo, en el mar Adriático y en la laguna del Mar Menor, las emisiones de compuestos orgánicos e inorgánicos han contribuido a la proliferación de bacterias. Esto ha supuesto la pérdida de algunas especies, no así de las medusas, en cuyo caso se ha producido la inversa.

Sin embargo, los investigadores creen que la sobrepesca ha hecho que las medusas aumenten tanto en la costa mediterránea y probablemente en toda la península. La primera consecuencia de la pesca desproporcionada es la importante disminución de las poblaciones de especies comestibles. La anchoa del Cantábrico es un claro ejemplo de ello. El problema es que los peces y las medusas comen los mismos alimentos (copépodos, larvas de crustáceos...), por lo que si disminuye la competencia, la medusa tiene más alimento que antes y se multiplica.

En el mar de Bering, por ejemplo, la población de medusa del género Chrysaora ha aumentado 10 veces por la pérdida de especies de peces que se pescaban. También en las calles de Namibia, una especie de este género ha crecido espectacularmente en 15 años: antes había diez peces por cada medusa y ahora tres medusas por cada pez.

La proliferación de las medusas se debe no sólo a la eliminación de competidores sino también a la disminución de los depredadores. De hecho, los peces de la familia del atún y otros emigrantes comen medusas, por lo que el descenso de su población provoca un aumento de la medusa.

Efectos adversos

Las medusas que se acercan a las playas presentan importantes inconvenientes, ya que las personas que circulan por el agua o la orilla corren peligro de morir. Normalmente el veneno de las medusas no tiene consecuencias graves, pero es doloroso, por lo que obliga a los amantes de la playa a andar con cuidado. Desde un punto de vista más general, también perjudican al turismo. De vez en cuando tienen que prohibir el acceso al agua en alguna playa para evitar el peligro de agarre de las medusas. Esta medida, sin embargo, ahuyenta a los turistas y es perjudicial para la economía local.

Además, los grandes saldos de medusas también son perjudiciales para la pesca. Por un lado, comen los mismos alimentos que los peces, y por otro, llenan los huecos de las redes, impidiendo la pesca. Por último, al margen de los daños económicos, la proliferación de medusas supone una descompensación de los ecosistemas.

Veremos si el estudio puesto en marcha por la Dirección de Costas española revela algo y, mientras tanto, ¡comprueba que estás bien en el mar si la bolsa transparente que te rodea es de plástico o gelatina!

Publicado en Gara.

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