}

La cuestión de los trozos que nos sobran

2008/06/15 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia

De media, una de cada quinientas personas sufre apendicitis al año. El apéndice es un pequeño tubo sin salida y pegado al intestino ciego. De vez en cuando se infecta y se nos tiene que extirpar. Parece que no tenemos ningún problema para llevar una vida totalmente normal sin esa pequeña parte del cuerpo. Por lo tanto, más de uno pensará: si es un órgano que no nos beneficia y que sólo causa mal, ¿para qué lo tenemos?
Uno de cada 500 personas sufre apendicitis al año y el apéndice es un órgano que no nos beneficia.

La verdad es que hay una gran controversia entre quienes investigan esto, algunos creen que de alguna manera contribuye al sistema inmunitario y que es el refugio de las bacterias intestinales, mientras que otros no creen que tenga ninguna función importante.

Claro, no saber cuál es la función de una parte del cuerpo no significa que no tenga función. Puede ser debido a nuestro desconocimiento. Pero hay quien piensa que hay partes del cuerpo que han perdido realmente su función en el pasado o que nunca han tenido una función determinada.

A lo largo de la historia ha variado mucho la percepción de las extremidades obestigales, como las que no tienen una función conocida o clara. En 1893, por ejemplo, el anatomista alemán Robert Wiedersheim nombró 86 bestigos humanos. Desde entonces la lista ha sido ampliada y reducida en numerosas ocasiones. Hoy en día el debate es demasiado grande para pensar en hacer una lista así.

I no pone en duda que los pezones masculinos siempre han sido carentes de funciones.

Por supuesto, desde 1893 hemos aprendido muchas cosas nuevas sobre la anatomía humana, y muchos cuerpos que antiguamente eran considerados como ajenos tienen ahora una función conocida: por ejemplo, las válvulas transversalmente venosas. Estas válvulas evitan el retroceso de la sangre que va de las extremidades al corazón. Sin embargo, Wiedersheim no sabía que tenían esa función y por eso los incluyó en su lista.

¿Por qué no se han perdido?

¿Por qué no se han perdido partes del cuerpo que no tenemos nada en evolución? ¿Lo normal sería perder? Pues no. La evolución avanza a través de la selección natural, que es aquella que mejor se adapta a las condiciones locales mediante la selección natural, incluyendo sus partes del cuerpo.

Pero las extremidades que no influyen en su mejor o peor adaptación al entorno quedan fuera de la influencia de la selección natural, por lo que evolucionan a la carta y no tienen por qué desaparecer, ya que al menos no causan daños.

A menudo, los científicos tratan de averiguar qué partes del cuerpo son infuncionales o lo que tuvieron en una época que han perdido a lo largo del tiempo. Por ejemplo, nadie pone en duda que los pezones de los hombres siempre han sido sin funciones.

Al contraerse los folículos de la infancia L, las aves protegen la piel contra el aire frío de la zona, formando una capa de aire caliente entre pelos o plumas. (Foto: Robb Kiser/Morguefile)

El trasero de gallinas es considerado como otro. En animales de sangre caliente con pelo, plumas o espinas, se colocan erguidos al contraerse el folículo de cada pelo, pluma o espina, protegiendo la piel contra el frío viento ambiental, formando una capa de aire caliente entre los pelos o las plumas, o demostrando que son mayores de lo que son ante los depredadores. Sin embargo, la cantidad de pelo del ser humano es demasiado pequeña, tanto para una como para otra función, por lo que la colocación del culo de la gallina ha perdido su funcionalidad en otros animales.

Sin embargo, hay quien dice que ha tomado una función menos importante: ahora, sobre todo, la relacionamos con los sentimientos, nos suele poner cuando nos emocionamos y el culo de la gallina. Por tanto, ha pasado a ser una vía de comunicación con los demás. Es complicado empezar a dar vueltas a este tipo de temas.

Publicado en 7K.

Gai honi buruzko eduki gehiago

Elhuyarrek garatutako teknologia