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Arma para combatir las minas antipersonal

2004/04/19 Atxotegi Alegria, Uhaina - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Algunas plantas genéticamente modificadas sirven para detectar minas antipersonal.

El dolor de las personas ha sido un buen instrumento durante la guerra para matar al enemigo, debilitarlo o no entrar en tierras no deseadas, y por desgracia sigue existiendo. A pesar de que en algunos países se ha tratado de prohibir o restringir la producción de este arma, todavía hay muchas tierras cosidas de este tipo de minas. Por ello, varios investigadores han abordado la detección de minas antipersonal.

Es terrible la cantidad de personas que matan cada año las minas antipersonal. Con el objetivo de hacer frente de alguna manera a este problema, últimamente han aparecido numerosos métodos.

Plantas salvadoras

A finales de enero, la empresa danesa Aresa Biodetection, de biotecnología, informó de que a partir de una malvada hierba y utilizando técnicas de bioingeniería, creó una planta capaz de detectar dolores no explosionados.

Según los investigadores, las hojas de color verde se vuelven rojas cuando la planta absorbe el dióxido de nitrógeno que desprenden las minas. La planta utilizada por investigadores daneses se llama Arabidopsis thaliana. De hoja pequeña, sus flores no son espectaculares. ¿Y cómo cambia de color? La absorción de dióxido de nitrógeno por las raíces de la planta da lugar a un proceso bioquímico que acelera la producción de pigmento natural de antocianina. Este pigmento natural se extiende a toda la planta, de forma que las hojas se doran.

Esta planta tiene varias ventajas para los investigadores. El primero y más importante es que su genoma fue descodificado hace bastantes años. Además, crece rápidamente y, salvo en los polos, puede crecer en cualquier lugar sin necesidad de cuidarse. Por último, cabe destacar que se trata de una planta dura, es decir, que no es necesaria la tala de zonas dolorosas para la siembra de esta planta. Pero la existencia de una planta tan dura tiene el peligro de proliferar demasiado y dañar la vegetación local. Para evitarlo, los científicos han esterilizado las plantas masculinas.

Los daneses han realizado todas sus pruebas en invernaderos, pero a la vista de los resultados, Bosnia, Sri Lanka o algunos países de África van a comenzar las pruebas.

Plantas que cambian de color y forma

Un equipo de investigadores estadounidenses, liderado por el profesor canadiense de biología molecular Michael Deyholos, ha creado plantas genéticamente modificadas para detectar minas antipersonas enterradas.

La idea fue llevada a cabo por Anthony Faust, investigador del departamento canadiense de Defensa. De hecho, cuando estaba viendo en la televisión un reportaje de revegetación de Marte, descubrió que algunos de los métodos que aparecían en el mismo sirven para detectar minas antipersonal. La mayor parte de este tipo de armas subterráneas están formadas por trinitrotolos (TNT) y otros componentes químicos que, con el tiempo, se dispersan por el suelo. Por ello, científicos canadienses introducirán en estas tierras plantas genéticamente modificadas cuyas raíces cambiarán de color o forma al detectar el TNT. De esta manera, sabrán dónde están exactamente los dolores.

Ratas con buen olor

Además de en Europa y Estados Unidos, en África se están organizando campañas contra el dolor. Precisamente en la universidad agrónoma de Sokoine (Tanzania) han encontrado una herramienta, nueva, económica, ágil y rápida para ayudar a afrontar este problema de alguna manera. Científicos locales utilizan ratas para detectar minas. Estos animales se forman para oler minas y explosivos. Dicen que son más eficaces que los perros, ya que atienden a varios propietarios.

A estas ratas se les aplica un arnés conectado a un carril móvil mientras trabajan. Este arnés está colocado sobre una rejilla metálica. Dos investigadores dejan la rejilla en el suelo y comienzan a moverse hasta que la rata ole algo. En la zona de inmersión nasal de la rata, normalmente se encuentran con un dolor. El animal, como no podía ser de otra manera, recibe un premio (generalmente un trozo de plátano) cada vez que encuentra un dolor.

Estas ratas miden aproximadamente 75 cm y pesan alrededor de 1,35 kg. En terrenos peligrosos pueden circular libremente sin ningún tipo de dolor, ya que son demasiado ligeros para hacer estallar. Este método de ratas ha sido utilizado en Mozambique. Y es que, como consecuencia de la guerra civil, todavía hay 500.000 minas contra personas que no han sido explosionadas.

Todos estos métodos de detección de minas antipersonal suponen un paso más en la lucha contra este tipo de armas. Sin embargo, lo que está claro es que estos dispositivos deben ser inactivados por una persona. El riesgo, por tanto, no ha desaparecido del todo y hay que tener en cuenta que algunos estados siguen produciendo minas.

Origen de las minas

El origen del término dolor se basa en una antigua técnica militar. Antiguamente se utilizaban minas para hacer vibrar las paredes de las fortalezas de los enemigos. Cuando se inventó la pólvora, se empezaron a llenar la punta de las minas con este polvo y a hacer que se estallara. Este método fue ampliamente extendido durante el Renacimiento y más aún durante la Primera Guerra Mundial.

El riesgo de estos dispositivos era considerable, lo que provocó dolores anti-carro. Sin embargo, ellos también provocaron numerosos siniestros y, finalmente, inventaron minas antipersonal. Estos tipos de dolor han ido evolucionando a lo largo de los años y hoy en día utilizan tecnologías punteras para crear dolores cada vez más sofisticados.

El principal quebradero de cabeza de los empresarios productores de minas es el uso de materiales que no permitan detectar estos dispositivos, sobre todo para que sean eficaces, es decir, para que maten al mayor número posible de personas. A lo largo de los años se producían minas antipersonal con componentes metálicos, pero al detectarse con cierta facilidad por los rivales, se empezó a utilizar materiales como el plástico o la madera.

En la actualidad hay más de 340 modelos de minas. El precio aumenta o disminuye en función de los avances tecnológicos de cada uno. El más simple cuesta 1,5 euros, pero el precio medio de las minas que se explotan a presión es de 4,8 euros. Las llamadas minas "elegantes", con mecanismos de autoneutralizador, cuestan 181 euros.

Consecuencias penosas

Según el comité internacional de Cruz Roja, las minas causan 800 muertes al mes (26 al día). El gobierno estadounidense afirma que las minas causan 26.000 muertes cada año. Sin embargo, es muy difícil conocer el número exacto de afectados, ya que los pueblos amurallados no disponen de infraestructura suficiente para ello.

Además, si se analizan las consecuencias económicas, la peste de los dolores afecta a su economía. Y es que hay que tener en cuenta que hay que prestar asistencia sanitaria a las personas que se lesionan con dolor y que estos gastos normalmente son asumidos por el Estado. Estas víctimas necesitan una gran cantidad de sangre y, además de intervenciones quirúrgicas especiales, a algunas se les aplican prótesis. Después, tienen que rehabilitarse. El coste medio por paciente es de 360 euros. Además, las personas que podían trabajar hasta entonces se convierten en una carga social, no sólo para sus familias, sino para todo el pueblo.

Por otra parte, el mero soterramiento de las minas afecta a las tierras. Y cómo no, con la explosión los daños aumentan aún más. Los árboles y las plantas sufren la onda expansiva, lo que les causa un gran daño. Por tanto, los dolores también alteran en gran medida el medio ecológico.

Por otro lado, la desactivación de una mina antipersonal cuesta entre 210-720 euros, según Naciones Unidas. Los costes, por tanto, se disparan.

Se han realizado numerosos intentos de detección de estos dispositivos, que siguen siendo numerosos los investigadores. Aunque todos estos avances sirven para salvar una sola vida, podríamos decir que son efectivos. ¿Pero alguna vez se solucionará o terminará el problema?

Podríamos decir que hay dos tipos de investigadores: por un lado, aquellos que, a nivel tecnológico, inventan minas cada vez más sofisticadas contra las personas y, por otro, los que trabajan para detectar y desactivar esas dolencias. ¿Pero quién paga a todos ellos?

Una batalla sin fin

Para poner fin a la batalla de las minas antipersonal, varios pueblos firmaron el tratado de Ottawa en 1997. En virtud de este trato, los firmantes están prohibidos el uso, almacenamiento, producción y traslado de minas. En la actualidad, 150 países han firmado y renovado el tratado de Ottawa, pero faltan 44 países, entre ellos Estados Unidos, Cuba, Rusia, China, etc.

Aunque parezca mentira, todavía se producen entre 5 y 10 millones de minas al año en las empresas privadas y públicas de estos 44 municipios. Durante la Guerra Fría, los principales proveedores fueron Checoslovaquia, Italia, Yugoslavia y la Unión Soviética. Actualmente, Pakistán, Egipto, Italia y Sudáfrica tienen una gran fuerza en este mercado. Sin embargo, basta con que haya un único productor y comprador de minas antipersonal para que esta batalla sea interminable.

Modelos de minas y fabricantes

Modelo

Productor

Peso

C3A1

SNC Industrial/CANADÁ

860 g.

IMI Nº10

Israel Military Industries/ISRAEL

644.497 g.

M-18/M-18A1

EEUU, COREA, IRÁN, SUDÁFRICA

1,6 Kg.

M-49

Empresas nacionales/HUNGRÍA

300 g.

P-S-1

Explosivos Alaveses/Euskal Herria

3,7 Kg.

P-4-A

Explosivos Alaveses/Euskal Herria

210 g.

PMD-6

Empresas nacionales/RUSIA

400 g.

VALMARA 69

Valsella Meccano-tecnica Spa/ ITALIA

Publicado en el apartado D2 de Deia.

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