}

Deslumbrante de las orquídeas

2002/02/17 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Las orquídeas no son plantas carnívoras, pero al menos en su atractivo son similares. Muestra de ello es el mercado mundial y la larga lista de grandes coleccionistas.

Las orquídeas son una familia vieja y extensa. Flores de tres pétalos. De momento se han identificado cerca de 40.000 especies, aunque se estima que todavía quedan miles de especies por descubrir. Por si fuera poco, el ser humano, mezclando especies, ha creado otros 100.000 híbridos en los laboratorios.

Se trata de una familia tan extensa, de todos los tamaños y colores. Desde medidas microscópicas hasta montones de flores del tamaño del balón de fútbol. Y no digamos en los colores, todos exóticos, pero similares ninguno. El género Drácula, por ejemplo, es de color rojo oscuro, pero la mayoría tiene varios colores: verde oscuro con granate, marfil con rosa intenso, pétalos amarillos con punta de color púrpura… todas las combinaciones, tanto simétricas como totalmente mezcladas. Todavía es una orquídea sólo literaria: la orquídea negra.

Las orquídeas tienen formas, colores y tamaños diferentes. Estas características particulares han sido precisamente las que han preciado la planta.

Con tanto tamaño y color no se espera menos de las formas. "Las diversas formas de estas plantas provocan fascinación. Se asemejan a pájaros, lagartos, insectos, mujeres, hombres, etc. A veces parecen un ferviente luchador y a veces un payaso que provoca risa", dijo el botánico Jakob Breyne en 1678.

Mezcla fruto del tipo de reproducción

La razón de que las orquídeas tengan formas, colores y tamaños tan diferentes es su forma de reproducción. La mayoría de las especies de orquídeas no se autopolinizan y así se mezcla el material genético. Charles Darwin aseguraba que las plantas complejas en la lucha por la supervivencia perduran mejor que las de polinización simple, al mezclar información genética, ya que tienen más posibilidades de adaptarse a las nuevas situaciones.

Para transportar el polen de una planta a otra se utilizan el viento, las aves, las mariposas o las abejas. Por ello, las plantas deben tener la forma adecuada para guardar el polen en un lugar que pueda ser arrastrado por el viento o ser atractivas para los insectos.

La mayoría de las orquídeas no se autopolinizan, ni siquiera cuando su polen se aplica artificialmente. Es más, para algunas especies su polen puede ser veneno al llegar al jardinero. Sin poder de atracción de insectos las orquídeas desaparecerían, pero debido a más de un truco de atracción no ha ocurrido.

Muchas orquídeas han conseguido parecerse mucho a su insecto más querido. Los insectos machos, en la denominada hembra de su especie, descansan sobre la flor y se mojan por el polen. Al hacer el mismo vacío por segunda vez dejan el polen de la primera flor sobre el segundo. Es decir, la flor es más prudente que el propio insecto.

Otras especies de orquídeas tienen forma de presa del insecto. Los botánicos llaman a este fenómeno pseudoantogonía. El insecto, mezclado, ataca a la flor y en esa lucha inútil se moja con el polen.

Otras especies presentan un label que se cierra al acercar la abeja. Su intención es frotar la abeja con la polea, no matarla. La abeja, para escapar de la parte posterior de la planta, se ve obligada a pasar por hilos revueltos empapados de polen, consiguiendo así la flor su objetivo.

Otras orquídeas segregan el néctar o perfume que atrae a pequeños insectos. ¡No creas que el perfume siempre es un olor agradable! Algunos pueden tener olor a carne podrida, pero también a chocolate, e incluso a flores apreciadas por los insectos.

Atractivo sin medidas

En Euskal Herria también hay orquídeas, como el género Serapias
Jon Maguregi

Las orquídeas no sólo atraen insectos y aves, sino que han fascinado a muchas personas por su color, olor u otras curiosidades. Pero, según un artículo publicado en 1906, el encanto de las orquídeas se basa en llegar a lugares en los que crecen. Orquídeas en lagos con enfermedades comunes, bosques tropicales, lugares remotos donde habitan los indígenas, etc. se han encontrado, por tanto, una buena función para los aventureros.

Los años más prósperos del descubrimiento de las orquídeas Desde mediados del siglo XX. Fueron hasta principios del siglo XX. En aquella época, lo que se presentaba para este trabajo debía ser fuerte y valiente, ya que había
ido en la aventura pero no había ninguna certeza de volver.

Actualmente el comercio de orquídeas mueve 10.000 millones de dólares al año y una planta rara puede costar 25.000 dólares. Tailandia es el mayor exportador de orquídeas. Además de exportar plantas, obtiene un ingreso de 30 millones de dólares con las flores que vende para hacer lotes de flores y usarlas en vestidos.

Tan caro como comprar orquídeas es cuidarlas. Hay cuidadores especializados en orquídeas y residencias para orquídeas. A ellos se lleva la orquídea que aún no ha dado la flor y cuando la flor sale el dueño la lleva a casa para que la muestre. Algunos coleccionistas tienen más de una planta en la residencia y pueden llegar a pagar 2.000 dólares mensuales.

Está claro que para hacer la colección de orquídeas es imprescindible ser con dinero, y si son casos conocidos. Entre otras cosas, Charles Darrow, inventor del Monopoly, se jubiló a los 46 años para dedicarse a la colección de orquídeas con el dinero que ganó gracias al juego. El fundador de Japan Airlines hizo lo mismo. Michihiro Fukashima, cansado del mundo de los negocios, se retiró muy joven y, tras dejar todas sus acciones en nombre de su mujer, abandonó todas las relaciones y se trasladó a Malasia con sus 2.000 orquestas.

Publicado en el suplemento Estación de Gara.

Gai honi buruzko eduki gehiago

Elhuyarrek garatutako teknologia