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Música como sexo y drogas

2011/01/15 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

La historia de la música ha recogido que en 1977 el músico Ian Dury creó la expresión "Sex, drugs and rock rol l". Era el título del single que sacó en aquella primavera y pronto fue asumido por los jóvenes de la época. Ahora los científicos le han dado la razón a Dury: acertó de lleno al emparejar las tres, ya que han demostrado que provocan el mismo efecto en el cerebro. Eso sí, el cerebro no se limita al rock, esa influencia la produce cualquier música que le guste.

En concreto, los investigadores han descubierto que la producción de dopamina aumenta al escuchar la música de su gusto. La dopamina es un neurotransmisor relacionado con el placer que produce el cerebro al adquirir los necesarios para vivir. Así, al obtener comida o sexo, el cerebro segrega dopamina y se activa el mecanismo retributivo: al sentir placer se fomenta la motivación y se potencia la adhesión a la fuente de placer.

Los investigadores han explicado a través de un experimento por qué la música es tan poderosa y gozosa como el sexo o las drogas. (Foto: Shai'Tan. Licencia CC)

Desde el punto de vista evolutivo, se trata de un mecanismo inmejorable, ya que nos empuja a intentar conseguir las cosas que necesitamos para sobrevivir. Sin embargo, el efecto colateral es que las sustancias psicoactivas activan este mismo mecanismo, por lo que crean dependencia.

Y la música, ¿qué tiene para ser como el sexo y las drogas? La música no es imprescindible para vivir, pero la escucha genera placer; en todas las culturas hay afición a la música, y aunque la música a la que le gusta de una persona a otra puede ser totalmente diferente, la influencia es similar en todas. Todo ello hacía sospechar que la música podía estar relacionada con la dopamina.

Para comprobar (o anular) la sospecha, investigadores de la Universidad McGill de Canadá han realizado un experimento. Han reunido a jóvenes de entre 19 y 24 años, todos aficionados a la música pero no expertos o músicos, y a los que les gustan los diferentes estilos musicales, desde el clásico al jazz, el técnico o el punk.

Los investigadores les hicieron oír su gusto y su música neutra, mientras medieron una serie de parámetros físicos: frecuencia cardiaca, conductividad eléctrica de la piel, temperatura corporal, respiración... Así se confirma la reacción física de la música favorita. Cabe destacar el uso exclusivo de la música instrumental, ya que se sabe que la voz de las personas influye profundamente en el cerebro y que los investigadores querían descartar la influencia de esta variable.

Por el cerebro

A continuación se analiza la actividad cerebral de los participantes. Para ello se han utilizado dos técnicas: la tomografía de emisión de positrones (PET) y la representación funcional por resonancia magnética (fMRI). Con la primera se puede ver si aumenta la producción de dopamina y con la segunda, dónde y cuánto se libera.

Así, han demostrado que escuchar la música favorita genera dopamina y, además, han descubierto que la respuesta del cerebro se adelanta. De hecho, la emisión de dopamina comienza unos segundos antes de oír la parte musical favorita, en una determinada zona del cerebro. Después, cuando llega la parte más emocionante para uno mismo, fluye en otro lugar. De hecho, el primer ámbito se relaciona con el sistema de anticipación y anticipación y el otro con las emociones.

Según los investigadores, el experimento ayuda a comprender por qué la música influye tanto en las personas. La emisión de dopamina puede explicar la efectividad de la música en rituales, marketing o terapia. Por otro lado, señalan que es el punto de partida para el análisis de fuentes abstractas de placer. La investigación ha sido publicada en la revista Nature Neuroscience y puede leerse completa en su página web.

Publicado en Gara

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