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Fraudes objetivos

2010/03/18 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

Acusado de haber hecho un mal trabajo, así lo ha defendido el acusado: "Estuve un mes preparando el artículo y tengo que reconocer que no sabía nada sobre el tema, pero tenía cosas claras. La primera, que tenía que hablar con las dos partes, con las de las partes y con las de las contras. La segunda, que yo no sacaría ninguna conclusión, que el lector sacaría las suyas. Y el tercero, que sólo hablaría con licenciados médicos especializados en homeopatía".

Convencido de que el periodista estaba siguiendo correctamente el manual del profesional directo y objetivo, el periodista ha declarado culpable una semana después por el defensor del lector de su diario diciendo: "La evidencia científica no es una cuestión de opinión y si se quiere la precisión científica no se puede tratar como si fuera la misma lo que es claramente diferente, ni a quien ha reconocido el mismo grado de autoridad y a quien no la tiene".

Un claro ejemplo de tendencia muy extendida en el periodismo (y también en la sociedad) es lo que ha ocurrido estas semanas en El País. El periodista tenía que escribir sobre homeopatía y dio la palabra en igualdad de condiciones a las voces de ambas partes en nombre de la objetividad, para actuar imparciales. Y en lugar de bien, una mentira científica surge de una supuesta verdad periodística. Recuerdo también otra anécdota representativa del año pasado. Nos llamaron desde una radio para pedir el nombre de un científico que defendía la evolución. De hecho, en el programa de radio querían hablar de la teoría de la evolución desde que era el año de Darwin y ya tenían un creacionista, pero no evolucionista.

El plural de la anécdota no son datos y no es objetivo de esta columna sorprender al periodista. Si empezamos a amedrentar, además, lo primero que deberíamos hacer es a la cabeza de nosotros, que también hemos caído en esa trampa de la objetividad. Y es que es un meme imparcial que nos hace sentir que estamos jugando correctamente y con transparencia, justo lo contrario. El defensor del lector Pérez Oliva dice bien en el artículo publicado el pasado domingo: "El artículo tiene un problema de visión general (periodista): en el periodismo científico no hay lugar para posiciones intermedias entre teorías demostradas y no demostradas".

Otra cosa será intentar distinguir teorías probadas y no demostradas, y disponer de las herramientas adecuadas para ello. En todos los casos no es una tarea fácil y a veces no será posible. Los métodos establecidos por la ciencia para investigar, publicar y garantizar la corrección de los resultados no son vacíos. Y son muchos los resultados que se han descartado tras su publicación porque se hicieron mal o porque no cumplían los requisitos mínimos. Pero cuando hablamos de homeopatía, teoría de la evolución, astrología, muñequera power balance o reflexoterapia, es imprescindible tener claro quién debe ser el punto de partida y dónde está el cero de la imparcialidad. Y para ello tenemos que renunciar a los parámetros fraudulentos de la objetividad y echarlos sin miedo a las burdelas. Porque no todas las opiniones merecen respeto, porque las pruebas científicas no son opiniones, y porque no es una información completa sobre un tema, por definición, una recopilación de enfoques a favor y en contra. Ha sido una satisfacción leer este tipo de palabras en El País al defensor del lector. El astrónomo y divulgador Javier Armentia expresó su satisfacción copiando estas palabras en tres ocasiones el domingo en su blog. Como la mentira repetida mil veces se convierte en verdad pero en una mentira fuerte, me dejaréis copiar una vez más.

Publicado en Berria

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