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La vitamina C no es tan buena

2007/12/18 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Para evitar catarros, lo mejor es tomar mucha vitamina C. Esta creencia está muy extendida, y no es de extrañar, porque no es sólo cosa de las abuelas, sino que Linus Pauling, el químico que recibió dos premios Nobel, lo pensaba. Sin embargo, recientemente han demostrado que las creencias son corruptas.
Hace tiempo que supieron que los cítricos protegen del escorbuto.

Probablemente, si Linus Pauling no hubiera tenido tan buena idea de la vitamina C, no estaría tan extendido el prestigio de la vitamina C en la prevención de los catarros. Pero Pauling estaba convencido de que tenía esa influencia y también escribió un libro al respecto. Explicaba que para ser eficaz se debían tomar dosis muy altas de vitamina C, de manera que si para estar sano se aconseja tomar entre 50 y 90 miligramos al día, normalmente, el propio Pauling consumía 1000 miligramos o más, lo que parece una dosis adecuada para los adultos.

La diferencia entre una recomendación y otra es evidente. Eso sí, no se puede negar la necesidad de tomar vitamina C. Al igual que el resto de vitaminas, tiene importantes funciones en el organismo, pero el cuerpo no es capaz de producirla, por lo que debe adquirirla desde fuera. Si no se toma lo suficiente, la persona enferma; en el caso de la vitamina C aparece el escorbuto.

Antes no sabían qué creaba el escorbuto. Se trataba de una grave enfermedad que provocaba muchas muertes, sobre todo en tripulaciones de barcos. XVIII. En el siglo XIX, un médico de la Marina Británica, James Lind, demostró que con los cítricos se evitaba la enfermedad. Así, aunque todavía no conocían la vitamina C, se dieron cuenta de que los cítricos tenían algo que la protegía.

El químico Linus Pauling, ganador de dos premios Nobel, recomendaba ingerir altas dosis de vitamina C.

En 1937 Walter Haworth describe la estructura de la vitamina C. Posteriormente se llevaron a cabo numerosas investigaciones que explicaban sus funciones y se fueron popularizando. Creían que, además de estar sano, servía para combatir muchas enfermedades, entre ellas el catarro. Por si esto fuera poco, Linus Pauling refuerza esta convicción. Y así ha llegado hasta nuestros días el mito de la capacidad de la vitamina C.

Estudio explicativo

Sin embargo, recientemente dos investigadores de las universidades de Canberra (Australia) y Helsinki (Finlandia) desnudaron el mito. Se analizaron conjuntamente 55 estudios realizados en los últimos 65 años sobre el efecto de la vitamina C en la escalofría y se concluyó que la ingesta de altas dosis de vitamina C es inútil.

Observando detenidamente los datos, observaron que la vitamina C tiene cierta influencia sobre el resfriado, pero muy limitada. Parece que si se toman aditivos de vitamina C, los catarros se curan antes que nada, pero no mucho antes: en adultos el 8% y en niños la duración de los catarros disminuye un 14% gracias a la vitamina C.

Según esto, los investigadores consideran que no merece la pena tomar altas dosis de vitamina C, ya que la eficacia de la vitamina C es baja. Además, el catarro no es una enfermedad muy grave en la mayoría de los casos, y se supera fácilmente con los cuidados habituales.

En este tipo de deportistas, el riesgo de catarros disminuye a la mitad si se ingiere mucha vitamina C.

Sin embargo, en el estudio se descubrió que la vitamina C era especialmente beneficiosa en algunos casos. De hecho, observaron que en zonas muy frías para deportistas (esquiadores y montañeros) y en las que el organismo tenía que hacer un gran esfuerzo (maratonianos), el riesgo de catarros se reducía a la mitad si se tomaba mucha vitamina C.

Así que ya sabes: si eres un deportista rabioso o amas el hielo y la nieve, te conviene tomar una gran cantidad de vitamina C, pero si no, basta con la dosis que obtengas con los alimentos. Hay que tener en cuenta que un exceso de vitamina C tiene también efectos secundarios, uno de ellos diarrea.

Publicado en Deia

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