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Larga carrera de fondo en busca de sangre artificial

2001/06/15 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Nada más saber que la sangre circula por todo el cuerpo comenzó la carrera para encontrar a su sustituto. Los médicos alcanzaron la primera transfusión sanguínea en 1667, pero los receptores murían. En consecuencia, se optó por no realizar transfusiones de sangre (al menos hasta estudios más profundos). Sin embargo, desde 1868, los investigadores comenzaron a utilizar soluciones con hemoglobina. La hemoglobina es una proteína que transporta oxígeno en los glóbulos rojos de la sangre. En 1883 se preparó la solución Ringer de cloruro de sodio, potasio y calcio. Fue un gran salto para superar las hemorragias, ya que solucionaba el descenso de presión que supone la pérdida de sangre. Posteriormente, los médicos le añadieron lactato y sigue siendo la solución más utilizada para reconstruir el volumen de sangre.

Las investigaciones tuvieron un gran impulso durante la Segunda Guerra Mundial, pero la guerra de Vietnam fue la que puso de manifiesto los límites de las transfusiones de sangre. Además, en los años 80, cuando la hepatitis se extendió considerablemente y apareció el virus del VIH, el número de donantes de sangre disminuyó notablemente y la fase de investigación volvió a resurgir.

En cuanto a las transfusiones de sangre, tras largos años de investigaciones arrastrando, desde que los investigadores entendieron bien los mecanismos entre la coagulación, la contaminación bacteriana y los diferentes grupos sanguíneos, se han utilizado muchísimo, en caso de sangrías graves, porque la sangre sigue siendo la opción más adecuada –y a menudo la única–.

Pero los investigadores no se rinden tan fácilmente y siguen buscando el sustituto de la sangre. Para ello se están diseñando productos que aumenten temporalmente la capacidad de transporte de oxígeno de los glóbulos rojos.

Uno de los productos que han estudiado en base a la hemoglobina humana es el HemAssist de Baxter, para los científicos DCLHd (diaspirin cross-linked hemoglobin). En las pruebas realizadas en los estudios clínicos, la tasa de mortalidad fue superior a la esperada, lo que puso en duda la eficacia y la inocuidad del producto.


Por ello, desde 1998, las investigaciones están explorando una nueva vía. La idea es introducir en el ADN información genética para fabricar una proteína. Así, el ADN daría a la célula la orden de producir proteína. En el caso de la sangre, la proteína a producir sería la hemoglobina. Además, la modificación de la estructura molecular de la hemoglobina puede dar lugar a una hemoglobina que responda a las señales clínicas específicas.

Carrera entre medicina y ciclismo

La sangre artificial está siendo diseñada para ser utilizada como sustituto de la sangre en caso de emergencia, pero en esta carrera la medicina, como en otras ocasiones, se ha quedado atrás del deporte de élite. De hecho, a pesar de que las investigaciones clínicas demuestren resultados negativos, los ciclistas utilizan Hemassista para dopar, como en el caso del Giro. Según los médicos, la irrupción artificial de cualquier sustancia que el cuerpo produzca de forma natural es siempre un peligro, y si en este caso no se puede hablar con certeza, puede provocar la explosión de glóbulos rojos.

Otro de los productos utilizados en ciclismo es el RSR13. Al igual que el Hemassista, los glóbulos rojos provocan una mayor liberación de oxígeno. Se puede coger la píldora o la vena, pero todavía está en fase de investigación. Principalmente se ha diseñado para mejorar los tratamientos curativos de cáncer y para utilizar anoxia en casos graves. Por el momento ha tratado con pacientes con cáncer que están realizando tratamiento radiactivo y ha dado un buen nivel de tolerancia, aunque es demasiado pronto para confirmar plenamente su efectividad.

Desventajas de las transfusiones de sangre

En caso de hemorragias graves, la sangre sigue siendo la opción más adecuada –y a menudo la única–. Por ello, es importante mantener y aumentar el número de donantes, pero la sangre tiene muchas desventajas: en verano el número de donantes disminuye considerablemente, no se puede almacenar más de seis semanas, es difícil conocer la compatibilidad de los grupos sanguíneos del donante y del receptor en caso de emergencia, y además, el transporte de las bolsas de sangre en la ambulancia no es nada cómodo, ya que deben mantenerse a baja temperatura. Además, uno de cada diez receptores de sangre sufre reacciones post-transfusionales, aunque no sean graves.

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