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Ciencia y democracia

2011/03/01 Pérez Iglesias, Juan Ignacio - Kultura Zientifikoaren KatedraEHU-BFA Iturria: Elhuyar aldizkaria

No lo he hecho, no lo he hecho pero lo haré nunca y sé cuál será el resultado. Si introdujéramos los datos del índice de transparencia y la producción científica en los Estados del mundo en un sistema de coordenadas, veremos de inmediato que ambas características o variables están estrechamente relacionadas. En otras palabras, en aquellos países en los que hay mayor transparencia (menos corrupción) hay más actividad científica y viceversa. Con ello no quiero decir que uno dependa unos de otros; seguramente no existe una dependencia directa entre ambas características. Sin embargo, la existencia de un vínculo de este tipo podría indicar que ambas cuestiones se producen conjuntamente, la transparencia y la actividad científica.
Ciencia y democracia
01/03/2011 | Pérez Iglesias, Juan Ignacio | Cátedra de Cultura Científica, UPV-DFB
(Foto: © iStockphoto.com/Felix Möckel)

Eso no debería ser sorprendente. Hay dos tipos de razones, las que hacen referencia a los valores y a las razones funcionales, que además tienen mucho que ver unas con otras. Comenzaré a trabajar los valores. La ciencia, como la conocemos hoy en día, nació en el Siglo de las Luces. En aquella época de la historia de la humanidad, la ciencia y el conocimiento basado en la evidencia en general se convirtieron en el principal motor del progreso intelectual. Incluso en el Siglo de las Luces se asentaron las bases de las sociedades democráticas y abiertas actuales. No creo que sea fruto de la casualidad que ambas creaciones --de la sociedad democrática y de la ciencia - coincidan. Estas nuevas ideas nacieron en un mismo ambiente intelectual: aquellas que se refieren a los fundamentos de la ciencia y que están en la base de la ideología liberal que se habría impuesto en las décadas posteriores. En definitiva, las bases del conocimiento basadas en la evidencia son las mismas que las sociedades más abiertas y democráticas: son la duda, la libertad, la tolerancia y el optimismo. Y ambos tienen los mismos rivales: prejuicios, intolerancia, dogmatismo y pesimismo.

Me voy a referir a continuación a razones funcionales, pero hay que dejar claro, como he dicho antes, que este tipo de motivos tienen mucho que ver con los valores expresados en las líneas anteriores. El conocimiento basado en la evidencia no limita su influencia al ámbito científico, ya que, además de ser el núcleo de la ciencia, este tipo de conocimiento desempeña un papel importante en las sociedades democráticas. Las hipótesis científicas son inicialmente similares a las experimentales, algunas se descartan inmediatamente, pero las evidencias quedan confirmadas y consideradas consolidadas. Según el método científico, todas las nuevas hipótesis deben ser analizadas y contrastadas, algunas de las cuales ocupan su lugar con el tiempo. El funcionamiento de las sociedades democráticas es similar. La libertad de crítica y la tolerancia a las opiniones de los demás son fundamentales en estas sociedades, por lo que un mismo sistema puede convertirse en consecuencia de la crítica y la evaluación.

Según el Popper 1, el mismo mecanismo permite alcanzar niveles de bienestar excelentes en las sociedades democráticas. La crítica permite evaluar las propuestas que se realizan y, como resultado de esta evaluación, seleccionar las mejores opciones. Luego, además, cuando estas propuestas se llevan a la práctica, también pueden evaluarse sus resultados, y como consecuencia de esta evaluación se mantienen, modifican o descartan estas políticas. En definitiva, todas las políticas se basan en previsiones sobre lo que va a ocurrir. Y una vez establecidas unas u otras formas de política, se analizan, evalúan y critican sus resultados. Esto ocurre en sociedades abiertas y democráticas, mientras que en las dictaduras no puede existir, porque la propia crítica está prohibida y sin crítica no se puede hacer una evaluación seria. Por ello, es importante que el funcionamiento de la sociedad esté basado en valores similares a los de la ciencia.

En el pasado hemos tenido indicadores que evidencian la incompatibilidad entre la ciencia y los regímenes dictatoriales. El caso de Lysen de la Unión Soviética fue paradigmático. Trofim Lysenko era un agrónomo sin conocimientos de genética, pero durante 35 años (1929-1965) él condicionó de forma radical el desarrollo de la agricultura soviética. Lysenko era partidario de las ideas de Lamarck. Como es conocido, según estas ideas, las características obtenidas en la vida son heredables. A Lysenko le gustaban estas ideas porque, en su opinión, coincidían con las ideas comunistas. Consiguió un gran poder durante la dictadura de Stalin y tuvo una gran influencia durante el mandato de Stalin y en los años posteriores; pocos científicos se enfrentaron y algunos de ellos perdieron la vida por ello. Pero la agricultura de la Unión Soviética tuvo resultados muy negativos durante todos estos años.

Hoy en día, cada vez hay menos dictaduras en el mundo, porque la democracia se está expandiendo en los pueblos. Hay excepciones significativas, por supuesto, pero en este sentido las cosas están cada vez mejor. Sin embargo, vivimos en una época de contradicciones. La ciencia y los productos de ciencia y tecnología han generado cierta desconfianza en los países occidentales. Por supuesto, esto no tendrá consecuencias positivas para el desarrollo de nuestros pueblos. Pero más que el propio desarrollo, creo que lo más peligroso es el daño que estas actitudes pueden hacer a las sociedades democráticas. El cuestionamiento de los beneficios de la ciencia puede poner en peligro los principios de la ciencia y, como hemos visto anteriormente, los principios de la ciencia son los mismos que los de las sociedades abiertas y democráticas.

Por ello, debemos mantener la defensa de la ciencia y sus principios. Las actitudes contra la ciencia y el conocimiento basado en la evidencia están cada vez más extendidas en nuestra sociedad y el dogmatismo y el fundamentalismo se están haciendo cada vez más fuertes. En definitiva, el cuestionamiento de los fundamentos de la ciencia pone en peligro los principios de nuestra sociedad. No debemos confundirnos con ello, porque el bienestar del futuro está en juego, tanto el bienestar material como el bienestar político e intelectual.

1 Karl Popper (1974): "Unended Quest. An Intellectual Autobiography" The Library of Living Philosophers.

2 Alexander Kohn (1986): "False prophets. The d and error in Science and Medicine". Basil Blackwell.

Pérez Iglesias, Juan Ignacio
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