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¡Aunque haya agua, no se puede saciar!

2003/02/09 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Estamos en pleno invierno y mucha gente aprovecha la oportunidad de ir a la nieve. Poco después, numerosos montañeros se dirigirán a los Pirineos y otras cadenas montañosas para satisfacer el hambre de nieve y tonto. A la hora de saciar esa pasión, sin embargo, se suda mucho y se sesa. ¿Cómo conseguir agua potable cerca de la nieve? ¿Y si las fuentes están agotadas o muy lejos?
En ocasiones, con el objetivo de reducir el peso posible, se produce un bajo consumo de agua.

Para estar sano es imprescindible beber lo suficiente. Esto, por supuesto, no es nuevo, ya que en los últimos años son conscientes por todas partes de la importancia de estar bien hidratados. Algunos también utilizan la televisión para difundir este mensaje, sobre todo las empresas que venden agua embotellada. Sin embargo, no se puede negar la importancia del agua en la salud: el ser humano, sin comer, puede vivir meses, pero sin agua moriría pocos días.

Los deportistas conocen bien los daños producidos por una pequeña deshidratación: cansancio, dolor de cabeza y aparición de calambres musculares. Según los expertos, basta con perder el 1% del agua corporal para disminuir el rendimiento. Si la pérdida de agua es del 3%, la fuerza de contracción muscular disminuye un 10% y la velocidad disminuye un 8%. Si no se ingiere agua para aliviar estos síntomas, la deshidratación se agrava y, finalmente, existe el riesgo de mareo y shock. El 10% de deshidratación puede ser mortal.

La forma más eficaz de prevenir la deshidratación es bebiendo agua, preferentemente antes de sentir sed. A menudo, los deportistas toman bebidas especiales con el objetivo de recuperar las sales que se pierden al sudor. Estas bebidas contienen agua, sal y un poco de azúcar, lo que facilita la obtención de todo lo perdido. Hay que tener en cuenta que un atleta de alto nivel que practica deporte de fondo puede llegar a perder ocho litros de agua.

Es muy importante hidratarse bien, de lo contrario hay riesgo de problemas de salud.

A pesar de no ser un deportista apasionado, al caminar por el monte puede aparecer el riesgo de deshidratarse: es una actividad de subsistencia, si hace frío no se siente apetito beber, muchas veces se lleva menos agua de la necesaria por perder peso... Por eso, para ir al monte, conviene asegurarse de que sea suficiente agua.

Sed en desierto blanco

No obstante, puede quedar sin agua. Si estás en la nieve, ¡a la noche! La nieve se funde y ya está, ¿no? Eso con el pequeño fuego, claro. Pero los montañeros saben que la nieve no es suficiente. De hecho, el agua de la nieve, y también de la lluvia, es agua destilada, es decir, no tiene sal, por lo que si se bebe sin más, produce un desequilibrio en el cuerpo.

Para evitarlo es necesario añadir sales a la nieve fundida. Para ello, existen en el mercado preparados especiales, pero cada uno puede preparar uno en casa mezclando bicarbonato y sal común. Otra opción es añadir el zumo de las frutas, y si se quiere tomar calor, las sopas sobrantes también son adecuadas, ya que son muy saladas.

Si la nieve se derrite y se coge sin más, se produce un desequilibrio en el cuerpo.

A la hora de fundir la nieve es preferible utilizar la nieve compactada o el hielo, ya que se obtiene más agua que con la nieve en polvo. El polvo de nieve, además de contener mucho aire entre ellos, tiene una temperatura inferior a la de otros tipos de nieve, que se encuentra a unos 10 grados bajo cero. Por otro lado, a mayor altitud, menor temperatura de ebullición del agua, pero al mismo tiempo mayor tiempo necesario para llegar a hervir. Por ejemplo, a nivel del mar el agua hierve a 100ºC y a 1.500 metros hierve a 95ºC, pero se tarda 1.8 veces más que estando a nivel del mar. A 3.000 metros hierve a 95ºC, lo que supone 3.8 veces más tiempo que a nivel del mar. Siempre para evitar derroche de combustible y derretir la nieve en menos tiempo, es conveniente cubrir bien el recipiente y protegerlo del viento.

¡Sin nieve, bastante cerca del agua y no se puede beber!

En cualquier época, no es difícil encontrar agua en los montes cercanos. Sin embargo, a pesar de su apariencia clara, a menudo presenta contaminantes como virus, protozoos y bacterias que pueden provocar diarreas normales y otras enfermedades más graves. Según un estudio realizado en el Estado español, sólo el 6% de las fuentes de montaña proporcionan agua potable.

Existen varias posibilidades de acceso al agua potable. Uno de los mejores es la ebullición del agua: mueren todos los microorganismos. Sin embargo, tiene sus inconvenientes: se necesita un hornillo y combustible, hay que tener unos minutos de ebullición y esperar a que se enfríe para poder beber. Sin embargo, es el método más seguro. Eso sí, si hay contaminantes en el agua, como pesticidas o metales pesados, es inútil hervir el agua.

El agua de la montaña parece totalmente limpia, pero a menudo está contaminada.

Lo mismo ocurre con las pastillas, que aunque son capaces de acabar con las bacterias, no eliminan los contaminantes químicos. Además, no matan a grandes parásitos, por lo que para eliminar las lombrices, las amebas y los grandes protozoos del agua conviene filtrar el agua. Tampoco sirven contra los virus.

El yodo es muy eficaz contra los virus y las bacterias. Algunos protozoos sobreviven, pero basta con filtrar el agua para eliminarlos. Lo peor es que hay que esperar una hora y deja un mal sabor. Por otro lado, a los que tienen problemas de tiroides no les conviene beber agua tratada con yodo.

Otra opción son los microfiltros. Limpia partículas, bacterias y protozoos en el agua, pero los virus escapan.

Beber agua limpia en el monte parece difícil, ¿no? Pues si llevas las cantimploras bien llenas de casa no hay ningún problema. ¡Y en travesías largas hay que sacar las cuentas por delante!

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