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Tos ferina: una mirada cercana

2023/09/01 Amuategi Aulestiarte, Jone - Biokimika eta Biologia Molekularra saila (EHU). Biofisika Institutua (UPV/EHU-CSIC) | Alonso Estrada, Rocio - Biofisika Institutua (UPV-EHU-CSIC), Biofisika Bizkaia Fundazioa | Ostolaza Etxabe, Helena - Biokimika eta Biologia Molekularra saila (EHU). Biofisika Institutua (UPV/EHU-CSIC) Iturria: Elhuyar aldizkaria

La tos fermentable es una infección respiratoria causada por la bacteria Bordetella pertussis y potencialmente mortal para algunas poblaciones. Aunque las campañas de inmunización a nivel mundial han contribuido a paliar la situación, cada 3-5 años se registran los incrementos. Sin ir más lejos, Osakidetza anunció una comparecencia en Gipuzkoa en junio de 2023. En esta revisión hemos trabajado la enfermedad, la bacteria y sus factores de virulencia.

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En el año 2019, las infecciones de las vías respiratorias bajas mataron 2,4 millones de personas en el mundo [38], siendo los más afectados los niños menores de 5 años y las personas mayores [43]. Los responsables de estas infecciones son virus y/o bacterias patógenas, como la bacteria de la neumonía que causa casi la mitad de las muertes [29, 43]. No podemos dejar de mencionar los virus de la familia Coronaviridae, causantes del resfriado común y de las enfermedades SARS, MERS o COVID-19. En esta revisión, en cualquier caso, hemos asistido a una tos feroz provocada por Bordetella pertussis.

Retorno de una enfermedad antigua

La tos ferina es una enfermedad con un curioso nombre. Sin embargo, desconecta bien el sonido que las personas infectadas producen al respirar entre un episodio de tos y el siguiente. Aunque inicialmente puede parecerse a la tos convencional, los síntomas pueden durar semanas o meses. Puede causar dificultad respiratoria, episodios bruscos de tos y fiebre, entre otros. En los bebés también es frecuente la apnea. Si no se supera la enfermedad en las etapas iniciales, en los casos más graves puede provocar una muerte por neumonía en el 90% de los pacientes [23].

Esta infección sigue afectando y matando a muchos niños en el mundo, pero puede evitar las vacunas [16]. Según el último informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de que las vacunas contra el tos ferina estuvieran disponibles, era una de las enfermedades más frecuentes de la infancia. En las décadas de 1950 y 1960, las campañas de vacunación de alto nivel provocaron una disminución de la incidencia y mortalidad del 90%, al menos en los países indus­trializados (OMS, 2021).

Cada país puede tener su propia campaña de inmunización. Por ejemplo, la página web del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) recoge información sobre programas europeos. Sin embargo, en este momento, lo más habitual es que la vacuna triple contra la difteria, los tétanos y la tos ferina se reciba a la vez. Se recoge durante la infancia en tres dosis. Según las diferentes valoraciones mundiales, en 2021 la cobertura inmunitaria de esta vacuna fue del 81%, la más baja desde 2008 [35].

Como hemos dicho, las vacunas que se reciben en la infancia son, en general, muy leves. Además, las vacunas de las madres durante el embarazo han contribuido a evitar la hospitalización y muerte de los niños. En este caso, la madre les pasará los anticuerpos que hayan podido crear a través de la placenta, dando así protección [23].

La tos fermentable es causada por la bacteria Bordetella pertussis y puede contagiarse al contacto con secreciones respiratorias o gotas de saliva. Jules Bordet y Octave Gengou fueron identificados, aislados y sembrados por primera vez en 1906 [4]. Gracias a ello y a otros descubrimientos relacionados con la inmunidad, Bordet recibió el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1919.

Imagen esquemática de la bacteria Bordetella pertussis y sus factores de virulencia. Ed. Creado por Biorender.com.

A pesar de que la enfermedad es conocida desde hace años, ahora no podemos superarla, ya que la cantidad de contagiados aumenta cada 3-5 años. En la actualidad es un problema de servicios sanitarios públicos de diferentes países. Así, por ejemplo, toda Europa se encuentra en situación de epi­a desde 2011 (ECDC), mientras que en Osakidetza anunció una comparecencia en junio de 2023 en el Consejo Asesor.

La verdad es que desde hace años la OMS manifestó su preocupación y reconoció que el aumento de la enfermedad se está produciendo a nivel mundial. A diferencia de otras infecciones respiratorias, en este caso los brotes no son uniformes, es decir, no están asociados a lugares o estaciones concretas. Estudios epidemiológicos indican que el aumento puede estar asociado a la pérdida de inmunidad [22, 20, 34]. En otras palabras, la inmunidad al cúco­tos es provisional y, por tanto, tiene fecha de caducidad. Según las estimaciones, la inmunidad natural dura hasta los 3,5-30 años, y la adquirida por las vacunas, de 4 a 14 años. Por tanto, una vez pasada la enfermedad es muy frecuente que se vuelva a contagiar. Sin embargo, la gravedad de los síntomas está asociada al tiempo transcurrido desde que se adquirió la inmunidad [46].

A través de las membranas celulares

B. pertussis tiene afinidad específica con la mucosa de las vías respiratorias humanas. Esto significa que tiene la capacidad de pegarse en él. Para invadir y vivir las vías respiratorias alta y baja utiliza diversos factores de virulencia. Algunos le ayudan a adherirse a las células huéspedes, mientras que otros los utiliza para enrollar la capa epitelial y evitar el sistema inmunitario. Si el lector desea más información sobre estos factores de virulencia, le invitamos a leer las revisiones pertinentes [15, 9].

La lista de flóculos que utiliza esta bacteria para atacar es larga. Entre ellos se encuentra la toxina porosa Adenilato Ciclasa, una proteína que ataca a las células del sistema inmune. Así, debilita las defensas humanas y la bacteria puede propagarse fácilmente en el cuerpo [25, 7].

Las toxinas causantes del poro (del inglés Pore-forming toxins) pueden describirse como perforadoras biológicas, ya que forman canales acuosos que adornan la membrana de un lado a otro [8, 30]. Las membranas biológicas son un andamio sólido y dinámico para mantener la integridad y la arquitectura celular. Están compuestos por lípidos, proteínas y azúcares, que separan el medio interno y externo de las células [45]. También regulan qué puede entrar o salir de la célula. Por tanto, su deterioro puede provocar la muerte de la célula [3, 24, 47]. En todos los reinos vitales podemos encontrar algún organismo que produce una toxina porosa: bacterias patógenas, nematodos, hongos, protozoos parásitos, ranas, plantas y organismos más desarrollados [19]. Sin embargo, los mecanismos moleculares utilizados por todas estas toxinas para atacar a las células son similares.

Actuación de proteínas porosas en la membrana celular. Ed. Creado por Biorender.com.

La toxina Adenilato Ciclasa, al igual que otras proteínas causantes del poro, tiene una especial aplicación. Al principio, cuando la bacteria la produce y fluye al medio externo, es soluble en agua y oculta las regiones hidrofóbicas. Por el contrario, cuando la célula se encuentra con el huésped, cambia de aspecto: muestra esas regiones protegidas del agua y se inserta en la membrana [8, 17, 32, 42]. A continuación se unen varias proteínas para formar el poro, formando una estructura más compleja. Así funcionan las colicinas, citolisinas, hemolisinas, la difteria toxina, el antígeno de protección de la toxina antrax o las toxinas poro-motrices de la familia Repeats in ToXins (RTX) [28]. La propia formación del poro es un proceso muy dinámico y, por tanto, difícil de observar. Este es un reto para los investigadores.

¡Lípidos y proteínas, qué par!

Las toxinas porotoras, para su correcta inserción en la membrana celular, suelen estar acompañadas de lípidos de membrana. Los lípidos pueden ajustar directa o indirectamente el proceso. Por un lado, pueden interactuar de forma específica con las proteínas [26, 36, 4o] y por otro, las características biofísicas de la membrana (fluidez, separación de fases, espesor, tensión, etc.) pueden modular [10, 21, 39]. Por tanto, pueden modificar la estructura y función de la proteína.

El colesterol de la membrana, por ejemplo, controla la actividad de múltiples receptores de membranas mediante interacciones específicas. También pueden contener proteínas como receptores de neurotransmisores y transportadores ABC (del inglés ATP-Binding Casse­tte) que conocen específicamente el colesterol. Estas regiones se denominan CRAC (del inglés CholesterRecognition Amino acid Consensus) o CARC inverso, y aunque tienen estructuras muy diversas, utilizan mecanismos similares para asociar al colesterol. Como puede leerse en la literatura, algunos aminoácidos aparecen frecuentemente en estos segmentos siguiendo un patrón ya conocido y descrito [14, 13].

Muchos investigadores se han centrado en la interacción lípidos y proteínas de la membrana. Se trata de un tema de gran interés que aúna disciplinas científicas como la bioquímica, la biofísica, la biología celular o la bioinformática. Nuestro grupo ha analizado en los últimos años la interacción entre el Adenilato Ciclasa to­xina y la membrana, combinando principalmente biofísica y bioquímica. Recientemente hemos demostrado que la actividad tóxica de la proteína depende del colesterol de la membrana [18] y que es una interacción específica entre la proteína y el colesterol [1].

¿Para qué la investigación básica?

El ser humano ha aprendido a convivir con la tos ferina y la situación ha mejorado notablemente desde que las vacunas están disponibles para todos. Esto se debe, sin duda, a la investigación básica y al plan de investigación. La identificación, descripción y comprensión de los instrumentos que utiliza la bacteria para perjudicar a los seres humanos ha sido fundamental para explicar cuáles son los mecanismos moleculares de la enfermedad y poder actuar contra el cúpula.

Las toxinas porosas tienen un carácter variable en función del medio. Cambian de forma muy rápidamente, por lo que es muy difícil poder observar procesos tan dinámicos. Sin embargo, no son mecanismos aislados, sino que también se producen en la naturaleza en proteínas del sistema inmunitario de los vertebrados o en proteínas amiloides [27, 37]. Por tanto, el esfuerzo realizado para comprender estas proteínas puede ayudar a otros ámbitos.

Ya hemos comentado que las toxinas porosas pueden ser realmente nocivas para la salud humana. Por el contrario, se han investigado durante mucho tiempo y, en la actualidad, pueden ser útiles para aplicaciones biotecnológicas de gran futuro y tera: atacar células cancerosas [31], matar bacterias patógenas [5], biosensores para detección [2]… También se ha demostrado que la toxina Adenilato Ciclasa puede ser utilizada como vacuna portadora [6]. El desarrollo de todas estas aplicaciones ha obligado en primer lugar a la comprensión de las normas físico-químicas que se encuentran detrás de estos procesos, lo que requiere una investigación básica. Además, la colaboración y comunicación entre investigadores multidisciplinares facilitará y agilizará sin duda el camino.

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